Capítulo 18.

49 6 0
                                    

Solté una risilla nerviosa y negué con la cabeza, incrédula.
—No, Sam no puede hacer eso. De ninguna manera —me pasé la mano por el cabello, frustrada, y comencé a dar vueltas por todo el lugar—. ¡Es imposible! A nadie se le puede cambiar su diablillo.
Nelly no dijo nada. En lugar de eso, se frotó su brazo y se mordió el labio, nerviosa.
—Lucas Helsmith —dijo.
—¿Qué?
—Es el nombre de la única persona a la que alguna vez le quitaron a su diablillo —murmuró—. Él quiso traicionar a Sam. Citó a Florissha, pero lo comenzaba a hacer varias veces a la semana. Sam se dio cuenta de lo que se trataba y le quitó a su diablillo. Además, lo desterró —me contó y al hacerlo mi corazón palpitaba más y más rápido.
Justo en ese momento, una luz cegadora nos hizo voltear la mirada y allí mismo vimos a Samaritha. Nos sonrió y agitó su mano hacia nuestra dirección. Tragué saliva nerviosa. Estaba más que furiosa.
Esta era la regla:
Si Sam lucía feliz, estaba fastidiada o triste.
Si Sam lucía furiosa, estaba rebosando de alegría.
Supuse que sólo ella se entendía a sí misma.
—¿Qué tal les va? —elevó sus labios levemente en lo que parecía ser una sonrisa e hizo aparecer una silla, en la cual se sentó y cruzó sus piernas—. Espero que bien ya que no contestan. Y bien, ¿cuál de las dos me va a explicar?
Resoplé irritada por esa peculiar forma de ser que adopta al estar enojada y di paso hacia adelante.
—Supongo que yo —dije y me miró. Medio sonrió y asintió una vez—. Fui a...
—Citar a Flori, sí, esa parte me la sé —dijo y me crucé de brazos.
—Entonces ¿qué es lo que quieres que te cuente?
—El por qué.
—Oh —murmuré y bajé mis brazos—. No entiendo por qué siempre intentas separarme de Julién. Quiero decir, ¿cuál es la diferencia de ahora con Julién y antes con Ted? Obviamente Ted no lo sabía pero... Confío en Julién, y necesito... Necesito...
Sam se inclinó más cerca de mí.
—¿Qué? ¿Qué necesitas?
—No lo sé...
—Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —sonrió para ella misma y negó con la cabeza—. Pues yo sí necesito algo; que averigües el por qué. ¿Por qué no puedes estar con Julién? ¿Por qué creo que no puedes? ¿Realmente no puedes? ¿Es una regla o algo así? —pausó un segundo—. Pero todo parece indicar que ni siquiera intentas querer saber por qué.
—Sí quiero saber —espeté—. Por algo fui a ver a Florissha.
—Florissha es la que quiere que estés con Julién. Ella es tu enemigo, no yo.
—¡Eso no tiene sentido! ¡Yo quiero estar con él! —exclamé agitando mis brazos y ella elevó una ceja. Di un paso hacia atrás, aturdida, dándome cuenta de lo que había dicho.
Yo quería estar con él.
Yo quería a Julién conmigo realmente.
Un dolor en mi pecho se aproximó de repente y quise explotar: quise terminar con tanto misterio y confusión.
¿Por qué ella me lo ponía más difícil de lo que ya era?
—Porque, si fuese tan fácil, ¿qué valería luchar? —sonrió abiertamente, respondiendo a mis pensamientos.
—Deja de estar en mi mente —dije fastidiada y ella se echó de hombros.
—Ya me tengo que ir —avisó viendo su reloj de mano.
—¡No! —exclamé—. Espera un momento. ¿Cómo se supone que averigüe todo eso sola?
—Tienes a Nelly —frunció el ceño levemente—. Para algo es tu diablilla de compañía.
—Mi diablilla para toda la vida —dije cuidadosamente, esperando cualquier reacción.
—Sí, sí, para toda la eternidad. Como sea —se limitó a decir y revoleó los ojos restándole importancia; tronó sus dedos y otra luz apareció, haciendo que me cubriera los ojos con mis manos. Para cuando los abrí, ya se había ido.
Volteé a ver hacia atrás y Nelly tenía la mirada perdida en un punto, boquiabierta.
—¿Me quedo contigo? —dijo sin poder creerlo.
—No lo sé. ¿Qué es para toda la eternidad? —sonreí.
Nelly comenzó a dar saltos de emoción y se puso enfrente de mí para abrazarme fuertemente.
—¡Eres una idiota! —gritó emocionada y solté una carcajada.
—Yo también me alegro de que te quedes —murmuré cesando con las risas y correspondiendo su abrazo—. ¿Cómo haré para averiguar lo de Julién?
—No lo sé —dijo y nos quedamos calladas por un buen rato—. Hey. Hemos dejado a Phill y Lyla con el chico ese.
—Cierto —murmuré y me dirigí hacia la puerta del baño—. Larguémonos de aquí —dije, abriéndola y saliendo lo más pronto posible. Llegamos a la mesa y vimos a los niños sentados y riéndose de algo. Supuse que tuvo algo que ver con Nicholás y me acerqué a ellos.
—Hola —dije a los niños y luego a Nicholás.
Lyla me miró y se echó a reír como si yo fuera parte de un chiste. La miré confundida y me pregunté por qué reía aunque no le dije nada.
—¿Cómo les fue en su reunión de chicas? —preguntó Nick.
—Bien —contestó Nelly por mí—. Lo normal —dijo y miró a los niños—. Creo que ya es hora de que nos vayamos.
—Oh, claro —dijo Nick y se levantó de su asiento torpemente.
—Lo decía para ellos... —murmuró Nelly y él la miró anonadado.
—Eh, sí, claro... —carraspeó la garganta—. Pero  pensaba en que tal vez yo pudiera... Llevarlos y...
—¡Ah! Tienes auto —dijo Nelly señalándolo levemente con el dedo y él sonrió.
—Sí, sí tengo.
—Entonces es muchísimo mejor así. Vete en tu auto y déjanos en paz —se echó ella de hombros. A Nick se le desfiguró el rostro.
—¿Por qué me tratas así?
—Debby tiene novio. Déjala en paz.
—Yo no estoy intentando ligar con ella —agitó sus brazos, indignado.
—Está bien. Supongamos que ''No'' estás tratando de ligar con ella y nos vamos —tomó su cartera de encima de la mesa del McDonald's y salió por la puerta principal. Todos le seguimos con la mirada al tiempo que se iba.
—Qué chica... —expresó Nick, fascinado.
—Lo siento, tigre. También tiene novio —le di pequeñas palmaditas en el hombro y me fui por el mismo lugar que Nelly.
Luego de llegar a casa con los niños y Nicholás, recibí una llamada que me hizo tener un vuelco en el pecho. Abrí mi cartera ansiosamente, rebuscando entre ella para encontrar el teléfono pero no lo hallaba.
—Por Samaritha —expresé nerviosa y, cuando al fin pude encontrarlo, la llamada había finalizado.
Era de un número desconocido.
Sostuve mi teléfono por un rato, esperando a que volvieran a llamar, pero nunca recibí tal llamada.
Suspiré resignada y asentí para mí misma. Claro... Sería muy fantasioso pensar que era Julién, pero ¿por qué no llamaba?
—Debby.
—Nelly.
—¿Quién era? —preguntó y me encogí de hombros, restándole importancia.
—Nadie.
Nelly hizo una mueca y asintió. Ella creía entender, yo no traté de aclararle nada.
Le sonreí exageradamente.
—Salgamos de aquí.
—¿A dónde quieres ir? —preguntó inclinándose en sus rodillas con sus manos y volví a echarme de hombros.
—A donde sea —dije mientras salía por la puerta y bajaba las escaleras de la casa. Sentí cómo ella me seguía y seguí caminando hasta llegar a la puerta trasera de la casa, justo atrás de la cocina. A decir verdad, la casa era enorme y hermosa.
Salimos y sentí cómo una ráfaga de viento me golpeaba la cara, haciendo que mi cabello volara hacia atrás. Me quedé mirando al frente con la mirada perdida y abrazándome a mí misma con mis brazos. La sensación era tan placentera como dolorosa. Cada vez que tenía frío recordaba a Ivonne. Ivonne y Paul. Y, cada vez que tenía frío, recordaba que Julién no estaba aquí. Él no llegaría de pronto y me abrazaría por la espalda o murmuraría cosas como ''¿En qué piensas?'' y eso era increíble porque creía que odiaba cuando lo hacía, pero ahora... ahora que no estaba para hacerlo... me daba cuenta de cuánto necesitaba que lo hiciera.
—Eres una idiota —dijo Nelly y asintió para sí. No sabía si me lo había dicho a mí o a ella sino hasta que me dijo—: Lo extrañas y no te atreves a decirlo.
Apreté los labios y cerré los ojos, sumergiéndome en un recuerdo.


Oscuridad en la luz.Where stories live. Discover now