Harry Potter y El cáliz de fuego III

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HOGWARTS: EL CÁLIZ DE FUEGO, parte 3

—¿Cuándo vas a entender que no sirve? Nadie está tomando en cuenta tus pedos, Hermione.

—¡Es P.E.D.D.O., Ron! Plataforma Élfica de Defensa de...

—¡No me importa lo que significa! Hermione, ¿no te das cuenta de que estás perdiendo el tiempo? Ni siquiera los mismos elfos quieren tu jodida organización.

—¡Eso no tiene sentido! ¿Cómo van a querer seguir siendo esclavos? Solo estás molesto porque me he estado follando a Krum.

—¡Claro que no es eso!

—¿Pero debo recordarte a la Profesora Minerva? ¿A las gemelas Patil? ¿A FLEUR DELACOUR?

—...y su hermana —dijo Ron con sorna, antes de que Hermione lo expulsara casi a patadas.

Estaba enfurecida. En el fondo sabía que su organización no había funcionado, por más que lo desease. La había armado para protestar por los derechos de los elfos domésticos que eran maltratados en Hogwarts y todo el mundo mágico, tratados como esclavos... ¡pero ellos mismos parecían disfrutar servir así! Hermione no quería ni podía aceptarlo.

—¿Eres Hermione, no? —dijo una vocecita detrás de ella—. ¿Hermione Granger?

Hermione se volteó y se encontró con alguien inesperado. Una chica rubia de ojos soñadores, de la misma edad de Ginny, con una corta minifalda gris, corbata azul, y delicadas curvas. Nunca había hablado con la chica, pero sabía de ella. La llamaban Lunática.

—Um, ¿sí? Y tú eres, eh, Luna Lovegood, ¿no es así? —Hermione sabía que jamás se llevaría bien con alguien como ella. Luna no era alguien que actuara con la razón y la lógica por delante—. ¿Te puedo ayudar?

—No, no puedes —contestó Luna, con simpleza y honestidad—. Oh, unos elfos me dijeron que fueras a la cocina. ¿Eres la del pedo, no?

—¡Es P.E.D.D.O.! Plataforma Élfi...

—¡Sígueme! —dijo Luna, ignorando a Hermione enteramente, alejándose a saltitos hacia las cocinas—. Creo que quieren agradecerte o algo así.

Cocinas de Hogwarts

Hermione y Luna entraron a las cocinas, donde solo los elfos domésticos trabajaban, cocinando los increíbles platos que los estudiantes y el staff de Hogwarts consumían a diario. El cartel con el acrónimo de la organización de la que solo Hermione era integrante (pues Ron era un imbécil y Harry estaba demasiado ocupado con las Pruebas) colgaba del techo. No veía a ninguno de los elfos, y Luna no daba muestras de saber por qué estaba ella siquiera allí.

—Ama Granger —dijo una voz chirriante, y Dobby, el elfo doméstico que había pertenecido a los Malfoy y que había "ayudado" a Harry durante segundo año, apareció de pronto frente a ellas—. ¡Ah! Gracias por encontrarla, ama Lovegood.

—Fue un placer —dijo ella, mirando distraídamente varios puntos vacíos en el techo—. Está lleno de Snarls aquí. ¿Sabían que pululan por el aire con el aroma de las feromonas liberadas por...?

—¡No existen los Snarls, Luna! —protestó Hermione, enfadada, antes de voltearse nuevamente hacia Dobby con amor en los ojos. Adoraba a los elfos domésticos—. Y a ti te he dicho que no me digas "ama". ¿En qué puedo ayudarte, Dobby?

—Solo quería decirle lo que usted probablemente sabe, ama Granger —explicó Dobby, con voz triste—. No todos mis compañeros han estado de acuerdo con esto de la "libertad". Funciona para mí, pero no con todos. Lo siento.

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