Parte 2

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Por unos segundos la deliciosa morena vagaba perdida en cualesquiera que fuesen sus imágenes mentales, cuando por fin sale de su ensoñación vuelvo a ver ese rastro de picardía en su mirada y con ello condujo de nuevo la paleta a su boca, no tenía ni la más remota idea de que esa simple acción traería consecuencias para mi miembro viril hasta que sucedió, y vaya que me está costando ocultarlo. Su mano dejó de acariciarme y casi extrañé su toque.

–¿Quieres ver que mi piel también es suave? –suelta una risilla como las que regalan los infantes cuando hacen una travesura, sin dejarme responder retira el café y los croissants de la mesa, se acomoda dejando una pierna a cada lado de la silla donde me encuentro sentado, con sus manos sube lentamente su falda dejando expuestas sus piernas vestidas con medias altas semitransparentes de color negro ajustadas con liguero, lo suficiente como para mostrar un poco su ropa interior, simplemente me quedo estático, no puedo mover un solo músculo, ella quita los broches que sostienen las medias en su lugar poniéndolos sobre la mesa para después sentarse en esta y bajar la fina prenda hasta sus rodillas, se inclina hacia adelante y toma mis manos entre las suyas para después colocarlas sobre sus muslos desnudos.

–¿Puedes sentirla? Te dije que mi piel también es suave –su voz distorsionada gracias al caramelo.

Con sus manos aún sobre las mías comienza a moverlas a lo largo de sus piernas, son suaves, muy suaves y tersas, tiene unos muslos gruesos que no caben en mis manos, apoya las palmas en la mesa mientras echa su cabeza hacia atrás y cierra los ojos dándome total libertad de sentir su cuerpo a mi antojo, recorro la extensión de su piel de una manera tan sutil que parezco tener miedo de hacerle daño, la lluvia solo hace del momento aún más placentero, su respiración se escucha pesada igual que la mía, ella está disfrutando de este momento tanto o más que yo así que decido prolongar un poco más su deleite, mojo mis labios con la lengua y me inclino a besar por la parte interna su muslo izquierdo, inmediatamente capto su atención haciendo que levante el rostro y deje entreabierta su boca, comienzo con besos tiernos y suaves para después subir su pierna hasta mi hombro y dejar apoyada su rodilla sobre este, arrastro la silla hasta estar más cerca de ella y continúo pero ahora con besos húmedos, tal y como si estuviera besando sus labios, mi corazón está acelerado, Quiero más, esto ya no es un juego, hemos rebasado esa línea desde hace rato, sigo besando su pierna hasta que levanto la vista hacia su rostro, Tiene que ser una broma ahí está ella con su mirada fija sobre la mía mientras juega con el caramelo en su boca, lo rodea con su lengua y succiona dando una pequeña demostración de lo que puede hacer con ella, no puedo evitar imaginar mi pene en el lugar del caramelo y solo eso basta para arrebatar un gemido limpio de mi garganta, por supuesto que está contenta con el resultado, basta con ver la sonrisa burlona que adereza su rostro, baja su pierna de mi hombro y se sienta sobre mí con una pierna de cada lado, coloca la paleta sobre la mesa y tomándome del cuello se acerca a mi oído derecho.

–Ven a la cama conmigo –suplica en un susurro repartiendo besos húmedos por mi cuello, Aquí vamos de nuevo, esa no es una pregunta, es una demanda que estoy más que dispuesto a cumplir, ya no puedo mantener mis manos quietas ante ella, mientras Vanessa desabotona un poco mi camisa muy entretenida dejando marcas por mi clavícula, yo sigo mi recorrido por sus piernas, subiendo aún más su falda quedando enrollada en su cintura, puedo sentir como la ropa interior se pierde entre sus glúteos, mientras juego con el elástico en su cadera nuestra respiración pasa a ser jadeante, ruidosa y ahí entendimos que ha sido suficiente de tanta desidia.

Ella se pone de pie y toma mi mano para guiarme hacia una de las habitaciones que, intuyo, es su dormitorio; el lugar no es muy diferente del resto de la casa, paredes verde pino con muebles color chocolate, lo que más resalta es el color de las sábanas y almohadas, negro puro; camina hacia la cama mientras se desabrocha la falda y yo termino de quitarme la camisa, una vez retirada su falda se gira hacia mí y levanta su blusa hasta quitarla por encima de su cabeza para terminar arrojándola al suelo, el juego de lencería solo aumenta mi desesperación, es un conjunto semi transparente en color negro que me permite ver con claridad todo su cuerpo, puedo apreciar perfectamente sus pezones a través del sostén, con la poca cordura que me queda me acerco a ella y la beso de una manera necesitada, mi mano izquierda la sujeta de la nuca y con la derecha termino de desabrochar mi pantalón para comenzar a bajarlo cuando la señorita me guía hasta la orilla de la cama, me siento y ella termina de desvestirme, al ver mi miembro desnudo se moja los labios en un gesto de deseo, toma con su delicada mano la longitud de éste y comienza a moverla de arriba hacia abajo, gracias a su juego previo este se encuentra semi erecto y no le cuesta manejarlo.

Tierra mojadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora