Capitulo. 50

5 1 0
                                    

— ¿Por qué no puedo pasar? ¡Son mis hermanos!

Pero nada de lo que pude decir o hacer logró ablandar el corazón de aquel horrible policía que custodiaba el acceso a las celdas donde recluían a mis hermanos. Se los habían llevado sin que pudiésemos hacer nada y la desesperación me ahogaba con cada hora que ellos pasaban allí ¡Ni siquiera sabía si estaban bien! La señora Brown me acompañaba en el intento de darme aliento; sin embargo, la pobre mujer también temblaba de miedo tras presenciar cómo esos bárbaros se llevaron a Jane de la tienda. No sabía si tenían a Harry, pues aquella mañana mi hermano se había marchado al campo con los Russo y aún no tenía noticias de ellos. Rogaba por qué no fuese así y Harry pudiese esconderse hasta aclarar aquel asunto. En otras circunstancias no temería de resolver una acusación tan absurda, pero la sola mención de Abraham Stephen era suficiente para saber que aquello se trataba de una certera puñalada al corazón por su parte. Su advertencia aún resonaba en mi mente, mis decisiones nos habían dejado a merced de ese monstruo.

— Tranquilízate cariño, quizás es parte del procedimiento. — Intentó mediar la señora Brown, pero la ira recorría mi sangre impidiéndome pensar con claridad.

— ¡Esto es un atropello! — Grité, mis puños golpearon el mostrador con tal fuerza que mis manos resintieron el daño, pero no me importó.

Mis acciones parecieron hartar al policía, quien, como si estuviese ante el criminal más violento del país, se colocó en pie amenazando con utilizar la fuerza.

— Basta, le pediré que salga de nuestras oficinas. Su comportamiento es inaceptable y podría arrestarla por ello. — Escupió y no pude odiarle más. A punto estuve de gritarle una verdadera grosería, cuando nuevos gritos atrajeron la atención de todo el departamento de policías.

— ¡Suélteme!

Reconocí la voz de mi hermano en menos de un instante. El aire escapó de mi cuerpo y me sentí mareada, cuando observé a un grupo de policías forcejear con dos hombres en la puerta de entrada. Harry... Sin dudarlo intenté correr hacia mi hermano, pero entonces la señora Brown me detuvo evitando que me involucra en aquel enorme desastre. Harry luchaba ferozmente por librarse del par de policías que le arrastraban hacia otra dirección, mientras tras ellos tres más intentaban controlar a Tony Russo quien parecía un toro enfurecido.

— ¡Harry! — Le llamé a gritos logrando que este me observase. Su pómulo tenía un feo raspón y su ropa estaba vuelta un desastre.

Pensé que gritaría, que intentaría correr hacia mi protección; pero en lugar de ello, vi como sus ojos parecían querer salirse de sus cuentas, Harry palideció en un instante y el verdadero terror se reflejó en su rostro... Un escalofrío recorrió mi espalda, pues solo había visto esa expresión una vez... La noche del incendio.

— ¡Salvajes! — Se quejó el dichoso policía. — Llévenlos a celdas separadas. Y ustedes ¡Salgan de aquí ahora mismo!

Ni tiempo tuvimos para pensar cuando otro par de policías nos arrinconaron dispuestos a sacarnos del lugar, hubiese deseado poder gritarles todo lo que pensaba, correr hacia mis hermanos y liberales, deseaba golpear el rostro de ese policía tonto y destrozar la ridícula sonrisa que Abraham seguramente tendría en esos momentos. Estaba harta de ese hombre.

Pero, hacer algo así no sería nada inteligente y tan solo nos perjudicaría. Si el miserable policía decidía apresarme también ¿Qué harían mis hermanos pequeños? Bell, Lineth, Charly, Peter, Claid, Rose, Lila... Si yo faltaba, se quedarían solos. No podía cometer errores a causa del huracán de ira que amenazaba con dominarme. Así que tragándome mi orgullo decidí obedecer y junto a la señora Brown, abandonamos el lugar en contra de nuestra voluntad. Una vez fuera no pude contenerme y un grito de frustración, se escapó de mi garganta, poco y nada me importaba ya si los transeúntes se fijaban en nosotras.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora