Los tenues rayos dorados del sol, se colaron entre los húmedos tablones de madera, como una luz cálida que irradiaba una sensación agradable al tocar mi piel; podía escuchar las aves despertar tras una larga noche; e incluso las gotas que habían quedado rezagadas en los techos, me hacían sonreír con su curioso sonido al golpear el suelo. Me sentía como en un cuento de hadas, una fantasía con un perfecto final feliz; hacía mucho que el frio de la noche había abandonado mi cuerpo y refugiada en sus brazos me sentía totalmente en paz, como si él hubiese sido siempre el escudo que necesité ante el miedo y la inseguridad.
Andrew dormía tranquilamente, su rostro tan sereno y al mismo tiempo radiante, me recordaba a un niño; podía escuchar el latir de su corazón y sentir su respiración, la calidez de su cuerpo me envolvía como antaño alejando cualquier pensamiento molesto... Cuanto había extrañado tal sensación. Éramos solo él y yo.
Sabía que el mundo seguía moviéndose y no esperaría por nosotros, que los problemas seguían allá afuera y que pronto comenzarían a buscarnos; pero me encontraba completamente obnubilada. Quizás era una tonta enamorada, pero como una niña caprichosa, tan solo quería quedarme allí el mayor tiempo posible. Me deleitaba con el perfil de su nariz, el largo de sus pestañas y la forma de sus labios, el latir de su corazón se me asemejaba a una canción y estaba segura de que su calor jamás conseguiría hartarme.
Entonces un pensamiento cruzó fugazmente... Quería que durase toda la vida, irme a dormir con sus sonrisas y despertar en su pecho cada mañana, colmar mi vida de sus besos, seguir encontrándonos casualmente en la cocina, volver al circo o arrastrarle de compras a las tiendas más ridículas... Le quería a él, por el resto de mi vida...
"— Yo no quiero casarme jamás. — Sentencié aquella tarde en que llegué sumamente furiosa a casa. No esperaba encontrarme a mamá en la habitación junto a Eleonor y Elizabeth. Jane acababa de llegar a nuestro hogar, y todas intentábamos hacerla sentir como en casa.
— Vaya declaración, algo muy malo debe haber ocurrido. — Sonrió ella aligerando el incomodo silencio.
— E-Ese tonto de Bill, intentó robarme un beso. Dijo que seré su esposa. — La carcajada que soltaron mis hermanas menores no se hizo esperar.
— Que niño más tonto ¿Es que no sabe que Naomi es nuestra? Yo tampoco quiero que se case. — Sentenció Eleonor cruzándose de brazos.
— ¿Por qué no? La señora Prudence dice que lo más fascinante de su vida fue casarse con su esposo. — Interrumpió Elizabeth, soñando como siempre.
— Pues que vida más aburrida.
— Tranquilas, tranquilas. — Como siempre, mamá debió colocar algo de orden antes de que nuestras disparatadas ideas ocasionaran un conflicto entre las pelirrojas... Ella siempre sabía que hacer, que decir. — Contraer matrimonio no tiene nada de malo, pero tampoco puede ser a lo único que aspiren en esta vida.
— Pero tú nunca te has casado, mamá. — Me negaba en rotundo a pensar que ella pudiese apoyar algo así, el solo imaginarme besar a Bill me hacía arrugar el rostro.
— Porque nunca encontré al indicado...
— ¿A qué te refieres, mamá? ¿A caso hay una forma de encontrar a tu alma gemela? — Chilló Elizabeth, era claro el entusiasmo en su mirada. — ¿No se supone que son ellos los que deben buscarnos a nosotras?
— Por supuesto que no. Elizabeth, si el día de mañana una vaca te dijese que te quiere ¿Te casarías con la vaca?
— ¡No! — Chilló mi hermana al instante.
— Pues lo mismo pasa con las parejas, no importa de donde vengan, su color de piel, altura o cabello, ni siquiera cuánto dinero tengan; lo único que realmente importa es como las traten y como se sientan ustedes. — Aconsejó mamá tan sabia como siempre. — Pero en algunos casos, aun cuando encuentren a un hombre que las trate como princesas, que las cuide y las ame, puede que sean ustedes las que no estén preparadas.
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Jeune fille indomptable
RomancePudo pasarle a cualquiera, pero no. Esa gran tragedia le cambio la vida para siempre a ella... Ahora Naomi deberá ocuparse de toda su familia, deberá protegerlos de la maldad de otros. Tal vez se pierda a si misma. O Tal vez encuentre una luz en m...