99: Una palabra

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Alger los miró a ambos y por un instante hubo un silencio incómodo.

—¿Así es como me recibes después de casi veinte años sin vernos? Has perdido tu cortesía, Alger— dijo ella con voz seria.

Alger agitó la cabeza.

—Una disculpa, Leonor. Tienes razón, he sido descortés, es solo que no esperaba verte— respondió y después se acercó, tomó su mano y le dio un beso, ella respondió con una reverencia. Luego la bebé robó toda su atención. La mujer la miró y extendió los brazos, la pequeña enseguida levantó los suyos.

—Vaya. Nunca había hecho eso— dijo Alger entregando a la niña.

—Eso es porque será una niña muy gentil— respondió ella mientras la bebé comenzaba a jalarle el cabello con sus manitas pegajosas.

—Hazle caso, ella sabe de bebés— habló al fin Fred. Luego atrapó un par de llaves en el aire.

—Deberías apresurarte, me hace falta pañales, leche, fruta y productos de limpieza, lo demás ya lo sabes, lo de cada semana — ordenó Alger.

Fred dejó caer los hombros.

—Esta bien. Vuelvo en un par de horas. Nos vemos, amor —dijo dándole un beso de despedida en la mejilla a su esposa.

Cuando Fred se fue ella le dio una mirada de descontento a Alger. Fue a la sala y se sentó con la bebé. Alger fue tras ella.

—Sé que estás enojada, lo lamento.

Ella lo ignoró y se fijó en la bebé.

—¡Solo mira a esta niña! Su cabello, sus radiantes ojos son como dos hermosas esmeraldas y esa boquita. Sus labios son delgados, pero tan rosaditos, seguramente son los mismos labios de su madre... Esas pecas son todo una sorpresa, tengo que admitir. Será una señorita realmente hermosa. No dudo en que tendrá muchos pretendientes. Además... Su olor, su esencia es particular, algo único.

La mujer examinaba a la bebé quedando cada vez más asombrada. Por un momento ignoró completamente a Alger, pero al final lo miró con excepcional juicio. Alger sintió escalofríos, Leonor era un vampiro sangre pura y a ella no podía engañarla, no era como su esposo, siempre exigía respuestas y era de un carácter recio.

—Sabes lo que más me sorprende, Alger. Ella no tiene ningún parentesco contigo. No es tuya, pero tiene esencia demoníaca. ¿De dónde has sacado a esta pequeña? Que yo sepa no has tenido una relación... No con una chica.

Alger tomó asiento en un sillón quedando frente a ella.

—Siempre me ha gustado eso de ti. Eres directa.

—Bueno. Tengo que enterarme de mucho. Un día llamas a mi marido y todo cambia de repente, lo has hecho en un sirviente total. Finges tu muerte y Fred me habla de un bebé, ni él sabe de dónde lo sacaste y no te iba a preguntar.

—No, él no, pero tú sí —confirma Alger.

—Exacto. Tengo siete hijos, Alger. Sé perfectamente lo que es ser una madre ejemplar. Y eso es lo que me preocupa. Ya he querido venir corriendo muchas veces cuando Fred me dice que ella enferma o algo similar, pero no lo hago porque suponía que un día mi esposo me diría: "la madre de la niña ha llegado", pero creo que eso no pasará. Lo que quiero que me digas ahora mismo es: ¿Quiénes y dónde están sus padres?

Alger estiró los brazos al rededor del sillón y puso un pie sobre la rodilla del contrario.

—Sus padres están muertos — dijo sin más, con tanta naturaleza que Leonor no supo qué decir. —La rescaté. Solo nos tenemos uno al otro.  Su padre era un demonio, uno fuerte, y su madre una humana. Los héroes querían quedarsela, por eso tuve que mandar a esos idiotas a que la rescataran. Es hija de un villano y no podemos confiar en los héroes, la hubieran tomado como experimento. Solo mira a tu alrededor, Leonor, ¿parece que tengo en malas condiciones a mi niña?

HERENCIA ⚠HISTORIA EN EDICIÓN⚠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora