Capítulo 5 La cueva de los espíritus.

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A la mañana siguiente se levantó renovada, los moretones y el dolor en el cuerpo ya había desaparecido por completo. Se quedo estupefacto con la crema mágica de los antiguos.

Al salir del dicho dormitorio ocho ojos de panda la miraron más lamentable que anoche, sus ropas fragmentadas apenas los cubría moretones en todo lado, arañazos, el cabello echo un desastre.

- ¿¡Que os paso!? Se asusto tanto al verlos que casi se cae.

La miraron si gana, como unos niños que han sido agraviados hasta la muerte, esos ojitos brillantes y cautivadores. De sus guapos esposos quedo solo la apariencia de un mendigo, o algún sobreviviente de un gran cataclismo.

Sus ojos ni podían pestañear de la sorpresa, lo único que ella no sabía que si habrían querido estarían como nuevos, solo querían parecer lamentables delante de su esposa, para conmover el corazón de su esposa y ganarse su simpatía y mimos, pero de alguna manera se sentían avergonzados.

- Que estás haciendo quedándote tieso como una estatua, ve rápido, ve a lavaros y os frotaré la pomada. Mientras en su mente se preocupaba de no quedar viuda tan rápido. Si se infecta sus heridas en esa era primitiva puede ser mortal.

En su mente pensó en la pomada que le dio, pero no estaba segura si le vale para las heridas abiertas, antiguamente en las películas veía que la gente usaba fuego para quemar heridas... o algunas hierbas que no conoce...bueno si conoce algunas, pero pocas. Por su interés en plantas adquirió algunos conocimientos incluso en los tiempos modernos hiso jarabe para tos, pomada para heridas, bálsamo labial natural, esencias naturales ya que tenía alergia a los productos químicos tuvo que encontrar por sí misma la alternativa.

En poco tiempo los cuatro entraron corriendo como niños pequeños a ver quién llega primero.

- ¿Dónde tenéis las cosas para tratar las heridas?

Eros lo saco rápidamente debajo de un montón de pieles tirados en un rincón. Una cajita cuadrada de dimensión de la palma de mano de un hombre, levanto el tapón de madera y un olor refrescante a menta invadió el lugar. Diana tomo la caja y empezó a untar los moretones de Hugo y luego Rubén, Eros y al final Blas.

Las heridas no eran muchos un arañazo poco profundo por aquí y por allá, las miro con el ceño fruncido.

- ¿Qué usáis para tratar las heridas?

Los cuatro se miraron, se volvieron a mirar. ¿Que usar? Solo necesitan liberar su poder curativo y la herida desaparecerá, las pomadas son para las hembras y orcos de bajo nivel o los que no poseen poder curativo, incluso si se rompen un hueso se curará en menos de una hora. Al final todos miraron a Hugo. Aunque la idea ha sido de Blas a jugar el lamentable todo el peso de la responsabilidad lo tiraron a Hugo, quien lo puso ser el líder. Hugo casi se atraganto con su propria saliva, al final todavía era un joven de sangre caliente que quería los mimos amorosos de su esposa, que acabo de encontrar.

Diana los miro desconcertada, parecía que se hablaban con la mirada entre ellos, pero no lograba entender que les pasa es tan difícil sacar el tratamiento... o no, no me digas realmente usaran fuego para quemarlo. Su boquita se abrió y sus ojos se redondearon.

"- Realmente son gente retrasada. Por lo menos no estamos en la edad de piedra eso si no lo soportaría, se consoló a sí misma en su mente."

- No hay nada, dijo al final Hugo. Se curará solo, soltó impotente mirando a sus hermanos traidores.

- ¡Como que nada! Los miro con impotencia.

- Bueno se cura solo.

- Se que se cura solo, pero hay que tratar para que no se infecte luego hay que envolverlo con cuidado. No sabéis lo peligroso que puede ser..., las palabras se quedaron atragantadas en su garganta bajo su mirada las heridas pocas profundas se curan sin dejar rastro igual que los moretones.

Mundo de las bestias - AcomodarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora