30. Reconciliaciones

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En otro tiempo creo que me habría puesto a llorar, pero por increíble que parezca ―y aun a mí―, no estaba sintiendo nada tan extremo, aunque si una profunda desazón en mitad del pecho. Que Adam se casara solo significaba que había encontrado lo que buscaba, y que no estaba en mí. De algún modo eso me hizo sentir libre.

―Luego de la boda voy a marcharme, ya se los he informado a los señores Whitmore ―mamá me informa su resolución.

Luego de encontrarnos en el parque cuando regresaba del muelle con Cand y me ha dado la noticia, nos hemos venido a un café. Al principio solo hemos estado en silencio. También pensé que se estaba riendo de mí con el famoso, "siempre te lo dije"; pero no ha sido nada de eso y por el contrario parece lamentarse conmigo.

―¿Lo has decidido?

―Debí hacerlo hace mucho tiempo para no dejar que cayeras en las garras de Adam.

―Mamá.

―Esto es un insulto Elia a tanto tiempo de dedicación y trabajo, tanto que te he dejado de lado y sola para que pudiera corromperte.

―Mamá, ya déjalo.

―Nunca me he enojado porque no quiera tu felicidad, es que pienso que te mereces lo mejor. Alguien que te quiera y te valore y te dé un lugar especial.

―Esos son cuentos de hadas, hasta se podría pintar un cuadro así.

―Despierta Elia, anhelo que tengas algo mejor y no quiero que te eches a morir por esto.

―Es eso a lo que has venido, a asegurarte que no correré hasta Adam a pedirle una explicación ―expongo y ella ríe.

―Eres tan tonta que no lo harás, me alegraría si lo hicieras.

―Supongo que es así.

―Prométeme que no vas a hacer ninguna tontería, y que aprovecharás este golpe para hacerte más fuerte.

―¿Me estás animando?

―Como debí hacerlo hace mucho; pero en parte estoy feliz de que se case y por fin te deje en paz.

―¿Y si nunca fue él, sino yo?

―Pensaría lo mismo.

―En ese caso, tranquila mamá no voy a hacer nada, ni escándalos, y seguiré con mi vida. Eso es lo que quiero ―admito aun tratando de digerir que sensación tengo.

Rabia, dolor, decepción... ni siquiera lo sé, solo que no voy a cortarme las venas como alguna vez pensé en el primer momento que me dijo que había encontrado a alguien para casarse. Sentí dolor y como si me ahogara. No quería que me dejara y pensaba que iba a morir.

Fue esa la causa por la que me fui de esa casa y vine a vivir a este sencillo piso. Era lo que podía pagar, y lo preferí cuando me dijo que me buscaría algo mejor. Ahora agradezco haber tomado esa decisión.

―Él estuvo llamándome, seguro fue para contarme.

―Es un cínico.

―Lo sé mamá, pero en el fondo estoy segura de que me quería un poquito.

―No lo suficiente, y espero que lo notes.

―¿Entonces te vas? ―pregunto para cambiar de tema.

―Sí, ya lo decidí. No voy a quedarme más allí.

―¿Y cómo lo han tomado?

―Muy mal, la señora Whitmore es seguro que esperaba que envejeciera con ellos, pero no más. Tanto tú como yo le dimos todo lo valioso que teníamos.

Quiéreme por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora