Leo era un genio. Aunque eso él ya lo sabía, pero esta vez se había lucido, había creado un teletransportador que lo podía llevar a cualquier lugar que el deseaba a partir de uno de los planos que había encontrado en el Bunker 9 y Percy iba a ser el primero en probarlo - Leo no era lo suficientemente idiota como para arriesgarse.
-¿ Me recuerdas una vez más la razon por la que soy tu conejillo de indias? - preguntó Percy un poco aterrorizado
- Cuando estuve en Ogygya apotaste lo que sea a Jason de que no regresaría, por cierto tu confianza en mí me deja sin palabras, y Jason me debia un favor así que me dejo usarte para mi experimento.
-¿Pero si Jason te debe a tí porque tengo que ser yo el que se sacrifique? - Replicó Percy algo nervioso
- Ya te dije porque. Además, Annabeth me contó que fuiste un conejillo de indias verdadero cuando fueron al mar de los monstruos, quería que revivieras la experiencia pero desde tu forma natural, ¿ no te parece considerado de mi parte? - Leo no podía aguantar la risa, se estuvo riendo por dos horas seguidas la vez que escuchó esa historia, la idea de ver a un Percy tamaño mascota era tan divertida para él - ahora ya no hagas más preguntas y metete en la cabina.
El de los ojos verdes le obedeció, entró a la cabina y desapareció al instante. Por un segundo de alegría creyó que lo había logrado, sino hubiera sido por el mensaje Iris de Annabeth quien preguntaba porque no había llegado aún su novio.
Ahora Percy estaba perdido, y como los semidioses no podían usar celulares no había manera aparente de contactarlo, Leo se puso nervioso, no solo porque habia extrabiado a su amigo, también porque su amiga rubia desatará su furía contra él, Leo podía crear fuego, pero nada se comparaba a las llamas que veía en los ojos de Annabeth cada vez que esta se enojaba