De momento pensé que Mario estaba invadiendo un terreno extraño, nada de lo que me estaba diciendo podía ser verdad, Roberto era considerado conmigo, sólo eso, ¿Por qué dudar?, él amaba a mi madre más que otra cosa en el mundo, y por ello me contemplaba como a una hija, sí, como a la hija que nunca tuvo.
Luego de ese punto de vista tan ajeno a mi perspectiva, comencé a mostrarme adversa con Mario, estaba molesta con él, no entendía su enfoque y estuve a punto de soltarme a llorar por la rabia que me daba que mi compañero no compartiera mi agradecimiento por el hombre que había dado la cara por mi familia. A partir de entonces consideré que podía vivir sin amigo, pero no sin padre, no otra vez.
Un día tras otro se fue escurriendo, se iba descargando, extinguiendo como la luz que se apaga en lo oscuro de la noche, o el estruendo que muere en el silencio. Así llegaron mis dieciséis primaveras, con un lujo a por mayor, invitados por todas partes, flores en el jardín, bocadillos en charolas, gente conocida y rostros que jamás en mi vida había visto. Los refrescos soló figuraron para la primera ronda, pues luego llegaron los vinos y con ellos el desfiguro de uno que otro invitado.
Al centro estaba una mesa enorme con comida, copas, bebidas y una enorme fuente de chocolate; allí se podían bañar trozos de queso, frutas y pan; yo decidí bañar mis dedos, uno y luego el otro, era divertido sentir el calor quemando mi piel. Parece que el vino que me dió mi padrastro comenzaba a hacer efecto, ya que entre más metía mis dedos, menos sentía el calor de la fuente.
--Tómate otra --me dijo una voz que se posó a mis espaldas.
--No, Roberto, creo que he bebido demasiado.
--Más que mamá no --añadió él señalando a mi madre, quien estaba perdidamente borracha en una de las mesas.
--Está bien, una y ya --repliqué aceptando la copa que estaba casi llena.
Pocos instantes después mi cabeza parecía que iba a estallar en pedazos, no pude ver cuando los invitados se fueron de la casa, creo que la bebida tenía algo porque ya no volví a saber de mí. Sólo recuerdo entre sueños que Roberto estaba encima, desnudo, moviéndose de arriba a abajo.
A la mañana siguiente, cuando las cosas volvieron a la normalidad, desperté con una terrible exaltación, a mi lado no estaba nadie, sólo mi ropa y las cobijas desordenadas. Me incorporé de inmediato, moví las sábanas y allí estaba la terrible evidencia de que no había sido un sueño, yo había pasado la noche con mi padrastro, pero ¿cómo?, si yo no tenía voluntad, cualquier persona en su sano juicio se hubiera dado cuenta de que no estaba bien, ¿por qué me dejaron a solas con él?
Lloré, lo hice una y otra vez, mi cuerpo parecía no tener voluntad, un toquido constante se hizo presente pero yo no estaba dispuesta. Era mamá, su voz se escuchaba tras la puerta.
-Abre...Mary, llevas horas sin bajar, se te hará tarde para ir a la escuela.
-No quiero ir --grité desesperada.
-Hija abre, tengo que ver que estés bien.
--Vete mamá, estoy bien.
En cuanto cesaron los gritos, me dirigí al botiquín del baño, tomé unas pastillas, y sin importarme para qué fueran, comencé a tomarlas, desenfrenadamente al principio y luego tranquilamente.
Mientras iba metiendo una a una dn mi boca, comenzaron a brotar los recuerdos de mi infancia, mi corta adolescencia, el día en que Roberto llegó a nuestras vidas, ¡Maldito sea Roberto!, ¡Maldito una y otra vez!
Perdí el conocimiento, las escenas de mi vida pasaron en mi cabeza como un film particular. Recuerdo a mi madre corriendo mientras me llevaban en una camilla por un pasillo largo y estrecho, después cruzamos los enfermeros y yo una puerta de la que pensé no volvería a salir con vida. Después vino un desfallecimiento, un frío que me paralizó los sentidos, un zumbido afectó mi adición y ya nada me tenía conectada a este mundo, sólo un latido débil y pausado, que por unos instantes se detuvo.
--¡Paro cardiaco! --gritó uno.
La gente corría, se movía, llevaban y traían cosas de quirófano, una plancha, mejor dicho dos planchas que cubrieron mi pecho, el cual podía ver porque me parecía estar ya fuera de mi cuerpo, viendo como ese instrumento sacudía mi cuerpo debilitado, inerte, ya sin vida.
--Aumente la frecuencia --repitió la voz a gritos desesperados y sudando frío en la frente.
"¿Así es la muerte?", me pregunté una y otra vez al no sentir nada, al quedarme perpleja, inmóvil.
Empecé a dar pasos hacia el contrario de mi cuerpo, en tanto que la gente seguía llegando, eran ya varios en el quirófano, mientras afuera, mamá lloraba de forma desconsolada, y a su lado estaba Roberto, abrazándola.
--Ya cariño --decía--, no llores más, tal vez sea lo mejor.
No pude creer lo que estaba diciendo, ese infeliz había acabado con mi vida y ahora sólo decía ser lo mejor. Una rabia inmensa me invadió, y no sé cómo, pero una convulsión me hizo regresar. Los latidos volvieron al corazón, empecé a escuchar los murmullos de la gente, y los ojos orbitaban con una inquietud poco comprensible. El médico de turno no dejó que nadie pasara a verme hasta estar seguro de que estaba completamente fuera de peligro, creo que no es normal que al volver a la vida un paciente abra los ojos de súbito.
--Doctor --dije casi al instante.
--¿Estás consciente?
--Sí, creo que sí, pero siento que me desvanezco --añadí.
--Es normal, tienes que descansar, hemos logrado estabilizarte pero tienes que descansar, tu estómago está muy debilitado...
--No, doctor, usted no entiende --continué con una necedad propia de un adolescente--, quiero que me revise, creo que fui violada y no me he lavado, ¿puede encontrar una prueba que inculpe al maldito?
El doctor estaba asombrado por mis palabras, sus ojos lo decían, él nunca había visto a alguien tan preocupado por que se descubriera la verdad de los hechos. Tan pronto terminé la súplica, me desplomé en la cama y no volví a recuperar el conocimiento hasta un día después, cuando al despertar vi a mamá a lado.
--Hija, ya estás bien gracias al cielo --y me abrazó con ternura.
--Mamá, ¿y el doctor? --pregunté temiendo la llegada de Roberto.
--Ahora mismo le hablo.
Ella salió, y en unos instantes ya tenía al doctor ante mi presencia.
--¿Tiene la prueba doctor?
--Sí. Se hizo un silencio perturbado por la entrada de mamá--. Señora --añadió--, su hija fue violada...
--¿Qué? --interrumpió ella de forma inapropiada y con el rostro a punto de lágrima--. ¿Quién fue hija?, ¿Dime dónde pasó?
--Fué en casa mami...fue Roberto, mi padrastro me violó.
Estas palabras debieron haberle derrumbado su mundo, pero afortunadamente el doctor ya contaba con las pruebas necesarias de la violación, sólo hacia falta que se comprobara que el semen pertenecía a Roberto. Mamá proporcionó un pañuelo que mi padrastro había ocupado mientras me debatía entre la vida y la muerte. Así, para cuando él regresó, ya estaba la orden de aprensión en su contra.
Desafortunadamente en nuestro país las leyes son aplicables únicamente a los pobres, ya que Roberto, quien contaba con demasiadas influencias, salió libre del proceso, y nunca pisó la cárcel. No obstante, creo que ganamos bastante, primero porque mi madre y yo nos dimos una oportunidad más de vernos como amigas antes que como parientes; iniciamos un negocio juntas y ese hombre salió definitivamente de nuestras vidas. Mario volvió a ser mi amigo, el mejor de los compañeros. En cuanto a mí, tuve que tomar algunas terapias, pero afortunadamente mis historia ha servido de ejemplo para miles de jóvenes que, como yo, han sufrido el trago amargo de padecer abuso sexual.
No me agrada el hecho de ser una estadística más, ni tampoco me gusta que la gente me vea como la joven a la que violó su padrastro, pero pienso que si con esto logro salvar a más de una joven, que como yo corren peligro, creo que soy bendecida por enseñar esos signos de alerta.
El abuso sexual es una realidad muy silenciada a nivel familiar, comunitario, gubernamental, estatal y jurídico. Es una realidad que está enterrada, como aplastada, y los secretos que la rodean hacen que se siga manteniendo impune. No hablar crea una situación de amparo y protección a estas situaciones y las perpetúa en el tiempo. Yo fui una de las pocas que se decidió a hablar.
La sexualidad ha sido un tema tabú para las generaciones anteriores. Hoy se está intentando una mayor y mejor información --formación en este sentido--. No obstante algunos logros alcanzados, creo que el tema del abuso sexual ha quedado como escondido. Quienes estamos asistiendo a la gente en su problemática podemos reconocer la presencia de estas situaciones. A veces pensamos que los abusos sexuales son esas noticias espeluznantes y espectaculares, con mucha violencia que difunden los diarios. Pensamos que el abuso sexual es solamente esa violación que ocurre un poco al azar por un desconocido. Si bien las violaciones son una variedad del abuso sexual, la expresión abuso sexual es mucho más amplia. Abuso es todo contacto de naturaleza sexual que se impone a otra persona ya sea con la fuerza física o con chantajes, amenazas, seducción o falsas promesas a una persona, sea niño, adolescente o adulto.
Hay ciertas cosas que podemos lograr a través de un apoyo profesional, ya que es importante que sepamos que por más desagradable que hayan sido las situaciones que hayamos vivido de chicos, siempre hay posibilidad, esperanza de vida, de cambio, de algo más...Cuando el joven o niño hace una confidencia a alguien acerca del abuso sexual, es importante darle apoyo y cariño; éste es el primer paso para ayudarlo a que restablezca su confianza en los adultos.
____________________________________Hola! Espero éste libro les parezca de interés o les sirva como apoyo o consejo, vale la pena leerlo..
Mañana el segundo diario "Su nombre Marcos José"Gracias!:)
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Diario de Adolescentes
De TodoÉsta es una recompilación de historias verídicas que demuestran lo duro que es ser adolescente. La adolescencia puede ser percibida como una época difícil, el proceso de maduración que implica puede dar lugar a cambios positivos que faciliten la sup...