El mundo fascinaba, lleno de colores, sonidos, lugares, animales.
Cada uno era la cosa favorita del poeta.
Cuando sus historias contaba, él las imaginaba.
No había ningún impedimento en un lugar así. Todos anhelaban algo.
El poeta solo se deslumbraba con su alrededor.
Cada día que salía a explorar, sucesos nuevos iba que investigar.
Adoraba cada aventura que el mundo tenia para él.
La confianza que él le dio, y las olas que también formó.
El poeta se enamoró de cada pequeña cosa, de cada gran aventura y de cada persona que tenía una historia que contar.