CAPÍTULO 26

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Eran casi las doce del medio día cuando Harry dejó de comunicarse por mensajes con Louis, por lo ajetreado y ocupado del día del alfa no podría llegar a casa

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Eran casi las doce del medio día cuando Harry dejó de comunicarse por mensajes con Louis, por lo ajetreado y ocupado del día del alfa no podría llegar a casa.

Aprovechando el tiempo se dispuso a arreglar algunas cosas de su habitación, cambió las cobijas de la cama, barrió y sacudió el polvo, luego fue al baño y limpió, a Harry le gustaba el orden.

El día estaba algo soleado, así que recordando lo que su alfa dijo esta mañana se puso unos pantalones con una camisa simple de color blanco, fue en búsqueda de Tali, pero no la encontró. En el nuevo set de esmaltes que Louis le obsequió encontró un par de colores que de seguro a la omega le encantaría usar, deseaba compartirlos con ella.

Caminó por los pasillos de la mansión hasta estar frente a la oficina de Louis, inhaló el olor de su alfa, realmente le encantaba, amaba su olor. Salió y decidió ir abajo a buscar algo de comer. 

Jules se encontraba ordenando algunos papeles en el comedor.

—¿Aburrido? —preguntó el alfa sin levantar la vista de lo que leía.

—Un poco, vine a buscar a Tali, pero no la encontré.

—Salió con Peter a dar su paseo, a ella le encantan las flores. —el alfa dijo luego de dejar unos sobres en una caja.

—Es una omega muy tierna.

—Lo es, es una persona muy linda y especial, ustedes dos tienen muchas cualidades en común.

—Gracias. —respondió con un leve sonrojo en sus mejillas, dio unos pasos hasta sentarse frente a él.

Jules se dejó caer atrás cuando terminó lo que estaba haciendo, suspiró con desánimo cuando vio las manos del rizado.

—Qué lindas se ven tus uñas.

—¿Te gustan?

—Sí, se ven geniales.

—Desde que Lou supo que me gustan me ha dado unos cuantos esmaltes.

—Que no se te haga extraño si de un rato para otro es dueño de una cosmética o algo. —rio.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

—Olvídalo, tienes un gran alfa a tu lado y él tiene al mejor omega. —Sus palabras iban cargadas de cariño.

—Eres muy amable.

—Es la verdad. —Le restó importancia.

—¿Quieres pintar las tuyas? —El alfa un poco ruborizado negó.

—¿Por qué no?

—No lo sé, estoy trabajando para el señor Tomlinson y soy un alfa.

—¿Y qué con eso?

—Pues no lo sé.

—Tonterías, ahora somos amigos, ¿no? Dame una de tus manos y si no te agrada lo quitamos y ya, tengo estos colores pastel que no son tan llamativos.

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