¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las citas, los momentos a solas, e incluso las fechas importantes dejan de tomar importancia con la llegada de un bebé. Literalmente, dejas de tener tiempo para rememorar los momentos amorosos con tu pareja. Y eso, fue algo que Leandro comprendió después de tres hijos.
—¡Vicky! ¡Bajá a comer!
Entonces el adulto de ojos claros volvió a tener los pies en la tierra, y recordó dónde estaba. Martes, catorce de febrero. Tal cuál como el calendario que hace unos minutos veía, decía.
Su hermoso esposo estaba en la cocina terminando de preparar el desayuno, mientras en brazos, llevaba al infante de cuatro años. Porque sí, Victoria, Giovanni, y Maximiliano Paredes eran frutos del amor entre los dos hinchas de Boca.
—Pa, Benja me dijo de ir a su casa después de la escuela. — comentó el hermano del medio terminando el cereal que tan vagamente se había preparado.
—Bueno, Gio. ¿Te quedas ahí o después venís?— preguntó Leandro, quién ahora era el encargado de alcanzarles la mochila a sus retoños y despedirlos, pues ese día Rodrigo los alcanzaba hasta la escuela.
—Calculo que me quedo hasta la noche porque seguro los tíos van a querer hacer algo, igual que ustedes, me imagino.
—¿Acaso mi propio hijo está insinuando que con tu papá no tenemos nada planeado?— está vez, Paulo se metió en la conversación mientras lo señalaba con el tenedor que le alcanzaba a Victoria. —Come, corazón.
—Gracias ma.
—¡Vicky no te hagas la boluda que seguro pensaste lo mismo!
—Dejen de echarse la culpa entre ustedes y apúrense que el boludo mayor ya me dijo que está a una cuadra. — interrumpió Leandro quedándose a un lado de su esposo, para sostenerlo por la cintura y robarle un casto beso.
—Ugh, dale Gio, apúrate que ya empezaron a chapar. — bromeó la única fémina en la familia, tomando todos sus útiles y despidiéndose de su pequeño hermano, junto a sus padres, con un pequeño beso en la mejilla.
Cuando los dos preadolescentes (Pues ambos se llevaban un año y medio, siendo que Victoria tenía dieciséis) se fueron, los adultos volvieron a conectar sus miradas, y está vez sin el pequeño Maximiliano en brazos pudieron fundirse en un cariñoso beso.
—Feliz San Valentín, rey de mis quincenas. — dijo Leandro apenas se separaron
—Feliz San Valentín, mi amor. — murmuró Dybala sonriente al separarse del beso, y le extendió a su amado una pequeña carta que tomó de la encimera que tanto le prohibió acercarse. —No es mucho, pero con un par de favores, nos la vamos a arreglar para pasar un tiempo juntos hoy.
