Entre edificios altos cubiertos de nieve, en un callejón oscuro, nació una gatita de pelaje gris y ojos azules cielo. Mientras su madre la lamía para quitarle la suciedad, ella trataba de incorporarse. Cuando logró hacerlo, su madre la agarró de la nuca para llevarla a un lugar más seguro. Durante el trayecto se dispusieron a cruzar un paso de peatones al que un coche se dirigía con una velocidad que estaba muy por encima de la permitida. Al ver esto, la madre reaccionó rápidamente y lanzó a su bebé a la acera de enfrente. Sin embargo, no pensó en ella misma con suficiente rapidez, por lo que su cachorro vio como el coche la aplastaba.
Este era el trauma con el que la gatita había cargado durante toda su vida. Ahora, sin nadie que la acompañara, deambulaba por las calles de la ciudad durante el día y dormía en rincones apartados por la noche. Tampoco es que le importara mucho, era tan pequeña que ni siquiera se acordaba bien, pero sabía que estar sola de alguna manera no encajaba con ella.
Un día como cualquier otro, la gata rebuscaba entre la basura para tratar de encontrar algo que comer. En esos momentos, escuchó una dulce voz a sus espaldas.
—¿Estás hambrienta, gatita?
La gata se giró para observar a una mujer de pelo liso vestida con un jersey grisáceo y un pantalón vaquero de color negro. Tendió su mano hacia la gatita sosteniendo una galleta de pescado.
—Vamos, cómetela. No tengas miedo.
La gatita comenzó a dar lentos y temblorosos pasos hacia la mano de la mujer. Nunca antes un humano se había acercado a ella, por lo que no sabía lo que podría pasarle.
Dio un pequeño mordisco a la comida y la saboreó lentamente. Era lo más delicioso que había probado nunca. No se comparaba con trozos de hamburguesa con moho ni donuts rodeados de moscas.
—Pobrecita... No puedo imaginarme lo que habrás estado comiendo.
Pasaron las horas y la gatita comenzó a coger confianza. La humana acariciaba suavemente su pelaje y jugaba con ella, hablándole y haciéndole preguntas que a la gata le entristecía no ser capaz de contestar.
El cielo comenzó a oscurecerse y la mujer le dio a la gatita un mensaje que parecía querer quedarse grabado en su mente.
—Me tengo que ir, pero no te olvides de mí. Soy Natalia. Volveré —dijo risueña mientras acariciaba la oreja del animal.
Aquella misma noche, la gatita no podía dormir. Todavía estaba impactada por el momento en el que esa humana le dio atención. Había sido hacía tan solo unas horas, pero ella sentía cada segundo que pasaba como una eternidad. Se había sentido diferente. Había sentido que ya no estaba sola, se había sentido feliz.
Mientras dibujaba en su mente el rostro de la mujer, escuchó un sonido que se parecía al de unos cascabeles. El ruido no provenía de ninguna dirección, sin embargo se escuchaba por todos lados. La gata creyó que debía de estar alucinando, por lo que decidió tratar de conciliar el sueño, pero una voz se lo impidió.
—Bienvenida al Mundo Perdido de los Gatos.
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El Mundo Perdido de los Gatos [BORRADOR]
FantasyUna solitaria gata callejera, tras hacer migas con una humana, llega a un sitio muy extraño donde recibe el nombre de Mai. El Mundo Perdido de los Gatos es un lugar ideal donde cualquiera querría vivir para siempre. Sin embargo, hay algo que no le c...