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Harry miraba embelesado aquel esbelto cuerpo. 

La figura del rubio reposaba sobre las sábanas negras de su amplia habitación, el largo cabello rubio caía sobre el pálido rostro, escondiendo los hermosos orbes grises que brillaban con amor.

— Eres hermoso — susurro sobre los regordetes y rojos labios, sintiendo como los delgados dedos acariciaban su reboltoso cabello — Precioso — jadeó, bajando sus labios hasta el pálido cuello comenzando a besar cada parte hasta llegar a su lampiño pecho.

— Harry — gimió, apretando las sábanas sintiendo como el moreno succionaba y mordisqueaba sus pezones.

— Hermoso — murmuro, acercandose nuevamente hasta el rostro de aquel hermoso hombre — Eres hermoso, Draco.

— Harry — suspiro sobre aquellos labios — Yo-

— ¿Draco? — preguntó extrañado viendo al rubio que lo miraba fijamente — ¿Qué pa-

— ¡Papá despierta! — exclamó el rubio interrumpiendo al moreno — ¡Desayuno!

— ¿Qué?

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— ¡Papá despierta! — gritó nuevamente James Potter, subido sobre la espalda de su padre — ¡Desayuno!

— ¿James? — escuchando los gritos de sus hijos abrió los ojos con pesar, encontrando a su hijo mayor subido a su espalda y a sus dos menores hijos cerca a la cama.

El sonido de la alarma sonaba con gran fuerza, despertándo por completo al patriarca de la familia, que abriendo sus ojos con horror se levantó de la cama derribando a su hijo y con rápidez corrió al baño.

— ¡Bajen a la cocina, ahora los veo! — exclamó saliendo de la habitación, dejando confundidos a sus tres hijos.

Llegando al baño, entró apresurado cerrando la puerta con fuerza apoyandose en ella. Dejando salir un suspiro bajo la mirada hacia sus pantalones viendo como un gran bulto sobresalía de ellos. Maldiciendo, se frotó el rostro recordando nuevamente aquel sueño que no dejaba de pasar por su mente cada noche desde hace meses atrás cuando volvió a encontrarse con su ex-némesis.

Draco Malfoy

Aún recordaba aquel día. Habían pasado 2 años desde el divorcio con su ex-esposa, Ginny. Después de una larga charla, con papeles y contratos, llegaron a la decisión de que Harry se quedaría con la tutela de sus tres hijos, mientras que la pelirroja realizaba sus giras en el extranjero como jugadora de Quidditch.

Harry, con 29 años, recien ascendido a jefe de aurores se quedo a cargo de sus tres hijos, James Sirius de 5 años, Albus Severus de 3 años y Lili Luna de 1 año. Cansado y estresado por no poder soportar los tiempos entre cuidar a sus hijos y el trabajo, tomó la decisión de enviarlos a un jardín de infantes para magos.

Tras una larga investigación sobre que escuela era la mejor, se decidió por Dulces sonrisas, escuela infantil para brujas y magos, que se encontraba en medio de Buckinghamshire uno de los condados más ricos y seguros del país. Más tranquilo por aquella decisión, realizó con rápidez los trámites y a los pocos días se encontraba frente a la gran escuela infantil con sus tres hijos.

— ¿Papá? — susurro James apretando con su pequeña mano el pantalón de su padre — ¿Qué es? — señaló a la gran y elegante estructura.

— Es tu nueva escuela, Jamie — ofertó acariciando el reboltoso cabello igual al suyo — Al y Lili también asistiran.

— ¿Io? — se señaló Albus con su pequeña mano, agarrando con su otra mano la mano de su hermano mayor.

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