•XVI [Nothing lasts forever]

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28, Agosto.
Janis Graham.
Londres, 1988.

Me senté encima de la cama esperando al vocalista, no me malinterpreten, estaba enojada, muy enojada.

Desde aquel día donde me pidió disculpas nuestra relación fue en decadencia y había echo todo lo posible porque no fuera así, pero hablar con Axl era tan difícil y estresante que todas la veces que lo intentaba acababa durmiendo fuera, lo más lejos que Londres me permitía de él.

Tenía un gramo de esperanza de que esta vez no fuera así.

Esperé a que terminara de hablar con Erin, cuando lo hizo e ingresó a la habitación y me observó una mueca se posicionó en sus labios, estaba disgustado claramente, pero no tanto como yo.

—Debemos hablar.

Puso los ojos en blanco.

—¿Cual es tu inconformidad esta vez? ¡Oh no! ¿sabes qué? Déjame decirlo por ti, Janis, “Eres un maldito cerdo más frío que el polo norte y yo...”

—Ni siquiera iba a decir eso–Me vió de reojo–... Sí, pero no de esa forma.

—Da igual si siempre me provoca dolor de cabeza.

—¿Crees que a mi no?

—Puedes irte si no te gusta, no te tengo amarrada y no te amenazaré si lo haces–Propuso tomando asiento en el sillón, encendiendo la televisión con todo el volumen.

Contuve maldiciones mientras me acercaba y la apagaba de un manotazo a los botones, siempre hacía eso para que abandonara la discusión.

—¿Que te sucede? –Inquirí cruzándome de brazos sin dejar que la volviera a encender.

—Quitate.

—No, ¿que te sucede?

—Janis, cállate y alejate.

—¿Que te...?

—¡Maldita sea!, no me está sucediendo una mierda ¿feliz?

Se levantó dirigiéndose a la pequeña nevera que quedaba al lado de la cama por alguna razón.

En el transcurso yo iba detrás de él.

—No debe ser así porque sino...

—¿Sino qué? –Dió la vuelta observándome amenazante.

—No estarías actuando como un hijo de perra, ¿que te pasa? Hace unos meses estaba todo bien y ahora me odias.

—La curiosidad mató al gato, Janis.

Un escalofrío me recorrió la espalda de arriba a abajo, era un manojo de nervios en esos momentos.

—Te di todo lo que una mujer puede darle a un hombre.

—No esperes que te de las gracias–Dijo tomando una cerveza volviendo a tomar asiento en el mueble.

Rendida me volví a parar frente a él, haría un último intento.

—¿Que pasa? –Rodó los ojos–Si me lo dices podemos solucionar esto.

Lo último dicho le hizo pensar ya que dejó la cerveza a un lado, en el piso, y tomó sus cabellos rojos con la cabeza gacha por unos buenos minutos hasta que por fin la volvió a subir.

De nuevo esa sensación y un mal sabor en la boca.

—¿Y bien?–Lo miré expectante.

Debí haberme quedado callada, sí.

—Te diré lo que sucederá, tomarás tus cosas y te irás.

Me paralizé de pies a cabeza, mi corazón había dado un vuelco, estaba sudando frío y no sé en que momento me arrodillé tomando sus manos que no se atrevían a abrirse.

𝘽𝙖𝙗𝙮 𝙂𝙧𝙤𝙪𝙥𝙞𝙚 ||Axl Rose||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora