✨Única parte✨

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Hace mucho tiempo, en un reino lejano, protegido por un príncipe, quien solo tenía ojos para su territorio y su patria; los amores no le interesaban, los amigos no existían para él, era solo su reinado y su gente. Sufriría varios cambios tantos buenos como malos.
Cómo el heredero estaba en edad de casarse, sus padres le habían conseguido pretendientes, él, por supuesto, no quería a ninguna de esas bellas muchachas, pero aun así sus padres no podían dejarlo sin un matrimonio ya que deberían de tomar la corona cuando ellos ya no estén, por lo que, para su desgracia, lo casaron con un bello joven, príncipe del territorio aliado, decidieron que él sería perfecto para tomar el lugar en el trono; era carismático, humilde, bondadoso y sabia gobernar un reino, el género no era importante ya que era un territorio liberal. El príncipe, quien no prestaba atención a su ahora marido, no se daba cuenta de la gran persona que tenía a su lado; cuando el Príncipe caía enfermo, él velaba por su salud, cuando el príncipe era herido, él estaba ahí para curarlo, cuando no había quien limpiara esas lágrimas de estrés, allí estaba él, consolando a su esposo sin importar el desinterés de este.
Una noche de tranquilidad en el reino, en lo alto del castillo, en una habitación de carmesí color, el heredero se encontraba muy deprimido por no sentir el amor de alguien, por lo pesado que se le hacía mantener a todo un reino, por estar cansado de todo, por creer no ser suficiente, por el miedo a fracasar en su labor, por muchas cosas distintas, pero justo en ese momento, apareció ese chico de ojos y sonrisa noble, su marido, quien con un simple abrazo hizo que su corazón se hundiera en un cálido abrigo de conformidad y tranquilidad. Ese fue el momento donde se percató de quién estaba junto a él, quién era ese chico con quién convivía todos los días y noches, quien era ese joven de noble corazón que hacía que el suyo se ablandara, lo había entendido a la perfección y ya no lo soltaría.
Los meses pasaron y, el ahora rey, solo tenía ojos y mente para su marido, su reino había quedado en segundo lugar, cualquier cosa que quisiera su cónyuge, éste se lo consentía y se lo daba con gusto, si su amado estuviese triste, el rey se desvelaría a su lado hasta que ese sentimiento desaparezca. El territorio también sufrió cambios, sorprendentemente su economía mejoro, las concisiones de vida eran dignas para todas las personas, estaban en tranquilidad, muchos decían que era por amor que crecía entre los gobernantes. Solían pasar varias horas juntos, no hacían falta palabras para transmitir lo que sentían, un cálido y cómodo silencio era suficiente para ellos. Era toda una cálida convivencia entre estos dos enamorados...pero lamentablemente no todo es color de rosas; estalló una guerra por parte del otro reino, quien tenían envidia de la fortuna y gran economía del territorio del Monarca. Ante esta desafortunada noticia, el rey preparo a sus caballeros, preparo su espada y tropas para luchar por su reino, por su amado, por su futuro. Antes de partir hacia el campo de batalla, deposito un suave beso en los labios de su esposo el cual estaba completo de nervios, preocupaciones, angustia, ira, era un manojo de emociones, temía por la vida de su marido y el del reino. Sin más, el rey recibió un beso junto un abrazo por parte de su amado, debía de irse lo más pronto posible.
Entre fuego y espadas, tropas y caballos, ahí se encontraba él, el monarca, luchando por su reino, pero él sabía bien que por quien luchaba era por su amor, por a aquella persona quien le dio todo; noches de desvelo por su salud, preocupación por su bienestar, cálidas palabras de aliento para seguir, un hogar, felicidad y tranquilidad, no podría permitir que algo llegara a pasarle por su culpa.
El reino de nuestra Majestad había ganado, pero lamentablemente hubo un sacrificio para que el territorio estuviese en paz; el rey ya no estaba. El reino cayó en una gran angustia y estaban de luto, pero quién más sufría era aquel muchacho que había entregado todo junto a su corazón a ese hombre, no podía con su pesar, sentía que era su culpa por no haber ayudado, pensaba que tal vez si hubiera ido a luchar junto a él esto no estaría pasando, no podía digerir que ya no estaban juntos para que lo consolara, para limpiar sus lágrimas, darle caricias hasta dormirse, darle un abrazo y decirle -"no pasa nada, estoy aquí para ti"-, sin embargo, se encontraba solo en aquella habitación que solían compartir, devastado, no sabía qué hacer para curar ese dolor en su pecho, en su corazón, en su alma. Entonces lo comprendió, supo que ya no podía seguir, no sin él, no sin su único amor.
En aquel balcón del castillo se podía observar el hermoso cielo negro salpicado de pequeñas y brillantes estrellas, también se podía ver a un amante destrozado, con ojos hinchados de llorar por horas, cargando un puñal con el cual creía encontrar la felicidad, la felicidad junto a su esposo. Soltó una lágrima, no sabía si de tristeza o felicidad, pero ya no le importaba derramar sus últimas lágrimas, ya no tendría por qué llorar si estaba junto a él, sin más, dio un pesado suspiro junto a una sonrisa y encajó aquel objeto punzante en su corazón, el cuál ya había entregado completamente a aquel rey de mirada dura pero dulce sonrisa. Calló en aquel piso frío de piedra en aquel balcón donde acostumbraban a contemplar el cielo y hablar del futuro. Se escuchaba de fondo los pájaros de la noche, cómo la gente hablaba, como reían ciertos niños, segundos después ya no podía escuchar ni ver nada, solo un pitido y aquella luz que le mostraba el camino. Avanzó con sus pies descalzos por aquel pasillo blanco; estaba perdido, no sabía hacía donde iba, quien era, sentía que algo buscaba, algo había perdido pero no sabía qué, solo siguió avanzando, camino hasta divisar una silueta con destellos dorados -¿Hola?-, logro decir con la poca voz que tenía, aquella figura volteo, lo vio, lo había encontrado, ya tenía todo claro; ese era su lugar, su nuevo hogar junto a su rey quien lo recibió con un -"te estaba esperando, mi amor"- lo miró por un momento con sus ojos abiertos, para luego achinarlos para mostrar una gran sonrisa de conformidad y felicidad, por fin estarían juntos sin que nadie los molestará y mucho menos separara.
Se dice que, si prestas la suficiente atención en una noche despejada, puedes ver allí arriba, dos estrellas, las más brillantes que parecieran que jamás morirían de lo resplandeciente que son, aquellas dos estrellas, eran ellos, el rey y su marido, quien ni la muerte los separó, amándose como el primer y último día. Si observas aún los puedes ver en el gran cielo, brillando sin parar, así como lo hace su amor por el otro.

BUENAS BUENAS CABEZAS DE TUTUCAS, espero que les haya gustado y si es asi les agradecería que me donen treinta y seis dólares a mi cuenta JAJSSAS que pedía

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BUENAS BUENAS CABEZAS DE TUTUCAS, espero que les haya gustado y si es asi les agradecería que me donen treinta y seis dólares a mi cuenta JAJSSAS que pedía. Nah, ya en serio, espero que les haya gusta, si hay algo mal escritido solo díganme y ta, MUCHAS GRACIAS POR TODO, NOS VEMOS EN OTRA CREACION MUGRIENTA :D

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