6.2

64 15 12
                                    

En algún momento de la madrugada se dejó oír un fuerte estruendo. Jeonghan despertó desorientado.

Un rayo iluminó el interior de la habitación recordándole dónde estaba pasando la noche. Había logrado dormir por lo menos un par de horas a pesar del sofocante agarre del rey en su cintura.

Valoró la situación un par de segundos, el hombre a su lado dormía plácidamente mientras su mente no dejaba de repetirle una y otra vez que tenía que aprovechar la oportunidad.

Lentamente se liberó del abrazo tratando de no perturbar el sueño del rey. Logró zafarse para después ponerse de pie. 

El fuerte sonido de un relámpago lo hizo estremecerse. En la cama, el hombre se movió cambiando su postura para enterrar su rostro en la almohada. En cuanto estuvo seguro de que no se había despertado emprendió su huida.

Abrió la puerta que daba a la antesala encontrándola vacía. Atravesó el lugar siendo aún más cauteloso al abrir la segunda puerta.

Le sorprendió encontrar el pasillo desierto, sin ningún guardia a la vista, ni siquiera los pequeños candelabros de las paredes estaban encendidos. Una alarma de alerta sonó en su cabeza ¿Cómo era posible que la habitación del rey se encontrara sin vigilancia? Aunque en ese momento era una ventaja para él, era peligroso tener el dormitorio Real totalmente descubierto.

Recorrió los pasillos siguiendo el camino tal y como lo recordaba, teniendo como única iluminación la luz que emanaba de la tormenta. Llegó a la puerta que reconocía como la del baño comunitario, a partir de ahí siguió con las instrucciones que Jun le había dado para llegar a la cocina.

Tal y como le había informado la cocina tampoco tenía vigilancia. Entró para tratar de acceder a la puerta que daba con el patio pero la encontró cerrada. Observó que su alrededor buscando una salida, las ventanas estaban aseguradas con hierro así que la única opción que se le ocurrió fue salir por la chimenea.

El lugar era estrecho y estaba lleno de hollín, pero gracias a su estilo rústico le fue posible escalar entre los ladrillos.

Una vez afuera limpió la suciedad de sus ojos con ayuda de su túnica. Caminó entre las tejas mojadas con precaución tratando de buscar cómo bajar. Se apoyó de la estructura de las paredes para llegar al suelo.

Estaba fuera del castillo. El cielo aún estaba oscuro, sus posibilidades de huir eran muchas. Se dejó entonces sentir un poco se esperanza.

El castillo estaba rodeado por una barbacada flanqueada por altos arbustos. No muy lejos encontró un roble cerca del muro de piedra. Aprovechó la espesa vegetación para acercarse al árbol.

Observó a su alrededor. Desde dónde estaba podía ver la entrada al castillo, ahí se encontraban los pocos guardias que vigilaban el lugar.

La lluvia arreció empapando su ropa. Corrió hasta el tronco para subirse a él, resbaló al primer intento rasgándose la piel de sus rodillas. Se levantó vigilando si sus movimientos habían sido notados por los guardias. Intentó el salto nuevamente logrando subir a la primera rama, el fango y la corteza mojada hacían que avanzara con más lentitud. Después de varios intentos logró sentarse en una rama baja del roble. 

Se sintió seguro al estar oculto entre las hojas del árbol así que aprovechó para tomar aire y examinar el área para encontrar una ruta de escape. Su atención se volcó nuevamente a la entrada del castillo, esta vez parecía haber cierto revuelo entre los guardias quiénes se agruparon antes de dividirse, unos cuantos salieron de los muros del palacio mientras otros se disponían a buscar en el patio.

Su corazón dio un vuelco al percatarse de a situación, lo estaban buscando. Repasó sus posibilidades, podía intentar seguir pero sólo haría más notoria su ubicación o esperar a que peinaran el área esperando que no lo encontraran. Optó por la segunda ya que muy seguramente el grupo de guardias que salió estaría vigilando alrededor de las murallas.

Príncipe CaptivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora