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El reloj marcaba casi las diez de la noche, los señores Jeon cenaban en perfecta armonía en la mesa del comedor

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El reloj marcaba casi las diez de la noche, los señores Jeon cenaban en perfecta armonía en la mesa del comedor. Jungkook los miraba con desdén desde la sala, en donde acompañaba a Namjoon. El contador había estado junto a él y Namu cada tarde, tal como hizo antes del parto, y continuó haciendo después de este. Sólo habían pasado dos días desde que fue dado de alta, de todos modos.

―¿Por qué tienes esa cara? ¿Te estoy incomodando? ―Namjoon lo sacó de su burbuja de pensamiento, y el chico negó al instante. ―Igual, es un poco tarde, quizás quieres ir a dormir.

―No, no es eso... tranquilo ―apoyó inconscientemente su mano en el muslo del mayor, quien sostenía al bebé entre sus brazos. El bebé estaba profundamente dormido, ajeno a todo lo que lo rodeaba.

―¿Tienes hambre? ―insistió, buscando una razón por la cual Jungkook lucía entre angustiado y molesto. ―Debiste ir a cenar cuando tu madre nos dijo.

―Joonie, no tienes idea ―rodó los ojos. ―Ella sólo finge ―aseguró el menor entre susurros, manteniendo la conversación sólo para ellos dos.

Y es que, desde hacía demasiado tiempo que el pequeño Jeon notaba el juego cínico que se traía su madre, cuando de Namjoon se trataba. En principio, creyó que su insistencia en que Seokjin saliera con él, realmente se debía a que era un hombre decente y de bien, además de compartir el mismo estrato social. Con el tiempo, y en sus momentos más retorcidos, consideró que Yeojoo estaba secretamente enamorada de Namjoon, idea que finalmente descartó, porque simplemente se le hacía perturbador el sólo pensarlo. Sin embargo, últimamente, consiguió descifrar su estrategia. Básicamente, la mujer pretendía ser una buena madre, atenta y amorosa con Namjoon, siendo cordial, invitándolo a la mesa, por una sola razón. Dinero.

Era descabellado, ya que ellos no carecían de este. Su padre era inversionista, y por lo que Jungkook sabía, el hombre tenía buen ojo y sus negocios se mantenían en un sano crecimiento. Pero, su madre era ambiciosa y también pretenciosa. En sus reuniones sociales, a las que muchas veces fue obligado a asistir, en su época escolar, la escuchó presumir a Seokjin, el hecho de que estaba rindiendo bien en la universidad, que se graduaría con honores, pero jamás mencionando en qué carrera. Por eso, fue tan brutal el que terminara casado con Taehyung, y todo lo ocurrido después. Por lo que, ahora que había un vínculo irrompible entre las familias Kim y Jeon, Yeojoo disfrutaba la tranquilidad que le producía a su imagen que uno de sus hijos si atrapara, de cierta manera, a un pez gordo. Namjoon, como único heredero de sus padres, era una joya digna de exhibir y presumir. Quizás esa fuera una de las razones por las que Jungkook se sentía tan reacio a usar el apellido Kim en Namu. Sería darle en el gusto a su madre, y no lo soportaba. Fuera de todo ese circo de sonrisas falsas, su madre era distante y fría cuando Namjoon no se encontraba en casa, al igual que con su nieto. Era más que evidente que no le importaba. Pero, aparecía el contador y su expresión y actitud mutaban del cielo a la tierra, portándose amable y amorosa.

Ni tan JUNTOS, ni tan REVUELTOS - YoonKook/NamKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora