Capítulo 2

8 1 0
                                    

Se adentró con tranquilidad a la recamara, observando fijamente al espectro frente a ella; que sostenía firmemente por la cintura a 2 de las jóvenes. Estas fruncían ligeramente sus cejas al no comprender, oscilando sus miradas entre ellas mismas o a la recién llegada; tratando así de entender tan solo un poco.

La azabache se mantuvo erguida en total calma, analizando la situación en busca de no tener bajas; consciente de las presencias femeninas a su alrededor.

El sujeto observaba burlón a la joven, sonriendo de medio lado hasta mostrar sus colmillos afilados; tambaleando sus dedos sobre la piel expuesta de una de las femeninas.

El kanji en su ojo izquierdo advertía e informaba a la azabache de su posición, reteniendo el aire un segundo; siendo obvio la tensión en el ambiente.

Justo cuando lleva una de sus manos al mango de la katana, en un rápido movimiento el espectro sujetó de la nuca a una morena; golpeándola fuertemente contra el suelo, asustando a las demás. Un chillido de dolor escapó de los labios de la agredida, temblando de pies a cabeza al mirarlo de reojo; percatándose de lo terrorífico y sádico se veía.

La joven de vestimenta negra desenvainó su nichirin serena, moviendo sus pies en la posición correcta antes de impulsarse; cambiando su trayetoria directa en un salto, pues, el hombre le había arrojada a la misma morena.

Los gritos de horror iniciaron, apresurándose a ir por su amiga mal herida; entregándole un pañuelo para que la sangre en su nariz parara. Mientras observaban aterradas la batalla.

La oji-rubí se deslizaba suavemente sobre sus talones, apareciendo una y otra vez en diferentes lugares; desesperando al demonio, que lanzaba zarpasos al aire. En un gruñido alzó sus manos sobre su cabeza adornadas por uñas largas, empuñándolas con fuerzas ante su arrebato; mencionando en voz alta su técnica de sangre.

En un segundo, la azabache aparece con una pierna flexionada y la otra estirada con la katana extendida en el aire; provocando una herida poco profunda en la piel del demonio, desde su costado derecho hasta su hombro izquierdo. Rápidamente la joven retrocedió unos pasos, observando fijamente unos pozos amarillentos y figura femenina; la cual, había protegido al hombre a su espalda.

La oji-rubí sabía que había otra presencia demoniaca, pero esta aun no se había manifestado hasta ahora; rodando sus pozos rojizos al fondo de la habitación, donde se encontraban aun las femeninas en shock.

-Necesitarás mucho más para... ma...tar... - sus palabras fueron cortándose lentamente, gritando de dolor sorprendida mientras caía de rodillas; llevándose las manos al pecho.

Unos kanji's antiguos empezaron a mostrarse en su piel grisacea, recorriendo todo su cuerpo de manera rápida; provocando más chillidos de su parte.

-¡¿Qué me has he... - no completó la frase al caer inerte en el suelo, convirtiéndose en ceniza al poco tiempo; quedando solo el hombre a menos de un metro.

-Con que tu eres la espadachín maldita - mencionó con una sonrisa ladeada, rasgando su brazo con sus uñas hasta hacerlo sangrar; formando unas agujas de sangre con él una vez fuera de su cuerpo. Sabía que debía ser precavido con ella, por lo que iría con toda para acabarla - Técnica de sangre: Lluvia Rojiza - con un rápido movimiento de sus manos, estas fueron en dirección de la azabache; que giraba para esquivar y cortaba otra en protección así misma.

Sin embargo, en un instante el demonio dio un salto atrás; dispuesto a culminar con su apetito con las jóvenes a su espalda. Pues, la azabache estaba combatiendo con las agujas de sangre. Más aun así, preparó su aliento al ir esquivando; atravesando como un rayo la habitación, cortando con una delicadeza la cabeza del demonio antes de ir por la morena. Esta rodó por el suelo, deteniéndose a la pies de la oji-rubí; abriendo sus ojos asombrados por la imagen que proyectaba la menor.

Luz de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora