James esperó a que se hicieran las cuatro de la tarde. Al llegar a su casa pensó que no tenía nada que hacer para matar el aburrimiento, pero cuando la hora de llegada de Ada se fue acercando, se vio en aprietos por la cantidad de cosas que tenía que hacer. Ordenar su cuarto, ordenar el living, peinarse, cambiarse, perfumarse... no llegaría.
Puso manos a la obra y cuando terminó de posicionar el último pelo con el cepillo en el lugar correcto, tocaron la puerta.
Abrió él para recibir a Ada y saludar a su alegre madre que venía a dejarla. Se repitió en su cabeza lo que había pensado anteriormente: eran idénticas.
Ada entró a la casa y se encargó de analizar cada rincón con su mirada y una sonrisa. Aunque realmente parecía gustarle el lugar, sus expresiones eran indescifrables.
- ¿Cómo estas?- dijo James dejando las llaves en la mesita alta que estaba al lado de la puerta.
- Estoy feliz de estar aquí. - contento ella mirándolo sonriente.
A James se le estrujó el corazón. Pero también se le trabaron las palabras.
- Me... me alegro mucho. ¿Quieres dejar tu abrigo aquí?.
- Si, porfavor. - Tomó su largo abrigo azul y se lo dio al chico.
- Hola Ada - dijo la madre de James con una sonrisa al entrar en la cocina. - toma asiento porfavor.
- Muchas gracias - exclamó la chica.
Al momento siguiente se sentaron James y Ada en la mesa. Amie les preparó chocolate caliente para beber y puso en la mesa un frasco de galletas de canela y naranja.
A continuación ella también se sentó en la mesa, agarró una de las galletas y se la metió en la boca. La confianza que tenía en sí misma irradiaba en cada movimiento que hacía.
- ¿Traes tu libro contigo Ada? - dijo Amie con dulzura.
- Claro que sí. - un segundo después sacó el libro de su bolso morado.
No esperó ni que James se lo dijera nuevamente. Comenzó a contar la historia, la leyenda, esa misma que le había relatado al chico en el supermercado.
Ambos, el chico y su madre, la escucharon atentamente, sin interrumpirla.
Una vez que terminó, James volvió a experimentar esa sensación de escalofrío por todo el cuerpo. No podía creer que esa historia fuera cierta. Y que tuviera sentido.
Apenas terminó, su madre exclamó:
- Entonces... necesitamos encontrar al elegido para que las rocas no pierdan su poder mágico. Su atractivo. Esa magia es la razón por la que la gente las visita. ¿Es cierto?.
- Si - dijo Ada.
- Pero. Si se libera a la criatura, ¿qué ocurrirá?.
- Nunca se liberará la criatura lamentablemente. No hay tiempo. La fecha expirá mañana. La bestia quedará petrificada para siempre si el elegido no aparece y acechará con magia negra a toda Escocia por toda la eternidad. - dijo la chica, mirando el libro.
Derrepente Ada desvió la vista hacia el otro libro que se encontraba encima de la mesa. El libro de Amie. El que le había mostrado a James en la caminata por el pueblo. Lo tomó y comenzó a hojearlo. Sus caras no eran de confusión cuando miraba los escritos. Parecía... entenderlo.
Curiosamente se detuvo en la página en la que estaba dibujada la criatura.
- Esa es la criatura - dijo James. - La bestia.
- Si, lo dice aquí, mirá - dijo señalando un texto innentendible para el chico. - También dice lo del trato con los dioses - continuó y dio vuelta la página. - y aquí cuenta la misma leyenda de mi libro. Más detallada claramente. Pero lo hace.
Amie y James se miraron. Perplejos. Era imposible.
- Ada. ¿Realmente entiendes lo que dice ahí?
- Por qué no lo entendería, esta en nuestro idioma.
- No Ada, esta escrito con símbolos extraños. - exclamó James, con cara de preocupación.
Era cierto. Todo era cierto. Tenían que encontrar al elegido. O a la elegida.
- Ada, ¿Hay algún indicio de como encontrar a la persona que debe liberar a la bestia en el libro? - exclamó Amie todavía sin poder creer lo que estaba pasando.
La chica volvió a ojear el antiguo libro. Se detuvo en un capítulo particularmente corto.
- ! Aquí ¡ - exclamó.
A James se le cayó el alma a los pies.
¿Qué estaba pasando?
- Solo dice...una...una frase - dijo Ada, asustada.
- ¿Qué? - preguntó Amie, quien estaba igual de asustada.
- "Si logras leerme, bienvenido, eres el elegido"
James cerró los ojos.
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El Enigma De Las Estrellas
FantasiAllí no la estaban pasando bien, especialmente James. Stonecross lo aburría. La única buena atracción era Stonhenge, pero habían ido allí tantas veces y ver esas rocas todos los fines de semana ya no era algo emocionante. Sus padres habían querido m...