La misión

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Juliette

—¿Tenías que quedarte hasta tan tarde leyendo? — me regaña Oliver despertándome y suelto otro bostezo y entre abro los ojos para verlo sentado a mi lado con una mirada desaprobatoria.

—¿Te han dicho que tu voz es muy molesta? — le pregunto mientras me incorporo en el carruaje. El trotar suave de los caballos me había arrullado. Habían citado demasiado temprano a Oliver en el palacio porque al parecer al rey le gustaba madrugar. — ¿Por qué si te han citado a ti tengo que venir yo?

—Sabes que le agradas a la hermana del rey, Juli. — mi hermano era la persona más estratégica que conocía, podía controlar casi todas las variables de un solo encuentro. Estaba segura que se había quedado hasta tarde planeando todo lo que diría, palabra por palabra, la forma en la que se movería, la forma en la que pondría los brazos para no denotar hostilidad, como le respondería al rey si le cuestionaba algo, estaba segura que había planeado todo.

—Supongo que es el peso que cargo por ser tan agradable. — le contesto estirando mi cuerpo que se había quedado en una mala posición al quedarme dormida. Recorro una de las cortinas del carruaje y a un par de kilómetros se podía apreciar el palacio rodeado de frondosos arboles tan altos que bloqueaban las habitaciones más bajas de este. 

—Es el peso que cargas por tener una historia en común. — dice Oliver en un suspiro lleno de pesadumbre. Nuestro historia en común fue algo que inmediatamente me hizo guardar silencio. 

Hace 3 años nuestros padres y los del actual rey y princesa de Sleet habían sido asesinados mientras se libraba la guerra Sleet-Fraser. Habían embarcado en un viaje diplomático en busca de aliados cuando su barco había sido hundido por soldados de Fraser y así Sleet había visto a su rey más joven en muchos años, con tan solo 18 años Alexander de Sleet había ascendido al trono. Alex y Oliver habían estudiado la universidad juntos y se conocían desde niños, así que cuando Alex ascendió al trono, mi hermano se volvió su consejero, por otro lado yo había estado viviendo con mis padres en Lunu mientras Oliver estudiaba la universidad en la capital, pero cuando ellos murieron Oliver se hizo cargo de mí, al igual que Alex se hizo cargo de Thea, su hermana.

Supongo que había sido un trabajo bastante duro para Oliver, solo tenía 18 años, mi edad, pero se las arreglo para hacerse cargo de una Juli de 15, mientras ambos teníamos el corazón y el alma rota, pero de una forma u otra Oliver hizo que dejáramos de llorar, consiguió una casa más grande, consiguió el trabajo como el consejero del rey para poder pagar nuestra comida, ropa, y mis tutores. Oliver se había hecho cargo de todo.

—Te quiero mucho Ollie. — le digo de la nada y se me queda viendo como si le hubiera dicho que tenía baba en el rostro pero después de un tiempo me contesta.

—Yo también te quiero mucho, Juli. — me dice acomodando mi peinado que de seguro había arruinado cuando me había quedado dormida.

Atravesamos las puertas del palacio con rapidez, algo le debía urgir a Alex. En cuanto llegamos a las inmensas puertas hechas de caoba nos recibe uno de los guardias y nos lleva directamente con el rey, definitivamente algo le urgía a Alex. Recorremos los amplios pasillos del palacio pintados de un tono vino en la parte superior y un tono oliva en la parte inferior. Al llegar al despacho del rey el guardia nos anuncia.

—Su majestad, ha llegado el consejero real Oliver Strider y su hermana Juliette Strider. — anuncia el guardia antes de dar media vuelta para que podamos ingresar.

La Forastera y el PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora