Simplemente pasan. ✔️

XXXIII | Recordar...

Ver el resultado de todo el esfuerzo puesto en algo es sin duda algo muy bonito y especial.

Hace algunas semanas mi editora me entregó el poemario corregido y sus sugerencias fueron muy buenas. Corregí las que debía y luego le envié el manuscrito a Megan que se encargaría de la portada y las ilustraciones.

Hace una semana me entregó la portada y el manuscrito con las ilustraciones. Cuando revisamos todo con los padres, la hermana de Santiago y Estarling lloramos de felicidad.

Todo salió perfecto, tan lindo, tan especial.

Las ilustraciones hicieron que el poemario brillará con luz propia y la portada, la portada estaba sin duda magnífica.

Con ayuda del señor Cumbert en una editorial fuera de la ciudad imprimimos ejemplares,

La hermana de Santiago está con él en el hospital y yo decidí pasar el día en la casa de los padres de Santiago.

Aún no había visto los ejemplares impresos, el señor Cumbert quiere que estemos todos, así que solo queda esperar a la noche.

Después de escribir el poemario la poesía, su magia, su toque se quedó impregnada en mí y ahora lo primero que tengo en mi bolso es mi cuaderno de apuntes. Es raro pensar que algo tan mágico como la poesía llegó en un momento tan difícil y ahora, es parte de mí.

—Tonta, ¿En qué piensas tanto? —observé a Estarling que se acercaba a mi dirección.

—En el poemario. —respondí.

—Hoy lo podremos tener impreso. —dijo animado— ¿Cómo te sientes tú con ello?

—Bien, manteniendo las esperanzas en qué cuando Santiago despierte con este poemario nos podrá recordar. —solté en un suspiro.

—Confío que el trabajo y esfuerzo valdrá la pena. Sé que sí. Eres demasiado talentosa, tienes un talento innato escribiendo. Les envié tu poemario a algunos escritores y casi todos me comentaron lo encantados que quedaron con esto. Utilizar la poesía para hacer recordar a alguien es sin duda muy hermoso.

—Lo es, es hermoso Estarling.

—Ven acá. —abrió sus brazos y me sumergí en ese abrazo— Te amo muchísimo Ashely, con el amor más incondicional y especial que pueda existir. Estoy demasiado orgullosa de cómo has manejado todo esto. No sé qué pase con Santiago, pero sé que él despertará, se que mejorará y que con tu arte el podrá recordar.

—Te amo, tonto. —lo apreté y él soltó una risa— Gracias por siempre estar.

—Siempre aquí.

Luego de ese abrazo entramos a la casa y miramos un programa de tv con la madre de Santiago, nos concentramos tanto en lo divertido que era el programa que no habíamos notado que ya era de noche. Lo notamos por el timbre que sonaba.

Estarling abrió la puerta, entraron Amy y su padre con unas cajas. Estarling les ayudó a entrar las que estaban en la puerta.

—¿Por qué imprimieron tantos ejemplares? —pregunté sorprendida.

—Con dinero todo se puede. —respondió el señor Cumbert divertido.

—Bien, Ashely. Debes hacer los honores. —motivó la madre de Santiago— Sin ti y tu talento nada de esto hubiera sido posible. —me señaló— Levántate y abre una caja. —ordenó y acepté.

Con un cuchillo abrí la última caja que Estarling había entrado, al quitarle las cintas respiré profundo. Nunca había estado tan nerviosa por algo como lo estoy ahora, ver el trabajo realizado, de noches sin dormir hecho una realidad es sin duda increíble.