Capítulo 32: Torbellino de sentimientos

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Jimin clavó sus uñas en mis hombros, dejando salir un gemido que me volvió loco. El castaño movía sus caderas rápidamente sobre el escritorio mientras yo lo penetraba. Él era magnífico, a pesar que estaba completamente desnudo y sudado. Su cabello estaba alborotado como solo las horas de sexo podían dejarlo. Su piel brillaba gracias a las gotas de sudor. De su boca ligeramente abierta salían palabras sucias a cada instante, incrementando mi excitación.

—. Amo cuando gimes de esa manera. Me excita demasiado.— Le dije en un gruñido al hombre que gemía sin parar debajo de mí.

La flamante sesión de sexo con Jimin todavía no había acabado. Digamos que en ese momento dejamos salir nuestro enojo con placer. Me incliné para tomar con mi boca un pezón del chico, deslizando lentamente mi lengua sobre su rosada aureola, lo cual hizo que el castaño soltara un gemido impulsándome a continuar, succione su pezón el cual ya estaba sensible.

—. ¿Quieres matarme?.— Él preguntó agonizante.

Sonreí perversamente, pensando que la única manera en la que podría matarlo sería con placer. Él gimió, su boca permanecía ligeramente abierta sin poder contener los gemidos. Sentí mi miembro apretarse en el interior de Jimin, la sensación era increíble, embesti dentro suyo rápidamente como si él me rogara con sus gemidos mientras yo succionaba su pezón como una persona hambrienta. Jimin movía sus caderas involuntariamente contra mi pene, su cuerpo era comandado por el placer que yo le estaba dando.

Continúe con esos intensos movimientos hasta que sentí que el castaño se corrió para mí. Un par de embestidas más y yo me liberé dentro suyo. Su pecho se movía rápidamente en una respiración agitada. Estábamos exhaustos, ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que tuve un maratón de orgasmos consecutivos. Deje mi cuerpo colapsar sobre el suyo lentamente, me sentía débil.

—. N-No puedo... No puedo más...— Susurró él cansado, causando una ligera risa en mí.

—. ¿Te cansé?.—

—. Demasiado, creo que no podré caminar mañana.— Estaba con mi cabeza sobre su pecho, escuchando su acelerado ritmo cardiaco.

Estábamos acostados en mi enorme escritorio completamente desnudos. Por suerte las ventanas de mi oficina estaban cubiertas por las persianas. Las había cerrado en el momento que Yugyeom había entrado. A esta hora los empleados ya estaban en sus casas y le rogaba a Dios que nadie hubiera escuchado lo que sucedió aquí, cosa que sería poco probable, porque nuestra discusión estuvo seguida de gemidos y nalgadas las cuales fueron muy escandalosas.

Cerré mis ojos sintiendo la pequeña mano de Jimin pasando por mi cabello con delicadeza. Nuestras respiraciones gradualmente se fueron calmando hasta dejar solamente el sonido de la tormenta. Abrí mis ojos observando nuestras prendas tiradas en el piso recordando el momento exacto en el cual fueron lanzadas. De pronto la razón llego a mi.

—. Me estoy volviendo loco.— Dije mientras me levantaba de encima del chico, el cual me miraba confundido.

—. ¿Qué pasó?.— Sus ojos cafés reflejaban que no comprendía.

—. ¿A qué te refieres con "qué pasó"? ¡Esto! No debí haberlo hecho.— Exclamé recogiendo mis cosas del piso —. ¡Es tu culpa!.—

—. ¿Mi culpa?.— Estaba recogiendo mi ropa que estaba esparcida en el piso de la oficina, tan rápido como para no arrepentirme.

—. Sí, ¿Qué me has hecho? ¿Me embrujaste?.— Jimin río mientras lentamente bajaba del escritorio —. ¿De qué te ríes?.— Pregunté enojado volteando hacia él.

Nunca me cansaría de ver como Park Jimin tenía un hermoso cuerpo. Sus largas y tonificadas piernas, alcanzando sus largas caderas, acompañado por su hermoso trasero. Su suave estómago y sus pezones que poseían marcas moradas debido a los chupetones y mordidas que les hice. Jimin sonrío cuando notó como lo estaba admirando.

The Stripper | ᴘᴊᴍ + ᴊᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora