No soy ninguna santa aunque mi rostro aparente ser la chica más tierna e inocente del universo.
Soy como un ángel caído... divino pero malvado.
Esas vibras que doy hacen que todo el tiempo las miradas estén sobre mí. Algunos me miran con envidia y otros con deseo. No lo puedo evitar. Soy coqueta por naturaleza y me gusta jugar con la mente y los deseos de las personas, especialmente con la de esos hombres que se creen inalcanzables.
Por cierto, no lo había mencionado. Mi nombre es Melissa, tengo 18 años y actualmente estudio en una de las universidades más costosas de mi país.
No, no soy una chica mimada con padres ricos a la que le pagan la carrera, ni una nerd a la que una beca le paga sus estudios. El que financia mi estancia en la universidad es mi exnovio, Erik.
Me gustaría decir que mientras estuvimos juntos nos amamos y que nuestro amor algún día puede resurgir, pero ambos sabemos que si estuvimos juntos no fue por amor. Nuestra supuesta relación duró un año y apenas ayer terminó.
Anoche Erik marcó a mi número y pido verme urgentemente. Nos encontramos en su hotel favorito y tuvimos intimidad pero él estuvo muy distante. Al terminar nuestro encuentro, me confesó que había alguien más en su vida. Una mujer que lo ama de verdad, que sí le es fiel y que lo apoya en todo. Por ese motivo nuestra relación debía acabar.
La noticia me hizo chiquito el corazón, no sé a qué se deba, si bien sabía que lo nuestro no era más que un par de noches de sexo, dolió.
Siendo sincera nunca he tenido un romance serio. Desde muy pequeña, mis amistades y noviazgos han sido por mero interés, ya sea económico, social o físico. Me rodean amores superficiales que llegan a diario, y los aprovecho para disfrutar del placer y las buenas ganancias que estas me puedan aportar. Aunque a veces me pregunto qué se sentirá estar realmente enamorada y hacer el amor con ese sentimiento.
Por ahí leí que estar enamorado es como estar drogado. Te eleva, te hace feliz, es como soñar despierto. Que estar enamorado te vuelve adicto a esa persona. Y cuando toda esa sensación se convierte en amor transmite más que satisfacción. Te llena de seguridad, libertad y confianza. El amor... ¿existe el verdadero amor?
—¡Señorita Soto! —se me nubló la vista cuando la profesora de matemáticas gritó mi apellido—. ¿Otra vez distraída?
¡Vaya! Parece que estos últimos minutos todo lo hice en automático. Mi último recuerdo consciente es que venía caminando por el pasillo central de la universidad y, de pronto, ¡pum! Ya estoy en clase. Reviso mi smartwatch y son las 9:08. Bueno, apenas han pasado ocho minutos desde que comenzó la clase.
—¡Soto! —me vuelve a levantar la voz la profesora, esta vez con un tono más agresivo y el rostro enfurecido.
—¡Ay! —salté del susto—. ¿Qué quiere? —mis palabras salieron más impulsivas que conscientes, como si mi mente aún estuviera perdida en otro lugar.
—¿Cómo que qué quiero?
—Ah. Perdón. Pero tampoco necesito que me grite, profesora.
—Exactamente, y es eso lo que no entiendes. Estás en la universidad, no en la escuela primaria para que yo esté exigiendo tu atención. Si no te interesa la clase, te sales y punto.
—Sí me interesa tampoco exagere. Apenas comenzó su clase. Perdón Miss.
—No. Tus disculpas ya no son suficientes. No es la primera vez que te vas en una nube sabrá Dios a dónde apenas inicia la clase. Y ya cuando por fin tocas tierra, vienes a preguntarme lo que estuve explicando por una hora. Ya no es una opción. Cada vez que te vea distraída, te vas. Así que, ¡te sales de mi clase en este momento!
—Si piensa que eso es lo justo —repliqué—. Me voy.
Salí del aula derrotada, con un mal sabor de boca que no experimentaba desde hacía mucho tiempo. Supongo que toda paciencia tiene un límite y yo ya lo había rebasado. Siempre me ha gustado la escuela; aunque no sea la más brillante, disfruto de ella. Por ese motivo, me sentí ofendida. Tantas veces que me burlé de otros compañeros que pasaban por situaciones similares, y hoy soy la humillada. ¡Me moría de la vergüenza!
Y todo por estar pensando en tonterías como el amor. Una vez más compruebo que el amor y yo no nacimos para estar juntos.
Primero Erik me abandona y ahora la bruja esa me humilla frente a todos. Me sentía fatal y eso ni el maquillaje más costoso lo podía ocultar.
Al ir caminando entre los pasillos que dan a la entrada de las aulas pude notar a otros alumnos en clase. Todos en silencio, prestando atención, tomando notas y aportando con sus comentarios muy profesionales. Entonces llegó a mí la pregunta que incomoda a todo universitario.
¿Y si esta carrera no es lo mío?
Ya, enserio. ¿Y si por ese motivo no logro concentrarme?
¡Maldita sea! Detesto sentirme insegura.
Odio sentirme vulnerable.
No.
Noo.
Yo elegí esto porque... ¿por qué?
Porque quiero, puedo y me voy a dar la oportunidad.
No voy a quedarme estancada al primer obstáculo.
Estoy matriculada en la mejor universidad de mi país y de América Latina. Una plaza aquí es casi imposible y no voy a desperdiciar esta oportunidad. Tal vez Erik ya no quiera pagarme la estancia aquí después de nuestra ruptura, no lo ha señalado, pero si acaso pasara no importa. No sé cómo, pero pase lo que pase, yo salgo egresada de esta mierda.
A partir de ahora, seré una mujer renovada. Es mi nuevo comienzo. Y al que le moleste mi brillo, que se tape los ojos.
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Profesor Eros
RomanceEl profesor Eros no me da clases pero estoy deseando que me de. Sí que me lo de completo 😈🔥