XI: Sin luna, ni estrellas

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Los vientos comenzaron a soplar con más fuerza. En el Oasis la ciudad estaba bastante resguardada, entre las murallas y montañas, pero aun así se hacían sentir bastante con un silbido constante y el golpeteo de las ventanas de las casas del oasis.

Caía la noche tempestuosa, sin luna ni estrellas que se puedan ver. Era ya muy tarde y a la casona regresaba en un carruaje, Anisa, Mohamed y Latifa, con Samira, ya mucho mejor, pero aún dormida.

Zahid había regresado antes para calmar al resto de la familia y sirvientes que habían quedado en la casa y dar la noticia que habían encontrado a Samira, también de que su hermano Zeth estaba de regreso y que arribaría en cualquier momento.

Llevaron a Samira a su cuarto y la acostaron en su cama. Anisa colocó paños húmedos en su frente con delicadeza y cariño.

-Hay que mantenerla hidratada. Sus quemaduras por suerte no son muy graves, mantengamos desinflamadas las heridas. - Dijo la mujer que sabía como tratar ese tipo de lesiones comunes en por aquellas zonas.

-Señora, ¿quiere que haga té de manzanilla y lo enfríe para aliviar las quemaduras? -

-Eso estaría muy bien Hade. Tráele ropa limpia y deja preparada su tina...-

-Este shemagh es del señor Zeth. ¿No es así? -

-Así es Hade, y este también, al igual que la venda. Pero déjalos ahí, luego lo lavas ahora la prioridad es que ella descanse y que tengamos todo listo para cuando despierte. -

-No sabemos cómo agradecerte todo lo que hicieron por nosotros Anisa- Dijo Latifa sin despegarse del lado de su hija.

-Fue muy estúpido lo que hizo. Es raro en ella. ¿Verdad Papá? - Dijo Samir que también estaba al lado de su hermana. Se había asustado mucho cuando a la mañana no la encontró en su cuarto cuando lo enviaron por ella.

-Me disculpo por su actitud- se limitó a decir Mohamed -Pero creo que yo también tengo algo de culpa. Mis maneras... fuí muy rudo ayer con ella y tal vez, eso la hizo sentir presionada. -

-No te angusties más Mohamed. Todos la agobiamos un poco, estábamos todos muy entusiasmados y no prestamos atención a sus sentimientos. No hay nada que disculpar, solo espero que ella pueda perdonarnos... Ahora lo mejor será que la dejemos descansar. Ven conmigo Hade, serviremos en el comedor algo de comida por si desean cenar. Latifa, te traeré algo para ti. -

-Gracias. – contestó la madre de Samira y Samir.

Al salir, Anisa le pidió a Hade que le avisen apenas llegue Zeth, ya que aún no había regresado a la casona. Necesitaba hablar con su hijo también cuanto antes. Por lo pronto se ocuparía de calmar los ánimos en la casa. Aún no sabía cómo enfrentar la conversación con su hijo menor.

Los hijos del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora