Capitulo. 51

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El frío de la noche me era completamente ajeno en comparación a la tormenta que aquejaba mi ser. Un té no era suficiente para calmar mis nervios al saber que mis hermanos pasarían la noche en aquella celda... No terminaba de entender como había sucedido todo aquello. Abraham nos arrinconó antes de que pudiese darme cuenta disfrazando sus verdaderas intenciones a la perfección. Ahora entendía que el emborrachar a Elizabeth fue el punto final de su treta para conseguir la información que necesitaba...

¿Pero cómo fue que mis hermanos terminaron involucrados en tal accidente? Ellos se habían negado a decirme que sucedió esa noche en muchas ocasiones y ahora entendía por qué, sin embargo, incluso ante una situación tan riesgosa, nuevamente se negaron a hablar y no pude dar con la verdad antes de que el policía volviese a sacarme del lugar. A ese paso el juicio contra ellos llegaría en unos días y ni siquiera sabía cómo defenderlos...

La pluma giraba entre mis dedos sin saber realmente como comenzar aquellas cartas, Eleonor debía saber lo que estaba sucediendo, pero tan solo habían pasado días desde su partida y conociéndola sabía que era capaz de dejarlo todo y regresar para ayudar, aunque realmente ninguna de las dos pudiese hacer algo relevante. La otra carta era para Andrew, por primera vez el amor parecía haberse esfumado de mis letras y en su lugar la desesperación, el miedo y las preguntas parecían arder en cada párrafo.

Un ligero toqué en la puerta de nuestro silencioso hogar llamó mi atención. Francis y Ashton Russo eran mi única compañía y protectores en caso de que ocurriese algún problema, mientras que las otras familias se terminaron atrincherado en sus hogares atentos a cualquier movimiento. Había decidido quedarme en casa para no asustar a los pequeños con mis preocupaciones y al mismo tiempo despistar a Abraham si se atrevía a intentar algo. El mayor de los hermanos no dudó en levantarse del sofá y con hoz en mano, se acercó cauteloso a la puerta.

Mi piel se erizó en un instante y el miedo me invadió paralizándome, realmente no quería creer que estuviésemos en peligro, una parte de mí aún intentaba convencerme, en el intento de conservar la calma, de que estaba exagerando... Pero no estaba exagerando, Abraham demostró en muchas ocasiones ser capaz de cualquier cosa y no dudaba de que pudiese enviar a alguien para lastimarnos. De pie, junto al sofá que antes ocupaba, me paralice y Francis no tardó en pararse frente a mí, cubriéndome con su cuerpo de cualquier situación que nos esperase tras la dichosa puerta. El silencio se convirtió en una tortura mientras observaba a Ashton avanzar, y el sonido de la cerradura me pareció angustiante. En mi mente vislumbré el rostro demoníaco de Abraham y tan solo pude rogar porque aquella pesadilla acabase.

Pero de pronto, en la penumbra de la noche que apenas y se vislumbraba a través de la rendija de la puerta, una pequeña lámpara de aceite iluminó tenuemente la figura de un hombre diferente al demonio que esperábamos y sin dudarlo salté en su dirección deteniendo a Ashton de cualquier locura.

— Espera. Es el señor Archer. — Advertí a lo que el eludido se quitó su sombrero, revelando finalmente su rostro.

— Buenas noches. — Saludó observando atentamente al muchacho que aún empuñaba la hoz, tan tenso como una cuerda de violín.

— ¿Cómo se le ocurre? ¡Haga algún ruido hombre! — Chilló el pobre Ashton presa de sus propios nervios. El muchacho dejó la hoz en el suelo nuevamente y se estrujó el rostro con fuerza. — Por todos los cielos... Pude haberle hecho daño. — Frustrado y nervioso, mi guardián volvió a alejarse de la puerta y con las manos, aun temblando, vociferó — ¡Necesito un trago!

Con la marcha de los hermanos Russo a la cocina, el señor Archer finalmente se adentró de la casa y en silencio observó el lugar detenidamente.

— Parece que la tensión del momento les ha afectado. — Comentó la estatua sin emoción alguna. — ¿Dónde están sus hermanos?

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora