JAXTON
—No me puedo creer que quieras volver a pasar por eso— Hugo me miraba muy serio, sentado de brazos cruzados en el sofá. Acababa de detener la película que estaba viendo porque, con decirle tan solo una frase, había logrado ganarme toda su atención.
—No es que quiera, es que no me queda otra— me defendí, estaba harto de que todos mis amigos me repitieran lo mismo.
Claro que veía el peligro de la situación, no era imbécil, pero a veces solo podemos jodernos y aceptar lo que se nos viene encima.
—Claro que te queda otra.
Suspiré y supe lo que me iba a decir. Siempre era lo mismo, el mismo cuento y ya me lo sabía de memoria.
—Mira, da igual— me incorporé y me levanté de la silla en la que estaba— No quiero seguir hablando de esto.
Empecé a andar hacia el pasillo pero volví a escuchar como resoplaba en bajo.
—¿Quién irá contigo?
Me giré mostrando mi sorpresa.
—¿Te estás ofreciendo como padrino?
Y me puso mala cara.
—¿Tu eres gilipollas?— me espetó pero vi que sonreí de medio lado.
—¿Lo eres tú?— y le sonreí de vuelta.
Me puso los ojos en blanco y se recostó hacia atrás.
—Iría pero...
—Lo sé, lo sé— sabía de sobra que Hugo no podía mostrar su careto por ahí cerca porque si aparecía la policía y le detenían, se le caería el pelo y no podíamos arriesgarnos a que eso sucediera.
—Entonces ¿quién?— inquirió de nuevo.
—David.
Pareció pensárselo durante unos segundos. Siempre hacía eso, tenía que valorar todas las opciones antes de decidir que estaba yendo por el camino adecuado, por eso era mi mejor amigo, para mantenerme dentro del camino, o al menos intentarlo porque había veces en las que yo me esforzaba bastante por intentar desviarme.
Al final acabó asintiendo, conforme.
—Bien. Pero llévate a Xavier por si acaso. Y quiero hablar con Adam de todo esto. Sigue sin parecerme bien.
Asentí un par de veces, sabía que no había nada que pudiese decirle para hacerle cambiar de opinión.
Estuve a punto de alejarme definitivamente hacia la puerta. Había quedado a comer con mi madre y mis hermanas y, como siempre, iba a llegar tarde, pero volvió a hablar, deteniéndome en seco.
—¿Irá Charlotte?
Al escuchar aquel nombre algo en mi estómago se removió violentamente. Seguía sin acostumbrarme a esa sensación, de hecho, tan solo la había sentido con otra persona que no fuera ella, en concreto, una morena muy expresiva y con un odio profundo hacia las motos.
Aparté a Lydia de mi cabeza y me centré en mi amigo.
—No lo sé— dije con brusquedad.
—Pues deberías saberlo. Sabes que cuando está ella no te concentras igual.
Llevaba razón, la presencia de Charlotte siempre era un riesgo, por eso le había pedido que dejase de ir a ver mis carreras, claramente no me había hecho ni caso.
—¿Hace cuánto que no hablas con ella?
—No lo sé— me crucé de brazos, incómodo— ¿Qué más da?

ESTÁS LEYENDO
Y si llueve, petricor
Romance¿Qué harías tú cuándo esa vocecilla de tu cabeza no para de repetirte una cosa? Que no eres perfecta. Lydia tiene que soportar vivir con esa voz, día tras día, tratando de ignorarla pero, muchas veces, no resulta nada fácil. La voz interior de Jaxt...