Primer encuentro

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Año 1913, capital de Nuevo Orleans, Luisiana.

Las calles se encontraban inundadas por los residentes del lugar. Se podían observar familias en parques, parejas, amigas, caballeros yendo a sus respectivos trabajos, etc. Una vida pacífica para los habitantes... bueno, no para todos.

Entre toda esa paz, se encontraba un infante de aproximadamente 5 años de edad, el cuál, se hallaba corriendo y chocando con las personas, que a la par, pedía disculpas. Escapaba como si su vida dependiera de eso, ¡y claro que lo hacía! después de todo, robar para sobrevivir no es bien visto.

Aceleraba hasta donde sus pequeñas piernas le permitían, aunque esa velocidad ya se estaba disminuyendo, debido al agotamiento.

Estaba tan concentrado en escapar, que sin darse cuenta, choco con una joven refinada, una hermosa madre de familia.

Tiro la bolsa de la dama al suelo y al mismo tiempo, cayo de espaldas, al impactar con el cuerpo de la adulta

Se quejo un poco del dolor, pero al instante elevo su vista, divisando a la fémina, que lo observaba con una sonrisa cálida.

X: ¿Te encuentras bien, cariño? Ese fue un golpe bastante fuerte.

El pequeño se quedó petrificado por un momento, ya que, nadie lo había mirado de la misma manera, que esa joven de cabellos castaños. La personas con las que se cruzaba, siempre lo observaban con repugnancia y desprecio.

La castaña lo observó con preocupación y extrañeza, dado que no articulaba palabra alguna, incluso llego a considerar que era mudo.

X: ¿No puedes hablar? ¿Eres mudo?

El infante salió de su pequeño trance, debido a los inoportunos gritos de dos hombres adultos, que venían corriendo a su dirección. El pequeño niño giro su cabeza y parte de su cuerpo al lugar donde provenían aquellos gritos, se levantó rápidamente, recogió la bolsa de la mujer y se lo entrego pidiendo disculpas en el proceso.

X: M-me disculpo por haber tropezado con usted - Menciono nervioso- Le a-agradezco su preocupación, p-pero me tengo que retirar.

Sin esperar respuesta, salio huyendo, en dirección opuesta al de la mujer.

X: Que curioso niño - menciono con una sonrisa, que pareciera no querer irse de su delicado rostro- ¿No lo crees, Azael?

Un pequeño castaño, salió detras de las piernas de su madre, acomodandose, aún lado de la mujer. Contemplando el mismo sitio, donde el de menor estatura, se había retirado.

Azael: Así es madre - Volteo a ver, a su progenitora - Se encontraba tan asustado, que ignoro por completo mi presencia - Regreso su mirada, al lugar, donde anteriormente, observo al infante irse- Parecía un pequeño animal, escapando de un depredador.

X: jaja estás en lo correcto, hijo mío - Observo a su primogénito, con una sonrisa calida- Pero...¿Observaste sus ojos? Nunca había visto un azul tan hermoso.

Azael: - Asintió, ante lo dicho por su madre- Si. A pesar de que su atención no se situaba en mi persona, puede observar el bello color de ojos que posee.

X: Es una lastima que no lo volveremos a ver- solto un pequeño suspiro, de decepción- Es momento de que nos vayamos a casa, tu padre no tarda en llegar- Retomó su antigua dirección-

Azael: Si madre

Y así fue, como madre e hijo, empezaron su travesía de regreso a su hogar. Mientras tanto, el pequeño que se habían encontrado accidentalmente, seguía escabullendose de esos dos hombres que lo perseguían. Intentando de perderlos, pero parecía que sus esfuerzos eran en vano.

El ángel de la muerte [hazbin hotel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora