one for the money

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- ¿Qué me miras? ¿Se te perdió algo? - Por fin te animaste a preguntarle al extraño que no te había despegado la mirada desde que te sentaste en la barra.

- Disculpame hermosa, no todos los días se ven cositas tan lindas como vos - respondió él con tono seductor medio juguetón y voz medio ronca, como si estuviera señalando lo obvio.

- ah...- te limitaste a responderle mientras rogabas que no notara lo nerviosa que te pusiste debido a su voz. - seguro le decís eso a todas las chicas -.

- No, solo a las lindas - Y con eso prácticamente podías escuchar la sonrisa ladina que había puesto. Tu única respuesta fue rodar los ojos y darle un sorbo a tu bebida.

Ya te habías hecho a la idea de tener que lidiar con borrachos calientes cuando aceptaste acompañar a tu amiga a este antro, tampoco es que era la primera vez que te cruzabas con un rarito pero este era diferente...

El peso de su mirada en vos era una cosa que nunca habías sentido, era como si quisiera ponerte bajo un microscopio y ver de qué estabas hecha. Bueno, esa comparación era medio extrema pero se entendía el punto.

Toda esa intensidad debería asustarte, lo más inteligente sería ir corriendo con tu amiga y decirle que prácticamente te estabas muriendo para tratar de convencerla de que te deje ir a tu casa. Si, eso sería lo inteligente pero tampoco eras una luz así que simplemente te quedaste para ver cuáles eran los siguientes pasos del hombre a tu lado.

Después de tanto tiempo ignorandolo y evadiendo su mirada esperabas que su interés en vos haya bajado un cambio pero no, seguías sintiendo su mirada clavada en tu persona. A continuación, para tu sorpresa, escuchas el sonido del taburete siendo arrastrado contra el piso de cerámica del bar, ahora su rodilla tocaba tu muslo. Literalmente había movido el asiento para estar más cerca tuyo.

Debido a la repentina proximidad te viste obligada a mirarlo y... mierda que era lindo. Tu insistencia en no mirarlo antes hizo que no te des cuenta de algunas cosas, como por ejemplo; que era claramente mayor que vos, sus piernas se veía grandes por lo que asumiste que debía ser bastante alto, nariz prominente, ojos muy bonitos y risueños... Dios todo en él era tan grande.

En cuanto al aspecto, a juzgar por su musculosa negra ceñida al cuerpo y shorts deportivos podías asumir que recién salía del gimnasio y había entrado al bar solo para tomar algo.

Y mirar chicas lindas, aparentemente.

Hablando de eso...

- ¿Por qué carajos seguís mirándome? - agregaste la mala palabra para parecer más intimidante, obviamente no funcionó.

Todo su cuerpo volteó hacia tu dirección mientras apoyaba un brazo en la barra - Y no sé... ¿Por qué pensas que no puedo dejar de mirarte? -

- Quizás porque sos un tipo al que le gusta cogerse pendejas? - Soltaste antes de siquiera pensarlo. Bueno, mejor afuera que adentro.

Lamentablemente para vos, él se carcajeó y con eso de brindó la hermosa vista de su sonrisa, junto con esas perlas que llamaba dientes.

- Ponele que sí - dijo aún riéndose y tomando un sorbo de su bebida.

Carajo.

Finalmente te dignaste a voltear tu cuerpo en su dirección para poder verlo (aún) mejor. Siendo honesta, no era tan viejo como para ser tu papá, su rostro aún poseía cierta suavidad y delicadeza propia de alguien en sus treintas recién cumplidos. O quizás sí tenía cuarenta años, nunca fuiste muy buena adivinando edades así que decidiste dejarlo en menos de treinta y cinco y más de veinticinco.

Suspiraste y decidiste dejar de analizarlo - ¿Cómo te llamas? -

sus labios se curvaron en una sonrisa ladina ante tu interés.

Call me later; Emiliano "Dibu" Martínez +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora