Capítulo 1

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El fuego danzaba frente a sus ojos consumiendo la pequeña aldea hasta sus cimientos mientras, los gritos de aquellos que habían sido sus vecinos, penetraban en sus oídos. La abundante vegetación que les había protegido y otorgado sustento, ahora, no era más que una pared llameante que les cortaba el paso y los obligaba a huir hacia el sur, a las playas, a los brazos de aquellos que habían destruido su pequeño mundo.

Severus tosió. El humo se pegaba a sus pulmones asfixiándolo, quemándolo por dentro.  Tenía que salir de aquella trampa mortal en la que se había convertido su hogar.

Corrió siguiendo el maremoto de adolescentes que buscaban huir, los adultos, demasiado viejos y tradicionales, habían preferido perecer con las llamas, incluso su madre se había quedado en la pequeña choza bordando cestas de cáñamo como si el ardiente fuego no la rodeará.

El pelinegro agarro con fuerza la mano de Rodolphus y permitió que el alfa le ayudará a esquivar los trozos de madera que caían desde las copas, al igual que él no había podido silenciar a su instinto de supervivencia.

A su alrededor, los jóvenes con los que había crecido, corrían cada vez más cerca del ejército que les esperaba a la entrada del pequeño páramo que pertenecía a su tribu.

Los Hutan siempre habían permanecido en el bosque, ocultos entre las hojas de los árboles y abasteciéndose de dulces bayas o jugosas frutas. Nunca habían entrado en guerra con nadie pero siempre habían mantenido una fuerte enemistad con los Laut, un pueblo de fieros guerreros que poseían las costas y mares de su tierra, por eso, cuando atacaron, en cierta parte, lo esperaban pero, lo que les sorprendió es como Cornelius Fudge, su jefe, les había destruido todas las vías de escape, dejándolos a merced de aquellos invasores, creyendo que obtendría el favor de su líder, todo para acabar muerto a manos de aquellos a los que se había vendido. Fudge había sido el primero en caer y toda la aldea lo había presenciado.

El olor a mar comenzaba a sustituir a la madera quemada, cada vez estaban más lejos de las llamas y más cerca de un destino incierto. ¿Los matarían?¿Los torturarían? O mucho peor, ¿los esclavizarían? Para ningún Hutan era desconocido el trato que los prisioneros de guerra sufrían en aquellas claras aguas, mucho menos el dirigido a los omegas, que eran usados como meros juguetes cuyo único uso era satisfacer a cualquier miembro Laut con un mínimo de renombre en su sociedad.

Severus calló de boca sobre la suave arena de la playa, había conseguido huir del fuego por los pelos. La adrenalina iba desapareciendo poco a poco de su cuerpo haciéndole más consciente del dolor provocado por las quemaduras. Dirigió su mano a la pantorrilla derecha. La rojez se extendía por el exterior de su pierna hasta su cadera acabando en su cintura. Protesto, una herida de ese tamaño tardaría en curar.

-Mira lo que nos ha traído la marea- se burlo una voz grave sobre sus cabezas.

El pelinegro levantó la mirada atisbando únicamente una figura demasiado grande. Con dificultad intento incorporarse, sus fuerzas habían desaparecido y su cabeza retumbaba  como un tambor en plena fiesta de la cosecha.

-¿Te duele la cabeza?- pregunto con sarcasmo- pobrecito. Lupin reúnelos a todos- ordenó sin despegar sus oscuros ojos del cuerpo en el suelo- hay que hacer recuento de la nueva mercancía.

Severus sintió como su cuerpo fue levantado bruscamente y arrastrado hasta las barcas de madera que comenzaban a llenarse de Hutans. Su magullado cuerpo fue colocado entre Barty y una omega de rizos alborotados que le miraba con una sonrisa lobuna.

- No eres muy guapo para ser omega- afirmó la joven mientras le analizaba- será complicado ver qué poder hacer contigo.

El joven fue a protestar cuando sintió la mano de su amigo sobre su rodilla, una mirada basto para comprender, no debía hacer enfadar a sus captores si quería sobrevivir.

Las cabañas de los Lutan se erguían sobre plataformas de madera flotante revestidas de tal forma que ni las peores mareas podían derribarlas. Era un paraíso marítimo del que nadie podía salir sin una barca o habilidades de natación, opciones a las que, Severus, no tenía acceso.

El pelinegro descendió de la embarcación con pasos temblorosos, el muelle era amplio pero su equilibrio, sumado a los golpes de las olas, impedían una movilidad segura.

-Divididlos- se escuchó una voz en la lejanía- mandad a los alfas a los almacenes y a los omegas a la casa principal, hay que decidir que haremos con ellos.

Con brusquedad los arrastraron hasta una choza de magnitudes exorbitantes. Su interior contaba con una zona central repleta de suaves mantas de tonalidades azules y, en la parte superior, una plataforma con lo que, el omega, pudo identificar como una cama.

- Esperareis aquí hasta que el jefe regrese- informó la misma omega que minutos antes había insultado al joven- el decidirá vuestras nuevas responsabilidades en caso de que quiera manteneros con vida.

Los omegas asintieron en silencio. Allí, apiñados en busca del consuelo de sus conocidos, se sentían incapaces de luchar. Severus dirigió la mirada a los sobrevivientes. A pesar de los cientos de jóvenes e infantes que residían en su hogar muy poco habían logrado escapar de las llamas, en primera instancia, por culpa de sus familiares, los cuales, preferían que perecieran con ellos entre los escombros a que acabarán en las manos de los Lutan.

A su derecha se encontraba Lucius Malfoy, hijo de uno de los mejores comerciantes y que, según podía suponer por las heridas en formas de uñas de sus brazos, había escapado de milagro de su hogar. Junto a él estaba Lily, su pelirroja amiga a la que consideraba un miembro de su familia y la cual lloraba desconsolada, su hermana Petunia no estaba junto a ella dando a entender que, la omega mayor, no había sobrevivido. Por último, junto a ellos y temblando como una hoja en medio de la tormenta, se encontraba Xenophilius, un joven de débil salud que parecía más muerto que vivo.

Severus se abrazó fuertemente y acurrucó en el montón de cuerpos. Quizás debería haber hecho caso a su madre y quedarse en su casa, quizás no debería haber sobrevivido.

Salvaje (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora