Capitulo. 65

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Jamás creí que aquella hermosa mansión pudiese convertirse en una terrible prisión, pero al casarme con Abraham supe que la paz era un concepto ajeno a aquella familia. Sin embargo, tras un mes de sucumbir antes, la amarga tristeza encerrada entre las paredes de la mansión; entendí que si no luchaba por mantenerme cuerda, todo mi plan se vendría abajo. Mi sacrificio debía servir para echar a Abraham de New Hope, por lo que permitir que mis tontos sentimientos me consumiesen no estaba permitido.

Ser positiva era mi única salvación. Así que me convencí de estar exagerando todo, aunque mi corazón fuese pisoteado por mis propios pensamientos día a día, tan solo estaba exagerando...

Y aunque mis sentimientos se tornaron amargos, poco a poco comencé a darme cuenta de que realmente no era tan horrible vivir en la mansión. Abraham no tenía un verdadero interés en mí, o quizás no encontraba una forma de hacerme pagar mi osadía. Pero de un modo u otro, el hombre finalmente parecía olvidarse de mi existencia.

Pero bastó su presencia para derrumbar todo ánimo que forcé a existir...

Recostada sobre la cama, no encontré las fuerzas necesarias para levantarme aquella mañana. Por suerte Abraham había decidido desfogar su ira con alguna mujer de la ciudad, olvidándose por completo de mí y permitiéndome dormir en la habitación qué usualmente ocupaba cuando él decidía humillarme. Mil pensamientos bailaban una caótica danza en mi mente, parecían divertirse pisoteando cada rincón de mi cabeza sin importarles el enorme dolor que me provocaban...

No podía dejar de pensar en todo lo sucedido el día anterior, las palabras de esa mujer, la presencia de ambos, sus miradas, la forma en que se hablaban... Me dolía y eso solo me enojaba aún más ¿Por qué debía dolerme algo así? ¿Es que aún no era capaz de entender? Andrew era un mentiroso que tan solo había jugado con mis sentimientos... Sentir algo más que repulsión por él, era motivo suficiente para golpear mi cabeza contra la pared. Me negaba a ser tan tonta como para amar al causante del destrozo que reinaba en mi corazón.

Los recuerdos eran una tortura y el jardín incluso se había convertido en un lugar prohibido para mí a causa de él, de su presencia, que no paraba de perseguirme día y noche. ¿Cuántas veces soñé con que volviese? Cómo un caballero de flamante armadura dispuesto a llevarme lejos, aún en contra de todo lo correcto, dispuesto a sobreponerse a cualquier obstáculo para amarme tanto como yo quería amarle.

Pero me gustase o no, debía asumir que aquellos sueños eran solo eso... Tontos anhelos de un futuro que no existiría porque aunque yo estuve dispuesta a dejarlo todo, él prefirió buscar otros brazos que le fueran más beneficiosos.

— ¿No crees que ya es hora? Su baño se ha enfriado tres veces. — Se quejó Clara con una leve sonrisa maternal. Jamás había tenido un hermano mayor; sin embargo, podría considerarla como la mejor candidata, aunque realmente yo fuese la mayor.

— Clara, aunque aprecio enormemente tu esfuerzo, sabes bien que no me importa si el agua está fría. — Bufé, cómo niña. Realmente no quería volver a enfrentarme a un momento como el ocurrido en la cena de aquella noche.

A pesar de creerlo imposible, la sola presencia del todos los hermanos consiguió que la mansión pasase a asemejarse al mismísimo infierno, era como si hubiese vuelto en el tiempo...

Abraham no tuvo más remedio que aceptar la violenta intromisión de Andrew, permitiendo que él y su esposa se quedasen en la mansión hasta que el tonto muchacho, al que mi corazón seguía empeñado en prestarle atención, buscase otro lugar donde vivir. Aiden y el mismísimo Abraham no lo tomaron bien, como era de esperarse; la relación entre esos tres parecía ser un continuo camino de espinas en el que se empujaban unos a otros para salvarse a sí mismos. Lastimosamente, no tuve oportunidad de hablar con el pequeño, pues aquel día me encontraba tan mareada que apenas y pude resistir la cena sin vomitar por enésima vez.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora