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2012

La primavera ya inunda el pueblo, puedo sentirlo; en el aroma de las flores de los cerezos, el aire caliente en el ambiente, el Sol que abraza cálidamente mi piel.

– "¡Las cajas ya están en la casa!", escucho a mi madre gritar mientras baja de su llamativo auto rojo.

Mamá está muy diferente desde la última vez que la ví.
Viste lujosos vestidos con las más espléndidas joyas, tiene puesto ese labial rubí que le regalaron hace años pero que nunca usó, y su bob sencillo fue reemplazado con una brillante melena ondulada.

Y ahora sonríe. Una sonrisa encantadora que contagia a cualquiera que la ve.

Ella nunca sonrió cuando estuvo con papá.

– "¡Y no olvides pasar por tomates a la tienda, los necesitamos para la cena!"

Quisiera no alegrarme de que se encuentre mejor, pero es inevitable. Me gusta que haya encontrado la felicidad, aunque fuese a costa de la mía.

"¡Okay!" Le respondo de la misma forma y corro a mi nueva casa.

Mi nuevo hogar.

Es un lugar muy amplio a comparación de la casa de papá.
Tiene un jardín colorido enfrente y dos pisos.

Al entrar puedo observar el orden y cohesión que existe en casa, siento que yo soy la única fuera de lugar.

– "Hey, T/N",  me saluda Airi desde lo que parece ser la cocina. Todavía no me acostumbro a su presencia.

Hace no más de 1 año que la conocí, cuando mamá nos presentó oficialmente en una visita de verano.
Parecía de la misma edad que mi madre, y tenía una sonrisa nerviosa.

Nada más pasó desde ese día ya que no me quedé mucho tiempo. Pero esta vez será diferente, debido a que mi estadía será mucho más larga.

– "Hola, buenos días", respondo sin muchos ánimos.

– "¿Quieres algo para desayunar?", hace una pausa, "Sabes, tu mamá ama mi sopa miso, deberías probarla" ríe suavemente.

– "Tal vez luego" fingo una sonrisa de cortesía y me retiro sin más.

Subo por las escaleras con pasos pesados, no tengo energías para esto.

Entro a mi habitación designada, mis cosas ya están ahí, tal y como dijo mamá. Me dedico toda la mañana a desempacar.

La luz naranja que se cuela por mis persianas me indica que ya es tarde, muy tarde

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La luz naranja que se cuela por mis persianas me indica que ya es tarde, muy tarde.

Mierda, los tomates.

Tomo el primer suéter que veo (la  sudadera de mi equipo de voleibol anterior) y bajo rápidamente, suerte que mamá trabaja tarde.

Corro a la entrada principal, y al salir la brisa cálida me roza en seguida.

Claro, ya no estoy en Virginia.

Debo ser la única idiota abrigada en todo Miyagi, así que mejor me coloco la sudadera en la cintura antes de que me miren raro.

La tienda de conveniencia no está tan lejos de mi casa, por lo que voy caminando.

Sakanochita Market.
Es lo que alcanzo a leer con mi pobre japonés cuando llego al lugar.

Al entrar veo los estantes rebosantes de  colorida comida empaquetada.

Uuh, ¿esos son skittles? No pensé que tuvie... ¡Concéntrate T/N!

Me detengo mentalmente antes de comprar todos los dulces disponibles.

Recorro el lugar, y una vez que encuentro los tomates, tomo un paquete, y voy a la caja.

– "Buenas tardes, sería todo" digo impaciente.

El señor malhumorado me mira feo y escanea mi compra rápidamente. Su cabello está teñido de rubio y tiene varias perforaciones en la oreja.

Veo su etiqueta de empleado.
¿Ukei? ¿Ukai? Cual sea su nombre, parece un delincuente.

Suelto una risita ante ese pensamiento tan tonto.

– "Serían 700 yenes" la voz de Ukai (o como sea que se llame) me saca de mi trance.

¡¿Mi dinero?!

Salí tan pronto de casa que ni si quiera traje mi billetera o mi teléfono.

–"Um... Sobre eso..." Volteo nerviosamente a todas partes.

¿Qué debería hacer? ¿Salgo corriendo con los tomates?... No, eso sería robar.
¿Le pido dinero a alguien? No creo que alguien quiera prestarle dinero a una desconocida... AAAAAHH

Los pensamientos y posibles escenarios inundan mi cabeza.

Y como si estuviese leyendo mi mente, escucho a una persona a mi lado:
–"Pagaré todo junto".

Volteo para ver a mi salvador, y me encuentro con un chico peligris un poco más bajo que yo.
Tiene una sonrisa amable, y varios bollos de carne en las manos.

– "Ah, Suga-san no deberías comer tan pesado después de las prácticas", lo regaña el cajero, ahora sonriente.

Conmigo parecía amargado, ¿Por qué de la nada está alegre?

Una vez realizada la transacción, el chico de los bollos sale del local, y yo trato de alcanzarlo.

-"¡Oye! ¡Espera!" Grito en un intento de llamar su atención.

Veo que logro mi cometido cuando éste voltea a mi dirección.
Me acerco a él.

–"¿Cómo te pago?"

–"Ah, no te preocupes por eso",sonríe amablemente.

¿Acaso chico es real?

–"¿Juegas voleibol?"

–"...¿Cómo lo supiste?"

Ni siquiera me responde, sólo sonríe y se aleja para ir con un grupo de chicos.

Oh.

–"¡Suga-san! ¿Por qué tardaste tanto? ¡Me muero de hambre!" Escucho al más bajo de ellos.

–"¡Idiota! No le hables así a uno de los senpais" Dice otro de cabello azabache.

Cómo sea, ya no es asunto mío.

Tomo mis tomates regalados y me apresuro a mi nuevo hogar.
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Hello! Soy la autora.

Espero que estén disfrutando, esta es una historia slow burn, quedan advertidxs.

Acepto críticas constructivas!

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⏰ Última actualización: Jan 16, 2023 ⏰

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Brillas. *⁠・⁠゜゚↝ shoyo x readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora