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—Te escucho, muñeco.

—Te escucho, muñeco

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—Eso creí. — pablo se rió en voz baja por lo recién dicho, y se acomodó para observar a su acompañante. —Sé que estás interesado en Julián.

—No te pongas celoso, pablito. Tengo espacio para dos, o bueno, tres si Paulo quiere también.

—Aguantate esos comentarios hasta que termine de hablar. — se cruzó de brazos contando mentalmente hasta diez con tal de no reaccionar mal ante las insinuaciones. —Sé eso, y también sé que no podrías salir con él a menos que Paulo consiga a alguien, ¿Verdad?

—Eso es imposible, ¿Acaso sabés de la lista de espera que tiene? No sé, un poco más y va a esperar a que termine el secundario. — se quejó rodando los ojos.

—Pero eso puede arreglarse. — sugirió sonriente.

—¿Y como?

—Solo deberías buscar a alguien que sea capaz de hacer que caiga en sus encantos. — se encogió de hombros mientras se acercaba más al argentino para poder susurrar:—Alguien con quién haya tenido encuentros, y ese alguien, puede ser él. — señaló discretamente a Paredes, quien alejado de ellos, hablaba de manera amena con uno sus amigos; Angel.

—¿Leandro? Pero dicen que es un marginado total.

—Tú crees eso, pero yo veo a un hombre hecho y derecho que es capaz de cualquier cosa con su llamativa personalidad y esos lindos ojitos. — opinó Pablo guiñándole un ojo.

—¿Y qué ganas vos con todo esto?

—Dejaras de molestar a Pedri.

—Ah. Tu novio. — corrigió burlón. —Bueno, está bien. Ya se está volviendo salvaje y me amenaza con mandarme al hospital. No es que este cagado las patas, pero no tengo ganas de visitar al médico.

—Ja. ¿Entonces es un trato?— preguntó extendiendo su mano hacia el mayor.

—Lo consideramos como uno. — sonrió Tagliafico mientras correspondía aquel apretón de manos. —Más vale que funcione, enano.

—Eso depende de ti.

Gavi volvió a despedirse y con una sonrisa completamente triunfante, fue hacia  donde estaban sus amigos comiendo. Claro que no se esperaba ver al argentino detrás de una planta escondido para ver en la dirección en dónde Tagliafico y él hablaban, por lo cuál, apenas conectaron miradas, levantó su dedo pulgar señalando que todo salió como lo planeado.

Al menos, si Leandro llegaba a negarse, no serían ellos los que recibirían la paliza.

Al menos, si Leandro llegaba a negarse, no serían ellos los que recibirían la paliza

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POLOS OPUESTOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora