CAPITULO 35:

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ALISTEN CHONES DE REPUESTO. LOS VAN A NECESITAR DESPUÉS DE LEER ESTE CAPITULO. Y OXIGENO DE SOBRA PARA ESTE Y EL PRÓXIMO. SE ME VAN A ESPANTAR.

NO DIGAN QUE NO LES ADVERTÍ. JAJAJAJAJA

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El fin de semana acabó y una nueva tuvo inicio. Y pasó sin mayor novedad. Aunque ya no tuve que hacer de enfermera permanente, dado a que como auguró Orlando, lo que Andrew tenía era una alergia al mal clima. Y solo necesitaba cuidarse del frío y el polvo, tomando sus medicamentos. Yo seguí con mis deberes normales, el trabajando desde la suite. Se quedaría por lo menos hasta el sábado que llegara el nuevo gerente, siempre resguardado de las lluvias. En lo único que si le ayudé, fue para tomar sus medicinas esos primeros días, levantándome en la madrugada y hasta en la mañana, para que se recuperara pronto. Porque si era más que cierto que los hombres eran malos enfermos, mas lloricas que un mocoso de dos años.


FLASHBACK:

Serví el vaso con agua en la mesita del cuarto, viéndolo a él aun dormido en la cama como un bebé. Acostado hacia el lado de la ventana y roncando muy bajito. En mi otra mano estaba la tabletita para que se tomara y acabara con el dolor de garganta y un poco de tos. Solo cuando me armé de valor para verlo casi semidesnudo nuevamente, sin camisa, caminé descalza a la cama. Eran las seis treinta. Y como todo medicamento, debía tomarse muy puntual. Así que lo quisiera yo o no, tendría que despertarlo. Y se dañara su sueño o no, él tenía que tomarse la pastilla.

Miré su semblante sereno y sentí hasta pena de despertarlo.

—Andrew—susurré.

No contestó ni reaccionó.

—Es hora del medicamento.

Y a ver si yo podía irme lo más pronto posible. No había recordado la noche anterior lo temprano que debía darle su medicamento, por lo que tenía puesta solo una blusa vieja que me llegaba a medio muslo, y unos shorts por pijama. Nada de sostén debajo. Los cabellos recogidos en una moñita. Tan pronto él se tomara la medicina y volviera a dormir, yo huiría y aquí no habría pasado nada.

Del último beso solo habían pasado dos días. Y ninguno de los dos dijo ni mu al respecto. Quizás ya se estaba cansando de mi indecisión, o de que yo no besaba bien después de todo.

—Andrew—lo llamé más fuerte, y el bufó.

—Vuelve más tarde. Ese negocio no está terminado.

Le di un golpecito en el brazo.

—Pídele a Leslie que te reserve el cuarto, yo estoy durmiendo—masculló.

—No soy Leslie—susurré.

Y el volvió a dormir. Así que no teniendo de otra y ya habiendo adquirido un peldaño más de intimidad con él, metí mi dedo en el agua y se lo puse en la oreja, hasta que las gotitas cayeron en el interior. Se revolvió como un perro con pulgas.

—Ey...—se semi sentó para el otro lado, rascándose el oído y limpiando el agua, mientras yo me carcajeaba por la broma—eso no se hace.

—No te querías despertar, te toca el medicamento.

Le entregué el vaso y la tabletita.

—No vuelvas a mojarme la oreja.

—Ya deja de ser llorón—le di un empujoncito.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora