Capítulo 237

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V: ¿Se ha dormido ya?

- Estaba agotada.

Anuncio volviendo al salón.

- ¿Por qué haces esto, Vero?

V: Por lo mismo que tú.

- ¿Estas enamorada de Mateo?

Su sonrisa triunfal me obliga a reparar en lo que he dicho.

V: No, esa eres tú.

Confirma con alardeo.

V: Lo hago porque es una niña, y no merece nada de lo que está pasando.

- ¿Cómo vas a arreglarte con ella y Carla?

V: Ya ves, el instinto maternal fluye por mis venas.

Zanja con guasa.

V: ¿Habéis hablado?

- Sí. Le he contado la verdad.

Confieso.

- Que nunca hubo bebé y que a los dieciocho años pensaba que con aquella mentira que parecía inocente en mis ojos podría retener a Sebastián.

V: Pues ese capullo se quedará a gusto y Mateo recuperará a Eva.

Niego.

- No va a decirle la verdad.

V: ¿Y eso?

- Dice que no va a creerle. Que no tiene como comprobarlo y que va a recuperar a la niña demostrando que el es la mejor persona para cuidarla.

Resopla pensativa.

V: Es una putada.

Concluye.

V: Pero lleva razón.

Me enciendo el segundo cigarro de esta charla.

- También insiste en que va a recuperarme.

Le cuento en un murmuro.

V: ¿Por qué no dejas que lo intente?

Propone.

V: Si le quieres con locura.

- Quererse a veces no es suficiente.

Admito dolida.

V: Y otras lo demás está de más.

Me recuerda.

- Ay, Vero.

V: Malú, te vas en dos días por varias semanas, ¿en serio no vas a hacer nada antes?

- Confío en que la distancia haga lo que tiene que hacer.

No tengo la certeza, pero sí la necesidad de aferrarme a la posibilidad de olvidarme de él en Mexico. Centrarme en llevar mi música al otro lado del charco, hacer promo y preparar el nuevo disco. Estoy deseando no tener el anhelo de tenerle conmigo a cada instante como lo hago aquí.

V: ¿Y si eso no pasa?

- Seguiré intentando olvidarle aunque me cueste la vida.

V: Eres una cabezota.

Me recrimina.

- Vero, sí de verdad estamos destinados a estar juntos, supongo que llegaremos a viejitos, abrazados, mirando una hoguera o una puesta de sol.

V: Eso no va a pasar si tú no lo permites.

- ¿Por qué te empeñas tanto en que le perdone?

Reclamo.

- Me mintió, Verónica.

Le recuerdo aún sintiendo el dolor del primer día.

- Llegó a mi vida para investigarme por órdenes de Sebastián. Conocía nuestra historia, se inventó una nueva identidad y me enamoró...

V: Y le faltó el valor para contarte la verdad.

Es ella la que acaba mi argumento.

V: Pero no te traicionó.

Curva una ceja como lo hace cada vez que está segura de llevar la razón.

V: No le dijo nada de ti a Sebastián.

Sigue defendiéndole.

V: En cambio sí que te devolvió la ilusión.

Remarca.

V: Nunca te había visto sonreír como aquellos días en Valencia. Dejarte hacer, volver a sentir. Tienes veintinueve años y fue el único hombre que consiguió derribar las barreras que te construiste desde que éramos unas crías. Eso dice mucho de él, Malú...

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora