Capítulo 27 - ¿Qué ocultas?

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Al día siguiente me despierto con el ruido de alguien corriendo por todas partes en el piso de abajo. Lisa sigue dormida a mi lado y yo sigo escuchando lo que creo que es su madre o su padre, que ya ha empezado con los preparativos para la cena de Acción de Gracias de esta noche. Al final, me canso de los sonidos repetitivos y decido levantarme de la cama despacio y con sumo cuidado sin despertarla. De alguna manera milagrosa, lo consigo, y tomo unas cuantas cosas de mi bolso antes de escabullirme por la puerta en pijama y dirigirme al baño.

Se me hace tanto extraño estar en casa de Lisa, porque aquí es donde creció. Este es su hogar, probablemente ha pasado una gran parte de su vida entre esas paredes, y de alguna manera, me siento como si estuviera entrometiéndome en terreno privado. No pertenezco aquí. Puede que haya construido una vida aquí, pero yo ni siquiera tengo intención de formar parte de ella.

Suspirando, vuelvo a su habitación una vez que me he puesto lo bastante presentable. Sin embargo, sigue durmiendo y decido tragarme el nerviosismo que siento en la garganta y bajar las escaleras sola. Al llegar al último peldaño de la escalera, veo inmediatamente el cabello castaño de su madre en la cocina. Ella también me escucha bajar, porque antes de que tenga la oportunidad de revelar mi presencia, se da la vuelta y me saluda.

—Buenos días.

—Buenos días. —le respondo y le dedico una pequeña sonrisa.

—¿Tienes hambre? Puedo prepararte algo. ¿Tal vez pancakes?

Sacudo nerviosamente la cabeza y juego sin pensar con las puntas de mi cabello. 

—No, está bien, gracias.

Deja la cuchara en la mano y se vuelve hacia mí con expresión severa, pero juguetona.

—No dejaré que un invitado se muera de hambre en mi propia casa. ¿Qué tal unos cereales entonces?

Al darme cuenta de que es de mala educación rechazar su oferta, suspiro y le dedico otra pequeña sonrisa. 

—Bien.

Su cara se ilumina con una sonrisa, y no puedo evitar sentirme ligeramente divertida mientras la sigo con la mirada cuando corre por la cocina para traerme los cereales y la leche. Le habría ayudado, pero no tengo ni idea de cómo encontrar nada en esta cocina. En lugar de eso, le doy las gracias cuando me trae todo lo que necesito, y luego tomo asiento junto a la mesa y observo cómo continúa con los preparativos de la cena.

Cuando estoy tomando la última cucharada de cereal, escucho a alguien bajar las escaleras y, segundos después, aparece Lisa en el marco de la puerta. Inmediatamente, empiezo a sentirme ligeramente inquieta, aunque hago todo lo posible por ocultarlo. No quiero que su madre se dé cuenta.

—Buenos días. —nos dice a las dos, y yo solo asiento con la cabeza, mientras su madre le responde.

—¿Has dormido bien? —pregunta mientras pica unas verduras y las echa en una olla de agua hirviendo. 

—Decente. —se encoge de hombros mientras se dirige a la nevera para sacar un bote de jugo de naranja que se bebe en cuestión de segundos. 

Arrugo la nariz y le sigo con la mirada cuando tira el envase vacío a la basura. Ni siquiera se ha molestado en servir el jugo en un vaso. Su madre no comenta nada sobre su comportamiento y me pregunto si se habrá dado cuenta o le habrá importado.

—Te has levantado muy temprano. —me dice Lisa volviéndose hacia mí.

—Sí. —murmuro torpemente —Supongo que sí.

No dice nada durante unos largos segundos. Se limita a mirarme fijamente, como si estuviera tratando de entender algo, antes de reaccionar y enderezar su postura.

WICKED GAME (ROSÉ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora