Cobardes

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-¿Kazutora que estamos haciendo?- Preguntó Chifuyu, con los ojos nublados de lagrimas que no salen, que le nublan la vista e impiden ver el camino, Su voz tiembla, sus manos tiemblan, toda su alma tiembla y amenaza con romperse al más mínimo roce. 

-No te acobardes ahora- Rogó Kazutora, ocultando su tristeza y miedo en el fondo de su ser como todos sus años en la cárcel le habían enseñado.

Rogaba que Chifuyu no se acobardara ahora, no después de conducir hasta al cementerio a la madrugada, no después de interrumpir el sueño de los muertos, no después de asaltar la lapida de la familia Baji. No podían arrepentirse ahora, no a medio camino, no podían seguir siendo cobardes esa noche. No la noche que robarían las cenizas de su difunto amado: Baji Keisuke.

Kazutora estaba de cuclillas, con una palanca en sus manos, la cual uso para remover la lapida encontrándose con las pequeñas cajas de cartón donde residían las cenizas de la familia Baji. Tomó con sus manos temblorosas de frio y angustia aquella que pertenecía al dueño de los recuerdos que unían a los dos protagonistas de esta historia, persona que dejo de serlo y se convirtió en un recuerdo del ayer, tiempo que produce sonrisas y llantos en la nostalgia de sus memorias.

Tomó la pequeña caja y volteo a Matsuno para que la tenga mientras él cerraba la lápida, si lo hacia bien nadie se daría cuenta de su crimen. Pero al voltear no reconoció al hombre detrás suyo, Chifuyu se veía tan mal, tan indefenso, él nunca se veía indefenso, era alguien decidido y atento como su jefe en la cotidianeidad de la tienda de mascotas, parecía estoico en la vida cotidiana, mantenía la calma y sonreía dulcemente a los gatos callejeros, pero ahora, ahora parecía otra persona, en sus ojos color cian se transparentaba la tristeza y el miedo, como si hubiera dejado de ser un hombre, era ahora tan solo un niño pequeño, indefenso ante al mundo, que no sabe como actuar, atado a promesas rotas antes de que él nazca, promesas escritas en el tiempo. 

-Matsuno- Llamó Kazutora, tratando de regresar al hombre al mundo, pero no pudo, ahora estaba solo ese niño pequeño que tenia los ojos cargados de lagrimas por culpa de acciones que no eran suyas. Kazutora se puso de pie frente suyo y volvió a llamarlo- Chifuyu -Nunca antes lo había llamado por su nombre, demasiado intimo, Kazutora cree que nunca antes se han tocado, porque recordaría el tacto de aquellas manos; más pequeñas que las suyas llenas de cicatrices y callos por el mundo que tuvo que cargar el solo tanto tiempo.

Chifuyu parecía no escuchar sus palabras, pero su cuerpo tembló violentamente al tacto de las manos de Kazutora sobre las suyas, guiándolas para agarrar los 21 gramos de alma que residían en aquella pequeña caja. Kazutora no dijo otra palabra, parecía entender que dijese lo que dijese Chifuyu no lo escucharía, dejo despacio las cenizas en las manos de Chifuyu, este las miro, y al fin, sus lagrimas se derramaron, un explosión de sentimientos lo ataco, tratando de liberar en aquellas gruesas lagrimas que surcaban su rostro el dolor de la perdida, el desgarro del reencuentro con la realidad, en donde Baji, todo lo que quedaba de su Baji-san en este mundo empírico eran unas cenizas en una insulsa caja. Lloró en silencio, con el dolor en su garganta, queriendo dejar el grito que soltó ese día que Baji-san lo dejo en aquel chatarrero de autos. Abrazó torpemente la caja del fino cartón, no había respeto inmaculado como le habían enseñado a tener a los muertos, solo había un deseo de calmar el dolor en su alma destrozada.

Con un llanto callado para no delatarlos, Kazutora trataba de mantenerse estoico en la situación, termino de acomodar la lápida en su lugar, y sobre ella las flores marchitas que Chifuyu dejo hace semanas allí.

Dios los perdone ¿Por qué estaban haciendo eso? Oh si, por aquella carta, carta perdida entre las cientas de cartas que Baji le escribió a Kazutora. Con esa mala caligrafía que Baji no tuvo tiempo de mejorar, escribió una frase que ni él mismo no Kazutora tomo en serio ese momento.

Promesa post mortemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora