3 meses pasaron desde que tuve ese sueño extraño con mi papá, y aún seguía pensando en lo que me dijo: ''Por cierto... Mike y Stephany son bonitos nombres.'' ¿A que se refería con eso?
No le conté a nadie sobre ese sueño, porque creo que debo averiguar que quería decir todo eso, solo. Debo admitir que todo esto, me da un poco de miedo, no se lo que se viene, pero se que no es bonito.
—En que piensas, amor?— la voz de Rafael me sacó de mis pensamientos. Lo miré a los ojos sin expresión alguna en mi rostro.
—En nada.— dije prestándole poca atención.
—Enmanuel, te conozco, que pasa?— insistía
—Es solo que, estoy preocupado por un asunto de la escuela, eso es todo.— mentí. El no me creyó, pero decidió no preguntar.
Rafael salió de mi casa para ir a visitar a su abuela, yo aún estaba muy pensativo, así que decidí salir a caminar un poco para despejar la mente. Agarré mi chaqueta y salí de la gran casa. Caminé hasta el parque mas cerca que había y me senté en una banca. Enterré mi rostro en mis manos, escondiendo las lagrimas que se aproximaban. Todo lo que ha pasado en los ultimos meses me tiene tan pensativo, y duele. Duele saber que todo va tan perfecto y en cualquier momento se derrumbará. Así es siempre, cuando mas feliz estoy, es porque algo malo me pasará.
El sueño con mi padre, Franco en la ciudad, los mensajes que no paran. Estoy muy cansado de todo esto.
De repente mi celular hizo un ruido avisandome que me había llegado un WhatsApp. Lo saqué de mi bolsillo y limpiandome las lagrimas lo leí.
''Luego no digas que no te lo advertí.'' Ugh! Era otro mensaje. ¿Cuando pararán? Apagué el movil con enojo y lo metí donde estaba antes. Me paré y comencé a caminar a la casa. Mañana Rafael y yo cumpliremos 4 meses juntos. Y sus padres amablemente nos dejarán la casa para hacer una cena romantica.
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Estaba frente a la casa de Rafael, muy feliz, debo de admitir. Abrí la puerta ya que él la había dejado abierta para cuando llegara. Desde la entrada de la casa había un camino de piedras que llevaba al comedor, seguí ese camino y ahí se encontraba mi chico sentado en la mesa con una gran sonrisa en su rostro. ¡Tan Hermoso!
La cena fue muy romantica. Uno que otro beso, palabras bonitas, miradas provocadoras... De todo un poco debo decir. Luego de cenar nos sentamos en el sofá abrazados.
—Feliz Aniversario, ángel.— le susurró. Enmanuel cerró los ojos con fuerza, pegando su boca al oído del otro.
—Hazme el amor, Rafael.
El mayor sintió como su cuerpo y su corazón vibraba ante sus palabras. Condujo al rubio de la mano hasta la habitación. Se observaron por unos segundos antes de acercarse el uno al otro y comenzar a desnudarse con lentitud, teniendo cuidado de besar amablemente cada trozo de piel que quedaba al descubierto. Rafael acunó su rostro entre las manos y lo besó con devoción, explorando su boca con suavidad, tratando de grabarse en la piel cada detalle de ella. El rubio enredó sus dedos en los rizos del mayor, acercando ambos cuerpos desnudos, hasta el punto de estar completamente pegados. Se separaron jadeantes y con sus corazones latiendo frenéticos.
El castaño lo tomó de la cintura y lo recostó dulcemente sobre la cama, posicionándose entre sus piernas, y comenzando a besarle el cuello castamente. No tenían prisa. Querían que el momento durara para siempre. Querían que sus cuerpos se grabaran el tacto y el sabor del otro. Querían que ese recuerdo los acompañara durante toda su vida.
El rubio emitió un gemido quedo cuando Rafael comenzó a tocarlo. Enmanuel rodeó la cintura del mayor con las piernas y lo atrajo más hacia él, pegando sus bocas con pasión, mientras sus uñas rasguñaban delicadamente su dorada espalda. El castaño agarró el lubricante y bañó dos dedos en el frío aceite, llevándolos a la entrada del joven. Enmanuel se arqueó y jadeó al sentir la lenta intrusión en él. Rafael comenzó a bombear dentro y fuera, sin despegar sus labios de la piel del cuello del menor. El rubio jadeaba levemente, sus agitadas respiraciones eran el único ruido que se colaba en la quietud de la noche.
Rafael sacó sus dedos del interior del menor y se estiró para agarrar un preservativo, pero la mano de Enmanuel se lo impidió. Miró a su novio con el seño fruncido.
—Es la primera vez que estaremos juntos. —Explicó Enmanuel.— Quiero sentirte completamente.
El castaño abrió la boca con sorpresa, pero no dijo nada y se limitó a sonreírle levemente. Enmanuel cerró los ojos y hundió la cabeza en la almohada, mientras Rafael se alineaba contra su entrada y se empujaba dentro de él de forma lenta y dulce. El menor apretó sus manos en dos puños contra la cama, sintiendo el calor del miembro del castaño sin restricción alguna por primera vez. Gimió lastimeramente al sentir como se amoldaba a él de forma inmediata. Su cuerpo había sido hecho para Rafael. Se pertenecían. Eran como dos piezas de rompecabezas fabricadas para encajar con precisión en la vida del otro.
Sintió como dos gotas saladas salpicaban sus mejillas al tiempo que Rafael daba la primera embestida, pero no eran sus lágrimas. Abrió los ojos y su corazón se encogió de dolor al ver al morocho llorar silenciosamente mientras se hundía en él. Levantó sus manos y le acarició las mejillas, haciendo que el mayor abriera los ojos. Ambas miradas se encontraron, los orbes esmeraldas con los zafiros.
El rubio gimió al sentir como le pegaba en el punto preciso. El castaño continuó moviéndose con lentitud pasmosa, de forma suave y delicada, repartiendo besos cálidos y lágrimas frías sobre el pecho del menor, que sollozaba en silencio.
El cuerpo de ambos se estremecía ante el placer. El menor pasó sus manos alrededor del cuello de Rafael, juntando ambas frentes. Se miraron a los ojos con amor, sin apartar la mirada en ningún momento. Ambos jadeaban quedamente, respirando con dificultad. Sus labios se unieron, mezclando el sabor de sus lenguas con el de sus lágrimas. Rafael apretó los ojos con fuerza, mientras sentía que el interior de Enmanuel se contraía en espasmos a su alrededor. El menor le mordió sensualmente el labio, al tiempo que su espalda se arqueaba y un gemido escapaba de su boca. El castaño sintió como las paredes interiores de Enmanuel se apretaban dolorosamente contra él, al tiempo que su corrida le manchaba el estómago. Mordió el cuello del menor y su cuerpo se estremeció, liberándolo dentro de su novio.
Enmanuel sintió como un líquido caliente lo llenaba y se sintió pleno. Ahora, Rafael había marcado cada parte de su cuerpo con su esencia. Nada podía cambiar eso. Él era de Rafael y Rafael era suyo. Sus labios se unieron nuevamente en un beso de lujuria y cariño, con pinceladas de dolor. Rafael hizo un ademán de alejarse pero Enmanuel apretó más su agarre alrededor de sus caderas.
—Quédate dentro de mí. —Susurró con la voz ronca, debido al llanto. Rafael asintió y los acomodó de modo que no le pesara al menor y ambos estuvieran cómodos. El rubio se negaba a separarse de él por un segundo, e iba a mantener sus cuerpos unidos hasta el amanecer. Cerraron los ojos, con el sueño y las ganas de seguir despiertos por más tiempo, luchado en su interior.
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Scream (Gay)
RomansaPrologo: Que pasa cuando todo a tu alrededor se derrumba? Cuando tienes que marcharte de tu ciudad para poder olvidar tu pasado? Pero, tienes tanto dolor en tu corazón, que no puedes dejarlo atrás. Sentías tanto y ahora sientes nada. Dabas todo y re...