EL GATO DE LA SEÑORA PEPPER

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Julián se dirigía a su casa después de la escuela, al cruzar la plaza del pueblo se le desataron los cordones, así que se sentó en un banco para atarlos. Cuando termino vio un gato que se le acercó con confianza en busca de mimos y quizás algún bocado. Julián sacó de su mochila un sándwich que le había preparado su madre y que no había tenido tiempo de comer, corto un pedacito de jamón y se lo dio al gato que contento después de comerlo se refregaba en sus piernas.

—Es el gato de la señora Pepper— le dijo una mujer; al levantar la vista vio que era la señora sin hogar que siempre deambulaba por la plaza, de la que todos decían estaba un poco loca y a la que los niños le temían.

La mujer le sonrió y se sentó a su lado.

—Si si, no hay duda, es el gato de la señora Pepper— volvió a decir sonriendo.

Sin decir nada, un poco asustado, Julián asintió con la cabeza, se paró de prisa y se fue a su casa.

Después de cenar se acercó a la ventana y con sorpresa notó que el gato lo había seguido. Así que lo dejó entrar y le pidió a su madre algo para darle de comer al gato.

— ¡No vas a conservar ese gato! Sabes que a tu padre no le gustan.

—No mamá, es el gato de la señora Pepper, se debe haber perdido.

—Bueno, entonces le daremos algo de comer y mañana se lo llevaremos.

A la mañana siguiente, pusieron al gato en una canasta después de que desayunara un platito de leche y salieron a buscar a la señora Pepper. Pero no la conocían, así que se dirigieron a la tienda de comestibles del pueblo, seguramente la señora Morgan la conocía, ya que todos compran en su tienda.

— ¡Buenos días señora Morgan!— dijo la madre de Julián –estamos buscando a la señora Pepper para devolverle su gato, pero no sabemos donde vive, ¿usted la conoce?

La señora Morgan dijo que no la conocía, y se sorprendió mucho de no conocer a alguien del pueblo.

—Seguramente Martha la dueña de la tienda de ropa de la esquina la conoce, vamos a preguntarle a ella. Yo los acompañaré, quiero saber quién es esa señora y donde compra su comida que nunca viene a mi tienda.

—No conozco a ninguna señora Pepper— dijo Martha con el seño fruncido –¿a dónde comprará su ropa esa mujer?

—Bueno, entonces tendremos que preguntarle al señor del correo, él sí conoce a todo el pueblo— dijo la madre de Julián.

Así que partieron para la oficina de correos que quedaba frente a la plaza; Julián con la canasta con el gato, su madre, la señora Morgan y Martha.

—Buenos días Don José, este es el gato de la señora Pepper— dijo la mamá de Julián señalando al gato— queremos devolvérselo pero no sabemos donde vive. Usted seguramente sabe. ¿Podría decirnos donde vive?

Don José miraba al gato y pasaba su mano por su bigote pensativo.

—No conozco a ninguna señora Pepper, ¿cómo puede ser que viva alguien en este pueblo a quien nunca le haya llevado una carta?. Vayamos a preguntarle al comisario.

Todos se dirigieron a la comisaria que quedaba al lado del correo y Don José se sumó al grupo de curiosos.

Después de explicarle lo mismo al comisario, éste al igual que todos no conocía a la señora Pepper.

— ¡Deberíamos investigar! ¿Cómo puede ser que nadie la conozca? Partamos del principio. ¿Quién te dijo que ese es el gato de la señora Pepper?— le preguntó a Julián

—La señora sin hogar que siempre está en la plaza

— ¿Margarita?— dijo sorprendido, como podía ser que ella conociera a alguien del pueblo que todos los demás no.

Así fue como toda la comitiva salió hacia la plaza en busca de Margarita.

Esta cuando vio que venían hacia ella tantas personas con caras sospechosas, se asustó y juntó todas sus cosas para salir a prisa. Pero el comisario le gritó al verla que se marchaba.

— ¡Margarita, no te vayas, necesitamos tu ayuda!

Ella se volteo a mirarlo sorprendida de que alguien necesitara ayuda de ella.

—Usted ayer me dijo que este es el gato de la señora Pepper— le dijo Julián mostrándole la canasta— queremos saber quién es la señora Pepper

Ella sin decir nada señalo a la biblioteca, que también quedaba frente a la plaza.

Todos ya muy intrigados y esperanzados de que por fin sabrían quien es la señora Pepper, se dirigieron a toda velocidad hacia la biblioteca. Allí los atendió una joven que era la bibliotecaria.

—Queremos saber quién es la señora Pepper, la dueña del gato— le dijo el comisario señalando el gato.

Ella miró al gato y después miró al comisario y luego a todos con desconfianza, como si creyera que todos estaban locos o estaban haciéndole una broma.

—Margarita nos dijo que usted sabe quién es— dijo suplicante Julián

La joven los miro nuevamente y sin decir nada se dirigió al fondo ante la mirada expectante de todos, de allí regresó con un libro y se lo entregó a Julián

Era un libro infantil con un gato con una gran galera, igual al gato de la canasta y en letras coloridas decía: "El gato de la señora Pepper".

El gato de la señora PepperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora