CAPÍTULO 7: GUÍA

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Mario se acercó a Luigi justo detrás de él para guiarlo mediante susurros, pero también para que Luigi no le descubriese la tremenda erección que iba a tener.

M: “Bien, primero cierra los ojos.” Luigi obedeció. “*Perdóname por esto Luigi.* Ahora toma mi mano y sigue mi voz.” Luigi se tumbó en una toalla que Mario puso en el suelo para seguir acorde a su plan. 

L: “N-no me harás daño, ¿verdad?”

M: “¿¡Cómo voy a hacerte daño!? Ni que estuviera loco. En fin, pasaré mi mano por tu cuerpo hasta llegar a tu pene, ¿ok?”

L: “Ok.” Dijo tembloroso.

M: “Bien. Voy a empezar.” 

La mano de Mario aterrizó con suavidad en su hombro derecho dándole una caricia y empezó a bajar pasando por sus pezones, pecho, abdomen, ombligo y deteniéndose justo antes de llegar a su pene, pues en su mente no dejaba de ver aquellos momentos en los que dormía a Luigi, lo desnudaba y le hacía su recorrido por su cuerpo. Luchaba contra la tentación de meterse a la boca el pene de Luigi, por lo que su cuerpo se paralizó.

L: “¿Mario? ¿Qué ocurre?” Preguntó Luigi tras unos segundos sin sentir ningún estímulo por parte de Mario.

M: “*Quiero… necesito tu leche Luigi… ¡NO! ¡CONTRÓLATE MARIO!* Ya… perdona bro.” Su mano agarró el pene de Luigi fingiendo que era la primera vez que lo tocaba. “Mi mano ahora está agarrando el tronco de tu pene. Cuando tengas una erección es porque has visto o pensado algo que te provoca mucho placer sexual.” Esa última palabra le costó decírsela. Empezó a subir y bajar lentamente su mano. “Si quieres masturbarte debes hacerlo en la intimidad, sin nadie que te observe, pero cuando tienes a una persona con la que tengas una gran confianza puedes masturbarla, eso sí si él o ella te da permiso. ¿Lo entiendes bro?”

L: “Si…” Dijo en voz baja. “¿Y… cómo sé yo cuando mi cuerpo sienta ese placer sexual?”

M: “Eso depende. Cada persona tiene sus gustos sexuales. Depende de lo que a ti te agrade.” Fingió sorpresa. “Espera… ¿te gusta que te esté tocando?”

L: “No sé. C-creo que es por la situación.” Respiró hondo. “No me odies, pero me gusta.”

M: Se sonrojo. “Que tierno eres Luigi.” Soltó su pene y llevó la mano de Luigi a su erección. ”Venga, ahora tú. Haz lo mismo que yo.”

Luigi no estaba seguro. Todo este tiempo tuvo los ojos cerrados y no vio como Mario subía y bajaba su mano mientras ellos hablaban, pero debía intentarlo. Lo agarró y sintió entre extraño y bien. Comenzó subiendo despacio y tras bajar la velocidad de su mano se incrementó al darse cuenta de que al final no daba tanto miedo como él creía, todo bajo la atenta mirada de Mario. Lo disfrutaba, era algo increíble para él. ¿Cómo es que nadie le dijo que esto era tan agradable y genial? Pero en su mente, Mario ya estaba temiendo que la inocencia de Luigi estaba muriendo, y eso lo preocupaba.

L: “M-mario… me siento genial.” Dijo esbozando su característica sonrisa.

M: “*¡NO, NO, NO, NO! ¡DEBO ACABAR CON ESTO!*”

L: “¡Mario! ¡Ese líquido blanco raro va a salir de mí!”

M: “Semen, Luigi. Ese líquido blanco se llama semen. *¡Allá va!*” Fue testigo de cómo su hermano hizo que su leche, aquel néctar de dioses para Mario, saliese sin que el mayor interfiriese. “*Su leche… ¡La necesito! ¡No Mario, contrólate!*”

L: Hiperventilaba desenfrenadamente tras correrse con su mano libre posicionándola en su pecho. “Oh Mario… me… me gustó mucho esto. Gracias por habérmelo enseñado.”

M: Se levantó. “Espérame aquí, vuelvo enseguida.”

Dejó a Luigi tumbado en la toalla mientras él se recuperaba del frenesí, con sus ojos cerrados y esperando a Mario. Pero, ¿a dónde fue Mario? ¿Cuánto iba a tardar? Lo llamó desde el baño varias veces y desde las escaleras escuchó sus pisadas.

M: “Abre la boca.” Luigi obedeció un poco dudoso y le puso en la lengua una galleta. “Cómetela.”

L: Disfrutaba de la textura y el sabor de aquel dulce. “Gracias Mario, estaba muy rica.” Dijo tras tragarse la galleta. “Pero, ¿por qué?”

M: “Te la has ganado. Lo has hecho tan bien que te merecías un premio.”

L: “Muchas gracias bro…” El sueño le estaba ganando que apenas lograba terminar las frases. “Eres muy bueno conmigo…” Y cayó dormido.

M: “Lo siento. Perdóname Luigi, pero esto es por tu propio bien.”

El plan de Mario había salido a pedir de boca: aprovechando que Luigi no se levantó del suelo y seguía con los ojos cerrados fue a la cocina, cogió una galleta de mantequilla y la roció con el somnífero que puso la última vez en el cacao en polvo. Se sentía fatal por drogar a su hermano, por engañarlo, por perjudicar su salud mental y por su maldita adicción con su leche, por lo que no era raro que ese sentimiento de culpabilidad le hiciese llorar. 

Llevó a Luigi hasta su habitación, lo vistió y lo metió en su cama, le dio un beso de buenas noches en su mejilla y apagó la luz de su mesita.

M: “Mañana cuando despiertes será como si hubiese sido un sueño, te lo prometo.” Cerró la puerta cuidadosamente y se sentó delante de ésta llorando. “Necesito ayuda.”


Hola chicos.
Como os prometí aquí tenéis la continuación de esta historia, aunque no sé muy bien cómo debería continuar. 😅

Decidme qué os ha parecido y recordad que entre el jueves y el viernes os traeré algo.

Nos vemos 💕





Leche (Mario x Luigi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora