Capítulo 49

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Jeremy y yo habíamos llegado a Suiza perfectamente bien. Mis abuelos nos habían ido a buscar. Y nos instalamos en la casa de mi abuelo con éxito, de un momento a otro sin esperarlo, recibieron una llamada inesperada y ambos partieron rumbo hacia donde se le requería. Jeremy y yo estábamos en la parte trasera sentado en la terraza muy cómodamente.

—Tamara aún no quiere olvidar el asunto de la carta —pronuncié.

—Que no sea tan alarmista, sea quien sea va a tener que dar la cara. Al menos que sea una broma. Además ya obtuve las llaves del pen house de la torre —me confesó Jeremy muy contento.

Me sorprendió, tan rápido logró obtenerlo. Pero, ¿cómo? Si justamente ahí vivían algunas personas. ¿Cómo demonios se las había ingeniado?

—De seguro querrás dejar a Tamara en mi apartamento.

—Por supuesto. ¿Y para qué no las vamos a llevar? Estorba mis planes.

—Es que eres muy fogozo, Jeremy.

—Y tú tambien. ¿Acaso no te gusta mis locuras y mis manos sobre tu piel? —me miró picaron.

—Claro que sí, pero no creo que ella lo acepte.

Rodó los ojos.

—No me interesa lo que ella pueda opinar, que se acostumbre a vivir sola. Tú antes vivías sola.

Permanecimos un buen rato hablando sobre el asunto, pero ni él había ganado, ya que compró el pen house.

—Pensé que habías dicho lo del pen house en broma. Pero ya veo que es muy en serio. Tenías que habérmelo dicho, así yo también lo hubiera comprado.

—No Juliet. Porque a partir desde que volvamos a tocar Madrid vas a hacer lo que yo diga.

—¿Qué? ¿Controlarme?

—¿Acaso no me entendiste? —sonrió y me dio un beso en la boca—. Ya lo verás. Todo será a mi modo.

—¿Y cómo lograste comprar el pen house?

Me sonrió.

—Es un secreto.

Se inclinó para besarme y no me dio ningún a razón de como lo logró comprar. Más tarde nuestros besos fueron interrumpidos porque había llegado alguien a la casa. En seguida nos movimos a recibir la visita, cuando llegué y me topé con quien estaba allí, me quedé sorprendida, yo tenía mucho tiempo que no veía a esa persona.

—¡¿Lucio?! ¿Cómo supiste de que yo estaba aquí? —cuestioné mientras nos aproximábamos hacia él.

Este al verme me sonrió.

—Vine haces meses y tus a hemos me informaron de que tú ibas a volver pronto —me respondió.

—Nadie me había dicho nada.

Cuando llegué nos dimos un tierno abrazo y un beso en la mejilla. Luego miró a Jeremy y lo saludó, y Jeremy le devolvió el saludo.

—¿Y quién es él? —me preguntó Lucio.

Me reí.

—Él es Jeremy del que tanto solía hablarte —le respondí.

Lucio se sorprendió y volvió a mirar a Jeremy por unos segundos.

—Wow Juliet, ¿Y...? —pausó Lucio.

Ambos nos mirábamos raros pero a la vez contento.

—¿Qué sucede aquí? —interfirió Jeremy—. Juliet y yo somos pareja, aunque ella no lo quiera decir.

—Oh, vaya —pronunció Lucio y nos sonrió—. Lástima que vine tarde, Juliet.

Volví a reír, entendí sus palabras, de hecho recordé que en el pasado Lucio quería entablar una relación conmigo pero por una razón u otra no se pudo ya que él tuvo que irse a Italia a estudiar y cumplir con sus obligaciones.

—Así es, ¿y qué ha sido de ti?

—Todo me ha funcionado, pude cumplir con mis obligaciones y logré mis metas. De hecho; estoy pensando en trasladarme a España —me respondió muy emocionado—. ¿Piensas quedarte a vivir en España?

—Probablemente, ya yo me he acostumbrado.

—Que bueno, entonces nos veremos allá pronto.

—Vamos hacia la terraza —sugerí.

Nos movimos hacia la terraza y allí hablamos libremente sobre temas que no habíamos hablado.
Lucio se quedó el resto del día en la casa y la pasamos bien. En la noche cuando Lucio se había y nos habíamos trasladado hacia mi habitación. Jeremy mostró interés en querer saber más sobre sobre él, le respondí sus interrogantes y percibí de que no le había caído muy bien y mas el hecho de que Lucio se iba trasladar hacia España.

—No me agrada tu amigo —me confesó algo que yo sospechaba mientras le acariciaba el pelo.

Él se encontraba recostado en la cama y tenía su cabeza sobre mi cintura.

—Eso lo sé. Cuéntame el por qué no te agrada.

—Te quiere ligar ese baboso, y se le nota de lejos que babea por ti.

—No me quiere ligar, deja de inventar cosas —suspiré—. Además no creo que eso tiene que preocuparte, tú vives todo el tiempo pegado a mí.

—Te voy a estar vigilando y al italiano estúpido ese —comentó despectivamente—. Espero de que no me vayas a mentir.

Me reí.

—No te rías, ese italiano verdaderamente me cae mal.

Permaneció un buen rato diciéndome casi lo mismo, lo mal que detestaba al italiano. Y hasta me dijo que se había arrepentido de haber comprado el pen house. Pero eso sólo eran cosas del momento, y que pronto se le iba a pasar.

Mi TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora