7- Cambios

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Desde que me gradué de la academia, las cosas empezaron a ser diferentes. Cómo era de esperarse, mi nación me reclutó para formar parte del ejército. Una simple niña de casi 6 años yendo a la guerra, me pregunto ¿Dónde estaban los derechos infantiles en aquellos días? Pero bueno, a partir de ahí empecé a realizar varias misiones simples: Quemar pueblos, hacer vigilancia, transportar prisioneros y ese tipo de cosas. Esto mismo me había alejado poco a poco del palacio, y por ende de Ursa y Azula. También, hace ya varios meses que deje de recibir cartas por parte de mis padres, situación bastante inusual, ya que desde mi partida de la Isla Ember, ellos cada semana enviaban una como mínimo. En aquel entonces me preocupe demasiado, pensé que tal vez algo les ocurrió, intenté pedir permiso para regresar a casa, pero me lo negaron.

Esos eran los conflictos que tenía en aquel momento. Ahora estaba de regreso a la capital, montada en un caballo-avestruz, enfrente mío iba Lu Ten.

– Ey mocosa, acelera el paso, quiero llegar para la cena. O acaso necesitas un cambio de pañales jajaja.– Comentó Lu regodeandose.

Ese desgraciado, todavía que me quedaba grande la armadura e iba en el lomo en un animal casi 3 veces más grande que yo, y que por cierto, cada vez que daba un paso, mi pequeña humanidad salía volando por los aires gracias a los movimientos bruscos. Me pidio que fuera más rápido. Qué poca consideración y empatía por la gente pequeña.

– Podríamos callarte. Todavía que estuvimos 3 malditos meses de mensajeros por todo el país, por TÚ culpa, te atreves a exigirme algo.– Claramente estaba un poquito molesta con él.

– No fue mi culpa.–

– ¿Decirle estúpido a un coronel no te parece tú culpa? Si no fuera por qué eres de la familia real, nos hubieran condenado a muerte.–

Una risotada escalofriante salió del chico. Eso me hizo enfadarme más.

– ¿Ahora de que te ríes?–

– De tu mala memoria, por supuesto, o ¿Acaso se te olvidó quién le dió una patada en la entrepierna?– Es obvio que fue en un tono sarcástico como lo dijo Lu.

– E-eso fue diferente.– En cierto punto, si era diferente, después de todo, el coronel estúpido se recargo en mi cabeza como si fuera algún tipo de mueble.

– ¿Diferente? No me hagas reír.–

– ¡Eres el peor compañero de la historia, ojalá te mueras y te pudras en el infierno!– Dije haciendo berrinche.

– ¿No tienes otra nueva? Ya van ¿15? O ¿20?, La verdad ni siquiera llevo bien la cuenta de las veces que me haz dicho aquello en todo este tiempo.–

Saben, creo que hasta este momento en el que estoy contando todo esto, me di cuenta que nunca valore el tiempo que estuve con él cuando era niña. Ojalá estuvieras aquí Lu. Te extraño.

Llegamos al palacio, después de tanto tiempo de ausencia. Una vez abajo de mi montura, fui a buscar a mis personas favoritas. Para mí mala suerte ni Ursa, ni Azula se encontraban en la finca real. Al único que si encontré fue a Zuko sentado cerca del estanque. Con gran desinterés, Zuko le lanzaba pedazos de pan a los pato-tortuga. Tratando de extraer un poco de información, me acomodé a su lado.

– Hola.–

– ¿Qué quieres?– El principe ni siquiera se digno a verme.

– De dónde vengo, por simple educación, se acostumbra a contestar un saludo.–

Fastidiado, Zuko me miró a la cara.

– Mamá salió al pueblo.– Se tomó una ligera pausa, y agregó. – Y no tengo la menor idea de dónde está tu novia.–

Lo miré un tanto dudosa. No sabía a quién se refería con "mi novia". Al parecer, solo con mi expresión, el principe se percató que no entendí nada.

– Hablo de Azula, tonta.–

Se me reseteo el cerebro, y no estoy bromeando. No sé si fue por intuición, por suerte o solo por fastidiar, pero Zuko había logrado hacerme un golpe crítico. Una flama de pena me invadió. Me levanté y trate de defenderme, pero en un principio las palabras no salieron. Hasta que por fin conseguí el valor.

– ¡Ella no me gusta!–  Eso fue lo que solté en un grito desafinado.

Sin pensar mucho salí corriendo a mi habitación. Una vez en mi cama, no pude evitar gritar contra la almohada mientras pataleaba.

– ¿Qué diablos haces?–

Al oír la voz de Azula pegue un brinco y caí al suelo. Al levantar la mirada ví a la de ojos ámbar recargada contra el marco de la puerta. Por un momento no la reconocí, al parecer había crecido un poco durante el tiempo que estuve afuera.

La princesa probablemente había tenido entrenamiento, puesto que estaba completamente sudada. Con un gesto con el antebrazo, se limpio lo que se le escurría por la frente.

– Sabes, no te ves tan mal con el uniforme del ejército – Después de mencionar aquello, Azula soltó una risa maléfica. Al calmarse, agregó otro comentario – Tenemos muchas cosas de las que hablar.–

La tarde paso como agua, Azula me comentó todo lo que había estado haciendo durante esos 3 meses. Al parecer ya le habían asignado tutoras para mejorar su fuego control, según me acuerdo se llamaban Li y Lo. Pero Azula no estaba muy conforme con ellas, según me comentó eran bastante raras y olían un tanto extraño. Por mi parte le conté toda la travesía que tuve que hacer por culpa de las tonterías de Lu.

– Supongo que te has estado divirtiendo quemando cosas allá afuera.–

– Puedo que... Tal vez un poco – Le conteste con un tono alegre, para que después ambas rieramos al unísono.

Fue entonces cuando Ursa apareció en mi recamara.

– Aiko, ¿Cuando regresaste?– Dijo mi ángel guardan con un poco de emoción.

– Hoy en la mañana, trate de buscarte, pero no te encontré.–

– Tenía un par de asuntos pendientes, pero qué bueno que ya estás aquí.– Al acabar su frase, me brindo una sonrisa cálida. La cual desapareció cuando Ursa volteo la mirada a la princesa. – Azula, aún sigues con la ropa del entrenamiento ¿Cuántas veces te he dicho que cuando regreses de la academia tienes que meterte a bañar? Mírate estás toda sudada.–

– Fué mi culpa.– Dije tratando de justificar las acciones de la princesa. – Es que la entretuve todo el tiempo.–

– Esa no es una escusa Aiko. Ella ya sabe lo que debe de hacer. Así que, señorita se me va al baño inmediatamente.– Fue lo último que comento Ursa antes de irse del cuarto.

Azula solo volteo los ojos e imitó a su madre con una voz ridícula.

– No tienes que ser así con ella. Solo se interesa por tu bienestar.–

No pasaron ni dos segundos, cuando la princesa soltó una carcajada bastante estruendosa. Por mi parte solo puse una expresión de duda. Al calmarse y tomar un poco de aire, Azula decidió hacer un comentario.

– Esa broma estuvo muy buena. Sabes bien que ella solo me cuida por qué es su obligación cómo madre, no por qué realmente se preocupe por mí. Es tanto así, que a ti te trata como si fueras su hija, con mimos y una actitud cariñosa. Estoy conciente del hecho que no soy la hija que ella esperaba, y sabes, la verdad no me importa. Así que guardate toda esa palabrería con respecto a que yo soy importante para Ursa.– Al terminar se marchó.

Me sorprendió la calma y tranquilidad con lo que me dió su discurso. Incluso, por momentos, parecía estar alegre. Aún que en el fondo de su corazón, yo sabía que le dolía.

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Perdón por tardarme en actualizar la historia. He estado demasiado ocupado con cosas de la uni.

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Avatar la leyenda de Aang: La historia jamás contada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora