Siete largos años

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Bueno, habían pasado ya siete largos años. Los cuales habían pasado muchas.

En los dos años que me quedaban de la universidad; ya no era soltera y virgen. Había salido a fiestas, viaje a lugares que no pensé que viajaría. Y, sobre todo aún tenía a mis papás.

Evitaba a toda cosa toparme con personas, claro. Aún así, seguía sintiéndome extraña a visitar a mis papás.

Terminé con Antony a los pocos meses de que salí de la universidad, pues el tenía trabajo en la cuidad donde nací. Por mi lado yo trabaje en los ángeles, en satle. En una editorial, que curiosamente era de Oscar.

Lo mejor de todo es que lo conseguí por mi misma. Tenía veinte y siete años, era una de las escritoras más famosa del país, viajaba cada que podía. Fuera de trabajo o no.

Shasha tenía un consultorio por cercas de la editorial y lo mejor todo es que vivíamos juntas en un departamento cercas de nuestro trabajo.

Ana era una excelente abogada, la mejor de todo New York. Hilda estaba trabajando en una película que pronto iba a salir en las pantallas grandes.

No me malinterpretes, con Antony era todo perfecto lo que siempre había querido, pero algo dentro de mi no estaba lista para dar un paso más.

Era feliz pero aún no lograba superar varias cosas que habían pasado.

A pesar de eso Anthony y yo nos seguíamos viendo, puede que no sólo hablar pero, si que no las pasábamos bástate bien, y lo mejor es que éramos muy buenos amigos.

Me gustaba mucho mi vida. Pues no tenía compromisos con nadie, salía las veces que quisiera sin darle explicaciones a nadie. Solía hacer lo que yo quería. Pero había algo, a pesar de los años seguía extrañando algo que nunca existo.

Había incluso intentando con varias personas a lo largo de siete años pero no estaba bien conmigo misma.

Siempre quise vivir una vida como en las películas y podía decir que la tenía. Tenía un armario con cientas de prendas; vestidos, jeans, faldas, blusas y por supuesto tenis, tacones. Y un gran departamento como había mencionado.

Por mi parte había hecho ejercicio, me había cortado el cabello hasta la mandibula, y me lo había teñido con rayos rubios.

Me vestí como cualquier día de trabajo, me puse un pantalón de vestir verde Jade y una blusa también de vestir blanca, y unos tacones negros. La verdad aún estado aprendiendo a andar con ellos.

Estaba allí sentada en la barra Shasha tomando su café.

—Buenos días —le dije, extirandome un poco para alcanzar una taza —. Hoy te vez muy feliz. ¿Algo en particular?

Me servi un poco de café para senterme enfrente de ella.

—Hoy en la noche tengo una cita —sonrió, poniéndose roja —. No te molesta que luego de eso vengamos a aquí, ¿verdad?

—No te preocupes, nomas avísame para ponerme los audífonos a todo el volumen.

Soltó una carcajada, pero se meneo la cabeza, divertida.

—¿Y tu? ¿Que harás un viernes por la noche?

Vaya, me había quedado en blanco.

—No lo se. Tengo que escribir, pero supongo que tendré que Improvisar.

—Nunca voy a entender tu manera de ver la vida, ¿verdad?

—Han pasado nueve años y aún seguimos aquí. Así que no lo creo —le sonreí para parerme y dejar la taza en el lavabo.

TENGO QUE IRMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora