Octubre 2006 II

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octubre 2006

"Es amor lo que sangra"

Soda Stereo

Hace un año, unos pandilleros violaron a una muchacha en frente de su novio. No conformes con eso también la golpearon y dejaron en coma. Esa chica salía con alguien allegado a la Tokyo Manji Kai, donde el invencible Mikey era rey y jefe total. Esa chica es la hermana de Daisuke Ito, mi compañero de clases.

Las palabras salieron como cuchillos de su voz cortada. Daisuke me miró regañandome mientras me contaba ese crimen atroz contra su familia. No hubo detenidos, no hubo culpables, no hubo juicio. Solo dolor.

Daisuke estaba intentando vengar a su hermana. Cuando no hay justicia, los humanos recurrimos a la venganza, el dolor nos vuelve irracionales igual que el amor. Por eso vienen de la mano la mayoría de las veces.

Es difícil saber cómo llegó hasta los responsables del crimen de su hermana pero no quise preguntarle más, podía ver como se perturbaba más con cada detalle. Después de todo, mi insistencia por preguntarle cómo estaba y por qué me evadía en clases acabó por hartar su paciencia.

-Deberías dejar de salir con Sano

-No estamos saliendo, solo somos amigos, Ito san- me escudé tan rápido como pude.

-Como sea- continuó Daisuke- es mejor que tengas cuidado con los delincuentes y no metas a Yuko chan en esto, ni le cuentes lo que te dije.

La imagen que tenía de Manjiro Sano se contamina cada vez más. Mitsuya también había contribuido a eso. Al visitarme en la residencia solo se dedicó a advertirme cosas como si fuera una de sus hermanas. Odio eso de Mitsuya, odio que actúe como hermano mayor, odio su parsimonia para afrontar las adversidades. Quisiera verlo ser agresivo como Manjiro. No, no quiero eso, quiero ver a Manjiro.

Mitsuya me reveló que las heridas que le había curado se las había causado el mismísimo Manjiro Sano. Su discurso firme y sin temblar repetía de distintas maneras lo malvado que se había vuelto su amigo, ahora ex amigo, que todo el grupo estaba en su contra por las reiteradas golpizas sin piedad.

"El ya no es como antes, aléjate de él" advertía Mitsuya a mis oídos que lo escuchaban pero al mismo tiempo no.

"Su corazón se endureció"

"No dudará en matarte si eso es lo que quiere"

Sus palabras se volvieron cada vez más inentendibles para mi. En mi mente tal peligro no existe ni existirá mientras esté al lado del invencible Mikey.

Aunque me cueste admitirlo mientras más sombría se volvió la idea que tenía de Manjiro más me gustaba, más sentía ganas de verlo, besarlo, abrazarlo, tomarlo de la mano para correr hacia ningún lugar específico, como si el mundo se tratara de una pelea entre nosotros y el resto.

Mis pensamientos se alejan cada vez más de la tierra, del mundo real y la abstinencia me está matando. Ya van a ser dos semanas que no veo a Manjiro, nos enviamos mensajes de texto pero no es suficiente, necesito su presencia cerca de mi, necesito que el espacio entre nuestros cuerpos cuando caminamos a la par se vuelva tan tenso que se pueda tocar y no tengamos más remedio que romperlo para besarnos de una vez.

No quiero convencerme de nada más. Amo a Manjiro Sano, no existe ni moral ni lógica que me aleje de eso. Si él era el más peligroso de Tokio, yo sería su Harley Quinn.

He estado saliendo con Saoko, Frances y Jan a karaokes y discotecas donde entramos por detrás. Bailamos, bebemos y me emborracho. Es lo único que me ayuda a no extrañar a Manjiro, aunque le escribo mensajes de texto completamente ebria que el responde con "¿Dónde estás?" Afortunadamente luego de decirle dónde estoy me regodeo en mi tolerancia al alcohol y en tener al menos un poco de su atención.

Esta noche repetiré la secuencia del fin de semana pasado, iremos a un karaoke con las chicas, nos embriagaremos y luego volveremos cantando a la residencia pasadas las 1 AM, riéndonos entraremos por atrás forzándonos a hacer silencio y que no se despierten los tutores.

Ni la ropa de Jan ni Frances me queda así que tuve que intervine algunas de mis prendas para poder salir de noche. Faldas cortas, crop tops y demás cosas aunque haga frío. Debería comprarme más ropa así y dejar de vestirme como una princesa de Disney indefensa esperando un príncipe azul. Yo no quiero un príncipe, quiero un villano. Quiero a Manjiro Sano.

La noche avanza sobre Tokio con sus carteles brillantes en el cruce de Shinjuku, una multitud va a ambos lados de la calle, envueltos en sus cosas, tanto neón puede cegar si lo miras de frente, el ruido de los autos sobre el asfalto con sus luces adornan el paisaje con tanta contaminación lumínica que no se divisa ni una estrella.

Entramos al karaoke con Saoko que quien sabe cuantos cigarrillos lleva, mientras ella busca clientes nosotras pedimos cervezas y sake, elegimos canciones aleatorias para cantar y reírnos de la que canta peor. The Clash, Rolling Stones, Madonna, Britney Spears, Pretenders, The Beatles, no hay orden solo música y borrachera.

Mientras una canta, las otras bailamos y así hasta que se nos acaba el dinero y nos vamos a una discoteca. No obstante, esta vez Saoko consiguió clientes.

-Vayan a casa, niñas- dijo con cierta autoridad.

-No me des órdenes- respondí como pude dado que el sake había hecho efecto.

-Vete o yo misma te llevaré a la residencia de las orejas, niñita

Frances y Jan intervinieron y me llevaron a  la residencia, es increíble lo segura que me hace sentir el alcohol. Al contrario de la creencia popular, camino con más firmeza, bailando entre pasos, moviendo las manos como si de fondo sonara un flamenco. Me río de cualquier cosa y soy mucho más atrevida. Me gustaría que ese fuera mi verdadero ser.

Cuando llegamos mi sorpresa fue grata: ahí estaba Manjiro Sano en su motocicleta con el abrigo colgando en los hombros. Corrí hacia él y no fue hasta caerme de cara al piso que me di cuenta que estaba borracha. 

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora