Caminaba por los pasillos de la universidad, la fachada era tan antigua y descuidada que deprimía el solo hecho de verlo, pero aún así era un gran espacio para trabajar, rara vez me cruzaba con alumnos y los demás aspirantes a doctores no solían buscarme para charlar, aunque debo admitir que los arcos que mostraba el pasillo que recorría eran mis favoritos, en especial en esta época donde las hojas de los árboles se tiñen de rojizos, anaranjados y amarillos colores para luego salir a danzar con el viento y por consecuencia a sus ramas desnudas dejar. Caminaba mordiendo mi labio, suelo hacer eso pues me gusta sentir algo en esta vacía existencia que recorro, ya eran más de las diez de la noche y el edificio estaba desierto a excepción de los guardias.
—Como me gustaría embotellar este silencio y llevarlo siempre en mi bolsillo...—, mi voz resonó en el lugar perturbando el silencio que segundos atrás me había maravillado. Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón de tela y seguí caminando.
Llegué a la puerta de la biblioteca, y la empuje intentando abrirla, por desgracia habían cerrado con llave y pese a lo mucho que insisto para que se me entregue una copia, no ha sido concedido mi petición, miré a ambos lados del pasillo para asegurarme de que no hubiese nadie mirando. Al comprobar que el lugar estaba desierto mordí más fuerte mi labio para hacerlo sangrar y con el metálico sabor que cubrió mi lengua pronuncié.
— Revir —, la puerta soltó un sonido que identifiqué como su pestillo aflojándose, pude ver como la cerradura lentamente se desmantelaba, sostuve los pedazos antes de que tocaran el suelo y los guarde en los bolsillos de mi chaqueta, empujé aquella puerta de madera y esta vez si se abrió mostrando un sin fin de libros cubiertos de oscuridad. Entré al lugar y cerré la puerta con delicadeza atrás mío, no me costaba ver en la penumbra gracias a lo que el viejo me enseñó, me desplacé sin provocar el más mínimo ruido, solo cargando solo en las puntas de mis zapatos, hasta llegar a la sección de la biblioteca a la que tanto tiempo le dedico, la sección de literatura medieval. Debo haber leído todos los libros de esa estantería alrededor de tres veces, pero nunca encuentro lo que necesito y vuelvo a revisarla cada vez que llegan ejemplares nuevos a esta vieja sala.
—Veo que tú también viniste hoy Ore—, su voz me sorprendió pues a pesar de que fuese un susurro que se perdería entre el polvo del lugar, no había visto a la delgada figura que produjo el ruido.
—Hola Ritz—, mi voz no demostró mayor emoción por verla, pero mis ojos estudiaron a la mujer que sonreía, parecía haber estado esperando mi llegada. Estaba sentada sobre una de las mesas, con las piernas cruzadas y con un libro que nunca había visto en el lugar, de inmediato capto mi atención— ¿Qué es ese libro que tienes ahí?
—Oh no, no puedo decirte—, dejó escapar una risa tan suave como su voz, sus ojos cafés me miraban y parecían intentar atravesar mi alma, y seguramente lo habrían logrado de no ser porque perdí esa parte de mí a los quince años— Pero podemos hacer un trato—, sonreí fingiendo interés, pero la verdad es que mis ojerosos ojos delataban que no me interesaba en lo más mínimo.— ¿Qué quieres?
—Es algo simple, no te preocupes...—, se acomodó el cabello detrás de la oreja y luego inclinó un poco la cabeza hacía atrás— Quiero que me hagas un favor, no ahora pero sí en un tiempo más...
— ¿De qué trata el favor? —, volví mis manos a los bolsillos del pantalón y jugué con mi moneda roja paseándola entre mis dedos.
—Es un secreto...
Pude ver el título del libro en un descuido de la doctora en filosofía contemporánea, la portada rezaba "Historia de la arquitectura inglesa", no era algo que estuviese buscando por lo que me giré sobre mis talones y caminé hasta la puerta nuevamente, Ritz intentó decirme algo que simplemente ignoré. Al atravesar el umbral de madera, saqué las piezas de la manillas y las coloqué en su lugar, las dejé ahí para que el próximo que llegué se llevé la culpa de romper la puerta, no usaría el dominio, para arreglarla si no me va a traer ningún beneficio.
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Dominio
FantasyOre Volker un joven críado por un brujo luego de ser vendido por sus padres, cometió un pecado en busca de poder, nunca imaginó que el dolor terminaría siendo mayor a la recompensa. Ahora busca sin descanso una forma de burlar a la mismísima Muerte.