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Después de aquel viernes, Hughie levantó el sábado algo resfriado. Afortunadamente, con unos cuantos medicamentos se puso mejor.

Además se levantó contento, porque aunque no hubiese pasado la primera mitad de su aniversario cómo esperaba, lo disfrutó hasta las 3 de la mañana.

Sin darse cuenta, rápidamente llegó el domingo. Hughie se preparó por la tarde para ir con Annie a la cafetería en la que se encontraron.

Cuando salió de casa, se despidió de su novio.

—¿Te espero despierto, cariño?

—Cómo veas. Supongo que llegaré a cenar.

—Vale, ya me vas diciendo.

Hughie asintió, lo besó y se marchó.

William se quedó en casa. Estaba arreglando unas cuantas cosas sobre la empresa y decidió tomarse un descanso.

Justo cuando no tenía ganas de seguir en los papeles, LM lo llamó.

El hombre quería saber si podría asistir a la quedada de la semana que viene. Por fin se acercaban las vacaciones de Pascua, y como su prometida trabajaba de profesora, tendría días libres, así que aprovecharían para irse de escapada aquel finde. El caso era que, como pasaría el sábado fuera, quería reunirse con los chicos. Aquella frase contaba con LM, Frenchie y él. No Hughie, porque aunque fuese gran amigo de ellos, siempre habían sido ellos tres desde hace mucho más tiempo.
A veces, los chicos querían reunirse como antes, ellos tres. Y Hughie lo entendía, de hecho le encantaba. Sobretodo porque eran momentos en los que podía disfrutar estar solo, y aunque adorase a los amigos de su novio, también quería descansar de aquellos hombres tan inquietos.

Así que, Billy aceptó al minuto. Incluso si no lo reconocería nunca, le gustaba pasar tiempo con aquellos imbéciles (adjetivo dicho por el propio William).

Regresando a Hughie, se encontró con Annie al momento en el que divisó la cafetería. Se abrazaron y entraron para tomar el café.

Hablaron de tonterías principalmente, y luego tocaron temas más serios.

—¿Entonces qué tal van las prácticas de policía?

—Estoy cansadísima, Hughie, en serio.

El joven se rió en respuesta al ver la cara de fastidio de la chica.

—No tendrá que ser para tanto.

—Sí lo es. Tú no conoces a mi jefe.

—No la verdad. Tampoco es que quiera, por las cosas que me cuentas de él.

—Es horrible.

—Pues como todos.

—Ya. Mi amiga también se queja del suyo.

—¿Tienes una amiga aquí?

—No vive aquí, pero sí que trabaja cerca.

—Ah, pensaba que me habías mentido aquel día que me dijiste que no conocías nadie aquí.

—¿Cómo piensas eso de mí, Hughie? No te mentí, ¿porqué habría de hacerlo?— respondió ofendida y cruzando sus brazos.

—Oh, no te enfades. A lo mejor querías ligar conmigo.

Annie se rió, lo que provocó que Hughie también la siguiese.

—Entonces tú amiga no vive aquí.

—No, aunque tampoco vive muy lejos. Lo que pasa es que la empresa en la que trabaja no está en esta ciudad, está un poco más a las afueras.

Hughie se extrañó por un momento, aunque no hizo mucho caso. Era extraño que hubiese otra empresa a las afueras de la ciudad.

Two BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora