CAPÍTULO 23

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Annie

Vivo en mi casa propia desde hace un par de años, gracias a los privilegios de ser hija del ex Alpha y hermana del Alpha actual no pago ningún servicio y tampoco reta ya que es propiedad de la familia Black.

Mi casa es una cabaña que queda apartada de la zona más concurrida del pueblo, lo único que veo es bosque y más de bosque.

Me remuevo en mis sábanas como cada mañana, tengo más sueño que todos los días y no tengo claro si voy a seguir durmiendo para invernar, pero no puedo, Daniela me quiere obligar a salir de mi hueco todas las mañanas invitándome a su casa o a algún sitio a tomar café.

Me remuevo un poco más cuando un olor a rosas inunda mi nariz, sonrió ante el agraciado olor y no solo rosas sino unos malditos panqueques con miel y fresas picadas con banana, sonrió en la ensoñación y me relamo los labios.

¿Esto es un maldito sueño de chica independiente? Extraño que en casa de mis padres me hacían el desayuno, cuando muevo mis manos tanto como para apretarlas en la cama arrugo mi frente.

—¿Que carajos? —abro los ojos y cuando me incorporo veo toda la cama llena de pétalos de rosa.

Y no solo la cama, sino que el piso hace un sendero con ellas y hay velas que lo acompañan.

—¿Está mierda que es? —cuando un nombre cruza por mi cabeza el enojo comienza a hacer que me hierba la sangre.

Gateo entre los pétalos para abrir la gaveta de mi mesita de noche, saco la poción y le doy un trago rápido.

La cierro para dejarla en su lugar y levantarme para ver qué carajos.

Camino por el sendero de rosas mientras voy apagando las velas, al llegar al final termino en la cocina donde está todo lo que olí en una bandeja y hay una puta nota pegada.

Me acerco a la nota y la agarro con rapidez para comenzar a leerla.

Mi amada Lobi... MALDITO HIJO DE PUTA —grito enojada para luego continuar leyendo —. Tú eres mi reina infernal básicamente una diosa que se merece más que unas simples flores, pero por ahora quiero alegrar tu mañana con ese simple detalle, encuéntrame hoy a las 8 pm en... —rompo el papel con rapidez para luego tirarlo —. ¿con que a esas vamos no? —maldito hijo de las remil... pateo el piso con fuerza haciéndome chillar por el golpe que me doy.

Grito frustrada.

Tomo un panqueque y me lo meto a la boca llenándola mientras me quejo y gimo de lo delicioso que está.

—Está mierda no me quitara las ganas de matarlo —hablo con la boca llena —, muy delicioso y todo —sigo comiendo hasta que me siento a beber jugo mientras como —, pero me vale un cuchitril de cucarachas esto. Que ni crea.

Me termino el desayuno para después darme un baño y arreglarme, con toda la flojera del mundo tomé una escoba y comencé a barrer los pétalos y a meterlos en una bolsa grande de basura.

Me la tiro al hombro mientras sonrió, cuando abro la puerta la sonrisa se borra al ver un oso gigante de dos metros fuera.

Cuando estoy apunto de destensarlo me retrato, está muy lindo... lo cargo y lo llevo a mi habitación.

Salgo con la bolsa de basura y cuando miro mi patio delantero junto a donde está Infierno fuera de su casa —gigante por cierto —noto que tiene en sus hocicos tres huesos.

—Traicionero —sueltan los huesos y corre hacia mi —, te dejaste comprar tan fácilmente, dejaste entrar a extraños a la casa —miran hacia otro lado —, mírame cuando te hablo señorito, se supone que cuidas de la casa para que ningún loco entre y eso es lo primero que dejas que ocurre... QUE ENTRE UN LOCO.

MI PERVERSO REY DEMONIO [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora