9.

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—Entonces, para recapitular. —Daniela se pone frente a mí mientras bebo mi batido.— Ayer viste a tu ex novio, ese que siempre has amado y que nunca te lastimó así que es más como tu mejor amigo ahora que terminaron, Ruggero quiere que te hagas pasar por su novia para ayudar a su amiga, lo cual si le cuentas a alguien más, seguramente te compara con una novela de amor, ¿Y yo no tengo que decir nada? 

Asiento, ella se ríe sin poderlo creer.

Ya sé que es mucha información, demasiada. Y por eso me aseguro de que la haya adquirido todo sin confundirse o algo por el estilo.

Recojo mi cabello en una coleta alta, Daniela suspira.

—¿Y ahora qué vas a hacer?

—Ruggero dijo que pasaría a las nueve por mí, ¿Y ya viste lo que me pagó por un día? Definitivamente quiero seguir haciendo esto.

—¿Por el dinero?

Asiento, sonriente, ella niega mientras entro al baño y busco mi cepillo.

—Pues para no necesitar dinero, te esfuerzas mucho por ganarlo.

—¿Tú crees que papá me va a mantener el resto de mi vida? —escupo la espuma.— Obviamente no, ya tengo veinte, tengo que comenzar a ver por mí misma. No voy a depender siempre de papá y de su dinero.

—O sea sí pero... Es que no sé. —suspira haciéndome reír.

No es necesario que ella me entienda. Yo me entiendo sola.

Y por supuesto, hago esto sola.

No quiero involucrarla. Y por supuesto le conté pero para que no se haga ideas bobas en la cabeza después de haberme visto bajar del auto de Ruggero.

Y que auto la verdad...

Si yo tuviera un auto así, no me molestaría siquiera en conseguirme un novio para fingir que soy feliz.

Soy feliz solita.

Viviría en el auto.

Necesito un auto así.

¿Me querrán pagar con un auto?

Ahora tengo una nueva duda desbloqueada.

Mientras me termino de alistar, el teléfono suena indicando una llamada entrante. De inmediato acomodo mi cabello y miro a Daniela.

—Deséame suerte.

—Come bien. —me dice causando mi risa.— Si no te dan de comer, denuncialos.

Muevo mi mano a modo de despedida y con mi teléfono en mano, bajo al encuentro de Ruggero. Y lo único que me emociona de esto es subirme al auto de ayer.

Es todo.

—Buenos días. —saludo abrochando mi cinturón.— Estoy lista para lo que sea que se necesite.

—Que bien que lo mencionas porque ahora mismo, iremos a renovar tu armario.

—¿Renovar mi armario?

Asiente relamiendo sus labios.

—Necesito que tú estilo a partir de ahora, y mientras dure esto, sea como el de ayer. —me mira.— Y cómo el de hoy.

Asiento entendiendo, y antes de que pueda preguntar algo más, me dice;

—Y a partir de ahora, y durante los cuatro siguientes meses, eres mi novia ante los ojos de todo y todos.

—Ah no, eso sí que no. —niego frenética.— De ninguna manera voy a ser la estúpida cornuda de nadie.

—¿Qué estás...?

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora