— Suehiro ¿Gustas limpiar la mierda de tu perro? — Dijo con una voz chistosa Jouno, tenía una pinza para ropa en su nariz.
No hubo respuesta.
— Tecchou, contestame cuando te hablo. — Habló una vez más su pareja, bastante molesto.
— Bien. Así estamos. El perro se va. — En el momento en que dictó esas palabras el pequeño chihuahua empezó a ladrar en el regazo de su dueño, demostrando su descontento.
— No, no haz limpiado los pelos de tu gato. — Finalmente contestó Tecchou, sonando su nariz. Aparentemente Tecchou le tenía alergia a los pelos de gato.
Y querrán saber cómo llegaron a esta situación ¿Verdad? Pues, a Tecchou se le ocurrió la grandiosa idea de tener un perro, pero Saigiku no quería uno muy grande y terminaron con un chihuahua café en casa. A Jouno le agradó la idea de tener un bonito gato blanco persa, pero había un descontento por ambas partes: El olor de la caca del perro era muy fuerte para Saigiku (teniendo un departamento en planta alta, el perro no podía salir siempre a afuera) y Tecchou tenía alergia a los gatos, imaginen que justamente le toca tener uno muy peludo. Acordaron que ambos se harían cargo de las respectivas necesidades de sus mascotas sin molestar al otro.
El acuerdo estuvo vigente hasta hace dos días. Jouno lo rompió y no se quiso hacer cargo, sólo porque Tecchou se olvidó su mezcla de comida en el microondas y se descompuso, obviamente el peliblanco limpió ese mini Chernobyl y comenzó su semana de rebeldía.
— Tecchou, son sólo pelos, en cambio, tu perro deja MIERDA — Chilló — ME PUEDES MATAAAR.
Tecchou rodó los ojos ante la exageración de su pareja. — No digas eso, mira que yo sí podría morirme de alergia por el Señor Bola. —
— Pues Mechitas va a descomponer la casa y nos moriremos por los parasitos de las moscas. —
— Mentira. —
— YAA, LIMPIA LA CACA Y YO LIMPIO LOS PELOS. —
— No. Me dejaste de dar besitos. — Mencionó dolido el de ojos ámbar.
— Tecchou ¿Eres o te haces? Estás todo mocoso, ew. —
— Asi que si fuera un montón de mocos no me querrías, cierto —
Aunque Jouno no podía ver a su marido, sabía que lo dijo genuinamente. — Y yo si fuera una bola de pelos denominada gato me querrías, verdad — Contraatacó.
— Moriría por ti. — Saigiku tembló, odiaba cuando Suehiro se ponía muy sincero. Suspiró y fue abrazar a su esposo para darle un besito.
— Tú ganas mocoso. Limpiaré lo de mi gato, pero apúrate tú también. — Le sonrió mientras se levantaba del mueble dirigiendose a buscar la aspiradora.
Y así, concluía un tierno día domestico en la vida de estos dos.